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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre "Amianto: un genocidio impune"

«Un relator de la ONU para las víctimas del amianto comentó que jamás pondría los pies en determinados países»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra esta industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de Rebelión.org).

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Estábamos en el apartado 1.9. Pero de nuevo las noticias y análisis sobre nuestro tema se agolpan. ¿Quiere apuntar brevemente las más importantes desde nuestra última conversación?

De acuerdo. Citaría, en primer lugar, al hecho de que actualmente en Colombia se está desarrollando, con incrementada efervescencia, una corriente de opinión pública, favorable a una prohibición del uso del crisotilo o amianto blanco, en dicha nación.

Después citaría también, por ejemplo, al anuncio de un próximo acontecimiento, no por esperado menos importante. Me refiero a la convocatoria en Washington, del 17 al 19 de Abril próximo, de la onceava conferencia anual de ADAO («Asbestos Disease Awareness Organization»). Más de 30 expertos de reconocido prestigio, y representantes de las víctimas del amianto, procedentes de diez países, presentarán los últimos avances en la prevención de enfermedades, promoción a nivel mundial, y el tratamiento para el mesotelioma y otras enfermedades causadas por el asbesto.

Cada año, la conferencia de ADAO reconoce a individuos y organizaciones de todo el mundo, que sirven como una voz para las víctimas del amianto, la sensibilización y la promoción de una prohibición mundial del asbesto. En 2015, entre los homenajeados se incluyen: la Asociación Americana de Salud Pública (APHA), el «Mesothelioma Interest Group International» (iMig), El Ministerio Público del Trabajo, de Brasil, el Dr. Jorma Rantanen, Troi Atkinson, y Ellen Patton.

Entro en el 1.9. «Desde el principio: la alargada sombra de un bárbaro ayer». ¡Casi 100 páginas! Le pregunto por lo más esencial de esta breve, pero no brevísima, historia de una tecnología. ¿Desde cuándo ha usado la Humanidad el amianto? ¿Hubo algún descubridor? ¿Para qué se usaba?

El amianto se ha utilizado desde la Prehistoria (en Finlandia); por tanto, no puede hablarse con propiedad de ningún descubridor concreto. Se lo utilizó como carga de refuerzo, en la fabricación de vasijas de cerámica, y sobre todo, para la elaboración de textiles; por ejemplo, para la confección de sudarios mortuorios incombustibles.

¿Hubo a lo largo de la historia consciencia de los peligros asociados a su uso? ¿Quién o quienes cayeron en la cuenta de los peligros que comportaba su uso? ¿De cuándo datan los primeros casos registrados?

Hubo un conocimiento muy temprano, tanto en la Grecia como en la Roma clásicas, por los estragos que causaba entre los esclavos utilizados en su minería, y hasta el punto de recomendar que no se los adquiriese, por su previsiblemente escasa vida útil restante.

¿Cuándo empezaron en España, si ese fue el caso, la explotación de minas de amianto?

En España ha habido una raquítica minería del asbesto, desde los siglos XVIII y XIX, pero fue en la década de los años cincuenta del pasado siglo, cuando hubo, en la provincia de Málaga, una explotación con unas cifras de tonelaje ya registradas. A quienes pudieran estar interesados en profundizar más en el conocimiento de esta cuestión, les recomendaría la lectura de: Antonio Bernardo Reyes, Paco Báez Baquet, Paco Puche , «Fiebre del oro blanco» en la Costa del Sol y en la serranía de Ronda. Rebelión, diciembre 2013 http://www.rebelion.org/docs/177954.pdf

Gracias. ¿Las empresas que se han dedicado a trabajar con amianto han sido conscientes desde el primer momento de los peligros del material?

Si nos atenemos a lo que señala la «memoria histórica» de los propios trabajadores españoles, diríamos que desde antes de nuestra guerra civil. Si lo contemplamos a nivel mundial, ya en 1918 las compañías aseguradoras norteamericanas se negaban a asumir pólizas que cubrieran el seguro de vida de los trabajadores del asbesto. El capitalismo, para lo que era velar por sus propios intereses, sí que se mostraba sumamente diligente.

Cito una reflexión del señor Pickering, un abogado del que usted habla mejor que bien: una empresa del amianto llegará a cualquier extremo para oponerse a las reclamaciones de compensación. ¿A cualquier extremo es a cualquier extremo?

