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Abrazando el veganismo, los israelíes pueden evitar hablar de derechos humanos

Fuentes: 972mag

Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

Al elegir una causa «más fácil» por la que luchar, algunos israelíes han decidido que pueden tenerlo todo. Al mostrar compasión por los animales y su sufrimiento, podemos vivir con la continua ceguera ante el dolor de los humanos entre nosotros.

 

 

Activistas israelíes por los derechos de los animales participan en una protesta contra la crueldad animal, en el centro de Tel Aviv, 24 de agosto de 2013. (Oren Ziv / Activestills.org)

Los israelíes han adoptado el vegetarianismo y el veganismo tal vez más que cualquier otro país en el mundo desarrollado. Esta es una cosa buena, si se mide el sufrimiento en años y el número de víctimas, es válido decir que los animales son las principales víctimas de la historia.

Creo que los veganos israelíes realmente se preocupan por los animales. No hay duda de que muchos de ellos también luchan por otras causas: en 2011, cientos de miles de israelíes salieron a las calles para protestar por las crecientes disparidades económicas, lo que resultó en uno de los movimientos sociales más vigorosos de la historia del país. Sin embargo, la tragedia de las acciones sociales en Israel es que enfatizan lo mucho que los israelíes están dispuestos a hacer la vista gorda a una de las inmorales violaciones de derechos humanos más importante: la opresión y la ocupación de millones de palestinos por parte de Israel.

Al optar por luchar por causas más comunes de las corrientes principales, muchos israelíes judíos se permiten continuar viviendo en la disociación. Sirve como una forma de limpiar sus conciencias de su indiferencia y pasividad ante los abusos de los derechos humanos en los territorios ocupados.

Quiero sugerir explicaciones académicas socio-psicológicas sobre las razones por las cuales muchos israelíes judíos evitan protestar por la ocupación, mientras son muy activos y se sienten cómodos luchando por otras causas.

Una explicación es la gran cantidad de divisiones físicas y sociales entre israelíes y palestinos. Estos muros se manifiestan literalmente, con la barrera de separación, pero también en escuelas, vecindarios e instituciones segregadas que actúan como barreras emocionales, cognitivas y culturales. El resultado es una distorsión de la realidad que pretende justificar la ocupación y deshumanizar a los palestinos.

Sabemos por un estudio de 2010 sobre las implicaciones de la ocupación en la sociedad ocupante que muchos israelíes utilizan diversos mecanismos de defensa para mitigar los sentimientos de culpa con respecto a la opresión de los palestinos. Los mecanismos de defensa psicológica les ayudan a mantener su autopercepción como «buenos seres humanos» mientras los actos y eventos terribles se llevan a cabo en las proximidades.

Cuando las personas están expuestas a información que no pueden manejar, se alejan de esa información. Este estado de negación puede ser una mentira involuntaria. Es un estado de saber y simultáneamente no saber.

Stanley Cohen, en «Estados de negación: conocer las atrocidades y el sufrimiento», un estudio exhaustivo sobre la sociología de la negación, se refiere a este tipo de negación como una forma de guardar secretos de nosotros mismos, de hacer la vista gorda a las verdades que encontramos desafiantes para lidiar con ellas. Como tal, la negación sirve de protección contra los costos morales de reconocer y asumir la responsabilidad.

La ocupación es incompatible con la igualdad. Ante los abusos graves y las violaciones de los derechos humanos, como las documentadas por Breaking the Silence, B’Tselem y otras, el hecho de comprender que los seres humanos en nuestra sociedad pueden actuar con tanta crueldad en nuestro nombre puede provocar un dolor significativo. Esto crea confusión moral y vergüenza, como Feagin y Vera afirman en su teoría sobre las emociones del grupo privilegiado en una sociedad racista. Los autores escriben que tratar de lidiar con la contradicción entre lo que las personas creen (igualdad, amor y bondad) y lo que se espera que hagan (luchar por ella) puede tener un efecto psicológico que las personas intentan evitar.

Soldados israelíes detuvieron a Avner Gvaryahu, director de Breaking  the Silence, en una gira por las colinas del sur de Hebron, el 31 de agosto de 2018. (Nasser Nawaja, B’Tselem)

Cuanto más uno se da cuenta de la injusticia, más desafiante es ignorar las preguntas y los sentimientos morales y políticos resultantes. La disonancia construye. Los miembros de grupos privilegiados pueden sentirse culpables por saber pero no actuar para cambiar la realidad injusta y con frecuencia utilizan la negación como un mecanismo de defensa. Como tales, las causas principales, como el veganismo, pueden actuar como un sustituto del verdadero balance moral; esto ayuda a las personas a anestesiarse contra el dolor causado por la culpa ante la ocupación.

Según Cohen una realidad social en la que un grupo está en conflicto con otro grupo, en la que Israel controla militarmente a millones de palestinos, exige consenso con respecto a los sentimientos personales. Cuando un miembro del grupo plantea interrogantes sobre el statu quo, se arriesga a la condena, el distanciamiento social y posiblemente incluso el ostracismo o el boicot social. La investigación ha encontrado que para evitar ese resultado, algunos intentarán evitar expresar estos sentimientos y otros activarán un mecanismo para prevenir el desarrollo de la culpa en primer lugar. Protestar, o incluso hablar en contra de la ocupación, puede poner a alguien en riesgo de ser intimidado por nuestros amigos y la sociedad.

Sin embargo, al elegir una causa «más fácil» por la cual luchar, como los derechos de los animales, algunos israelíes han decidido que pueden tenerlo todo. Al mostrar compasión por los animales y su sufrimiento, podemos vivir con la continua ceguera ante el dolor de los humanos entre nosotros. Al adoptar una causa más generalizada, muchos israelíes han podido evitar la responsabilidad y la culpa de no hacer nada respecto a la ocupación, evitar pagar un precio en la vida social y familiar y sobre todo evitar vivir en un estado emocional y cognitivo de angustia.

Rachel Shenhav-Goldberg es una israelí que vive en América del Norte. Tiene un doctorado en trabajo social de la Universidad de Tel Aviv y un posdoctorado de la Universidad de Toronto. Su investigación se centra en el antirracismo en Israel y el antisemitismo en América del Norte. También es facilitadora de grupos, practica trabajo social y es voluntaria en el New Israel Fund en Canadá.

Fuente: https://972mag.com/veganism-israel-occupation-denial/141572/

Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión.org como fuente de la traducción.