A cualquier extremo…en tanto que ellos no estimen como probables unas consecuencias negativas, suficientemente disuasorias para sí mismos; en función, por consiguiente, de cada situación geográfica, histórica, social y política.

No será lo mismo, por ejemplo, en la Nicaragua de los Somoza, en la que un directivo de Nicalit, afectado, que se atreve a denunciar, y que de inmediato es encarcelado, sin juicio, durante mucho tiempo, para después, libre y sin acusación de cargo alguno, quedarse en cesantía, sin indemnización, y con su patología soportada, que en otros entornos, en los que semejante atropello no sería factible, y en los que ningún dictador sería partícipe del capital de la empresa denunciada.

En comunicación personal, un relator ante la ONU, para las víctimas del amianto, no hace demasiado tiempo que me comentó que él jamás pondría los pies en determinados países, al tiempo de que, con gesto bastante expresivo, se llevaba el dedo índice al cuello, deslizándolo horizontalmente. Saque usted sus propias consecuencias.

Las saco desde luego. Por cierto, ¿y usted no teme por su seguridad, por su vida?

No, aunque sí he podido saber de otros activistas contra el amianto que sí han sido amenazados de muerte y/o que han sido objeto de agresiones físicas o de intentos de efectuarlas. Las situaciones de más riesgo se suelen dar en las reuniones internacionales, a las que acuden delegaciones de diversas naciones, y sobre todo, de «los dos lados de la trinchera».

La segunda lección que extrae el señor Pickering es que no se puede confiar en personas nombradas por los Estados para procurar la salud de los trabajadores. ¿Es de la misma opinión?

Si nos atenemos a la entidad de los intereses económicos involucrados, a la maraña de encubiertos cabildeos que reiteradamente se han podido vislumbrar, a las contribuciones económicas a las campañas promocionales del voto a los políticos y a sus respectivos partidos, a la acción de los think tank, etc., es evidente que cabe desconfiar de tales nombramientos… digamos que en verticalidad descendente.

¿Desde cuándo las Internacionales Obreras u organismos afines han demandado la prohibición de la producción del amianto? ¿Recuerda quienes fueron los militantes que tomaron esa iniciativa?

Yo sólo puedo hablar con suficiente conocimiento de causa, por lo que respecta a nuestro país, y para ese ámbito, sin desdeñar las contribuciones que un determinado momento hayan podido aportar otras organizaciones, señalaría con toda rotundidad el papel histórico jugado en este asunto por Comisiones Obreras, en lo cual aporté también mi personal «granito de arena». Quienes pudieran estar interesados en poder profundizar más en esa cuestión, les recomendaría la lectura de: Ángel Cárcoba Alonso & Francisco Báez Baquet CCOO EN LA LUCHA CONTRA EL AMIANTO Y EN DEFENSA DE LAS VÍCTIMAS -Más de doscientas anotaciones, para reflexionar Fundación 1º de Mayo -Colección CUADERNOS, NÚM. 35 -ISSN: 1989-6372 http://www.1mayo.ccoo.es/nova/files/1018/Cuaderno35.pdf

Gracias denuevo. Habla usted de un poeta, Edwin Rolfe, y de un poema «Asbestos». ¿Lo tiene a mano?

No. Sólo lo menciono, dando por buenas las informaciones que me llegaron de otras fuentes secundarias.

En lo que llamábamos, y acaso debemos seguir llamando, prensa obrera, ¿se ha hablado suficientemente del tema? ¿Se habla actualmente?

Se ha hablado, y se sigue hablando; lo de «suficientemente», es materia opinable. Yo, personalmente, lo que más echo en falta, es la información pormenorizada y correcta, y que no es el continuo repetir siempre de los mismos consabidos tópicos generales, por mucho que se trate, como es el caso, de verdades como puños. Ser tan previsibles, perjudica a la atención de quienes han de ser los receptores de la información suministrada. Sin perder nunca el rigor, hay que procurar ser más imaginativos a la hora de configurar el mensaje a transmitir. Esto último conlleva mucho más esfuerzo que lo primero, que es lo que siempre todos tendremos más a mano.

¿Cree usted que los científicos críticos, la ciencia crítica, no le hablo de toda la ciencia, ha estado a la altura de las circunstancias?

La actividad académica, por sí sola, no garantiza la eficacia social en la asunción de sus resultados. Yo me atrevería a poner en contraste la trayectoria vital y científica de dos investigadores; pongamos por caso, entre los doctores Irving J. Selikoff y Julian Peto. Hay quien considera que por encima de todo hay que preservar la neutralidad aséptica de la tarea científica, y ese criterio le lleva a abstenerse de toda otra actividad que no sea la estrictamente científica, en su respectiva especialidad, y hay quien, por el contrario, opina que «hay que mojarse», involucrándose en la lucha por llevar a sus últimas consecuencias lógicas el resultado de sus investigaciones y de las de sus colegas.

Para que quede un poco más claro, ¿quién sería el científico puro y quién el científico comprometido en esos dos nombres que cita?

El netamente comprometido, fue Selikoff.

Afirma usted que la Enciclopedia Británica incluyó en 1949 el amianto en un listado de substancias causantes de cáncer ocupacional y ambiental. ¿Es así, no ha cometido ningún error? ¿Cómo se entiende entonces las dudas sobre la prohibición de su uso?

No, no he confundido 1949 con 1994. Las dudas sobre la prohibición de su uso, no han sido honestamente generadas, en una discusión sin trampas, sino todo lo contrario, y en donde la acción de los poderes fácticos ha tenido un peso decisivo durante décadas.

Cita usted un estudio de Mirabella de 1975. Parece importante. ¿Qué probó esa investigación?

En su trabajo titulado «Post mortem ascertained cases of lung and pleural tumors due to asbestos», el autor, revisando los casos de autopsia con asbestosis, realizadas y publicadas desde el año 1900 hasta el 1974, encuentra una incidencia del mesotelioma, entre los enfermos de asbestosis autopsiados, que viene a resultar de 20 a 30 veces superior a la que correspondería a la población general. Se atendió, en su momento, a la asbestosis que presentaban los autopsiados, cuando todavía vivían, y no se atendió a la otra patología ya entonces concurrente, el mesotelioma, considerándola meramente como incidental.

Comenta usted que en la fábrica de Uralita en el Vallès hubo un caso de asbestosis masiva confirmado por dos médicos pero que no fue objeto de ninguna publicación a petición de los cargos sindicales de CCOO. ¿Por qué, qué sentido tuvo esa petición?

Dicho así, me recuerda usted al abogado que comienza su intervención en sede judicial, con la pregunta: «¿cuándo dejó usted de pegarle a su esposa?»…

Lo siento, me sabe muy mal traerle ese recuerdo. Lejos de mi, en intención, ese cáliz.

La asbestosis masiva la tenía una perra, que vivía habitualmente en la fábrica, y los trabajadores lo que temían, si se hacía público el diagnóstico, es que fuera de inmediato discretamente sacrificada y su cadáver hecho desaparecer.

Es otra cosa, tiene razón. Disculpas. La primera prohibición general de uso del amianto, ¿se produjo en Dinamarca? ¿Cuándo fue? ¿Y por qué en Dinamarca precisamente?

Dinamarca fue la primera nación que, en 1959, reconociera al mesotelioma como enfermedad profesional, incluso precediendo a la publicación, por Wagner, Sleggs y Marchand, de su famoso estudio sobre dicha patología maligna, en 1960. En 1972, fue también la primera nación en prohibir los aislamientos realizados con amianto, una utilización que sin duda es la más peligrosa, por tratarse de amianto friable. En 1980, Dinamarca prohíbe el uso del amianto, con excepciones para algunos productos de amianto-cemento. La prohibición pasará a ser general, en el año 1985, siguiendo los pasos de Islandia, que ya lo había hecho en 1983, y de Noruega, que también había hecho lo propio, en 1984. Pero después tampoco permaneció ociosa, puesto que progresivamente siguió reforzando esa prohibición general, promulgando sucesivas ampliaciones de la legislación, con restricciones específicas, adoptadas posteriormente, en los años 1986, 1987 y 1988.

En general, fueron las naciones escandinavas las que, aplicando coherentemente el Principio de Precaución, y habiendo sido las primeras en reconocer oficialmente el nexo causal entre amianto y mesotelioma, consideraron que para dicha dolencia maligna no había posibilidad real de poder establecer una dosis mínima que garantizase la ausencia de un riesgo socialmente asumible, y que, en consecuencia, y como única alternativa disponible, sólo quedaba la opción consistente en una prohibición absoluta del uso industrial del asbesto. 

Perdone, se me había olvidado, ¿y qué ocurrió en este ámbito en los países del este de Europa, en los llamados países del socialismo real?

La incidencia de las patologías asociadas al amianto, en esos países, aun estando lejos de ser desdeñable, tampoco es que se hubiera manifestado con especial virulencia. Son otros condicionantes, de tipo social, político y cultural, los que en todo caso podrían dar una explicación. De todas formas, alguien tenía que ser el primero, ¿no?… De no haber sido estos países, habrían sido otros, después. Y entonces, respecto de ellos, también podríamos estarnos preguntando lo mismo.

Una curiosidad: ¿el amianto está prohibido actualmente en Cuba? ¿Y en Bolivia? ¿En Ecuador? ¿En Venezuela?

En ninguno de esos países. En alguno de los mencionados. En su día la empresa española Uralita instaló sendas filiales, y hasta el día de hoy subsiste la misma permisividad.

¿Y cómo es posible una cosa así teniendo en cuenta la orientación social de sus gobiernos?

Estoy seguro de que si los efectos nocivos del asbesto se manifestaran de inmediato, cuando esos gobernantes tienen todavía responsabilidades políticas, en lugar de hacerlo varias décadas después de que la exposición al contaminante se haya producido, su actitud hacia toda esta cuestión sería radicalmente distinta.

En Colombia, si no ando errado, se siguen dando batallas que no están perdidas.

Ni ganadas, de momento. Las condiciones son muy difíciles; ellos están en las situaciones por las que aquí ya pasamos hace varias décadas, con unas asociaciones patronales que niegan descaradamente el riesgo, y con una opinión pública que, a tenor de las manifestaciones que se publican en los medios de comunicación, y de los términos y calificativos de duda o precaución que se utilizan, se deduce que está bastante in albis de la situación real, hasta extremos que para nosotros pueden resultar insólitos.

En la página 246, hay una singularidad espacio-temporal-estilística: una frase en negrita y en letra grande, de unas diez líneas. ¿Por qué lo destaca así?

Porque sintetiza, en un solo párrafo, todo lo que en este apartado del libro he ido relatando

¿La reproducimos?

ES IMPOSIBLE PODER DAR UNA EXPLICACIÓN COHERENTE DEL DESARROLLO HISTÓRICO DEL POSICIONAMIENTO DE LA COMUNIDAD CIENTÍFICA, Y DEL CONJUNTO DE TODA LA SOCIEDAD, FRENTE A LA NOCIVIDAD DE TODOS LOS TIPOS DE ASBESTO, SIN TENER PRESENTE LA PERMANENTE ACCIÓN, GRAVEMENTE PERTURBADORA, DEL LOBBY DE LA INDUSTRIA DEL AMIANTO, DESDE EL PRINCIPIO HASTA SIEMPRE, Y DESDE LA MINERÍA DE ORIGEN, HASTA TODOS LOS SECTORES QUE LO HAN USADO COMO MATERIA PRIMA.

Critica usted finalmente un trabajo de 2012 de Arnald Argüelles Castro. ¿Qué pasa con él? Veo que no le ha gustado mucho.

Diciéndolo aquí con más brevedad, ese autor parece asumir implícitamente que los cambios legislativos en nuestro país, se han originado «espontáneamente», por pura iniciativa gubernamental, y en momentos concretos que nada tendrían que ver con el posible rol jugado por los agentes sociales concernidos, y, claro está, a quien ha estado personalmente involucrado en la gestación de la primera legislación española específica sobre amianto (hasta el punto, incluso, de incluir ésta, literalmente, sin modificación, propuestas aportadas), esa apreciación del señor Argüelles, no puede menos que indignarle. Unamos a ello, además, otros defectos metodológicos del referido trabajo.

Pasamos al apartado 1.10. «Los subvencionados por debajo del mantel». Lo abre usted con una cita del gran Linus Pauling: «Todo el mundo debería saber que la guerra contra el cáncer es un gran fraude». Le preguntaré por qué. En mi opinión, este apartado 1.9, de casi 100 páginas, casi merecería una edición especial, como aportación crítica a la historia de la tecnociencia contemporánea.

La cita de Pauling, al menos en la interpretación que yo le doy, parece señalar al hecho de que en una amplia proporción de la literatura médica, se pone el énfasis, como factor etiológico del cáncer, a los hábitos de vida poco saludables, entendiendo por tales a los que voluntariamente pueden ser modificados, con olvido clamoroso de los que no lo son, como es el caso del entorno de trabajo y de vivienda, que, en términos generales, cada cual no está en condiciones de poder seleccionar o cambiar.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.