Sigamos con los apuntes de FFB sobre la tesis doctoral de Sacristán. Seguimos tomando pie en los apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Nos habíamos quedado en el cuarto apartado de su aproximación. 4. Método de trabajo En cuanto al método, MSL descarta la posibilidad de una «traducción» estricta del pensamiento de Heidegger al […]
Sigamos con los apuntes de FFB sobre la tesis doctoral de Sacristán. Seguimos tomando pie en los apuntes del curso de doctorado de 1993-94. Nos habíamos quedado en el cuarto apartado de su aproximación.
4. Método de trabajo
En cuanto al método, MSL descarta la posibilidad de una «traducción» estricta del pensamiento de Heidegger al pensamiento racional por la escasez de literatura española al respecto; pero declara que va a seguir, en las partes expositivas, el procedimiento de «dejar hablar» a H. vertiendo su lenguaje y parafraseándolo frecuentemente. En ese contexto se aborda también la complicación técnica de todo estudio sobre H., a saber: la «ambigüedad premeditada» del lenguaje heideggeraiano que, en opinión de MSL, se basa en una potenciación etimologizante y hasta poética de algunos términos técnicos (existencia, tiempo, acaecer) que no afectan a las otras palabras del período. En cuanto a la forma de traducir a H. al castellano MSL declara que»la traducción de los textos intenta ser verdadera traducción, es decir, traslado del alemán al castellano») y , consiguientemente, se inclina por el modelo seguido por Zubiri al traducir Was ist Metaphysik. Descarta, pues, primero el tipo de versión de Sein und Zeit al castellano dado por José Gaos (con la consideración de que ésta no es propiamente de una traducción sino «desmembración de los vocables heideggeraianos para indicar en castellano más que la significación de los mismos la de sus miembros»,13) y, en segundo lugar, la posibilidad de inventar un castellano heideggeriano como hizo en Aut-Aut F. Favino con el italiano.
[Es interesante comparar lo que se dice en la tesis de la traducción de Gaos de SuZ con lo que MSL había escrito en 1953 en el artículo titulado «Verdad: desvelación y ley», ahora en PyM II, 17, nota 2, donde dice que la traducción «es respetable». Ya entonces conocía también la traducción por Zubiri de Qué es metafísica.]
[Sobre las ideas de MSL acerca de la traducción véase «Hablando con Sacristán sobre la traducción…» Y ahora que se acaba de volver en la prensa sobtre el Marat-Sade de Peter Weiss conviene recordar una cosa que se dice en esta entrevista:»Una vez sí que traduje versos a la fuerza, el Mart-Sade, de Peter Weiss, pues se tenía que representar». Según el testimonio de MSL, se apropiaron de esta traducción en la representación que se hizo en los años sesenta].
[SLA. A propósito del Marat, algunos pasajes sobre el papel socrático-traductor de Sacristán:
1. Aspectos biográficos
A. De la subsistencia (1983)
(…) La evolución de mis preocupaciones teóricas no responde muy exactamente a lo que he tenido que hacer. Pongamos por caso la traducción. Estará feo decirlo, pero el hecho es que yo he traducido para comer. Bajo el franquismo estuve expulsado de la Universidad durante años, e incluso en los períodos en que trabajé en la Universidad, mi condición académica era económicamente muy mediocre, de modo que traduje e hice trabajo editorial para subsistir. Lo que pasa es que, al cabo de cierto tiempo de traducir, si uno cumple con plazos y criterios de calidad, puede tomar iniciativas: por ese camino pude llegar a practicar una modesta política de publicaciones, aunque sólo después de varios años de traducir todo lo que se pusiera por delante.
Como la traducción es en España un trabajo mal pagado e inseguro, ocurre que casi nadie se profesionaliza en ella; los editores, cuando encuentran a una persona que de verdad se profesionaliza en traducir, acaban por condecerle un cierto margen de iniciativa. A partir del momento en que me ocurrió eso, sí que pude seguir una línea consistente en difundir pensamiento socialista, principalmente de tradición marxista. Al mismo tiempo traduje bastante literatura lógica y epistemología, que responde a mi principal campo de trabajo en filosofía.
B. Esencialidad del estudio (1981)
Cuando hay suerte, la traducción puede serlo todo; cuando no la hay, sólo una necesidad; para que de verdad sea un arte hay que poder traducir con tranquilidad… mi vida, desgraciadamente, ha tenido mucho de riesgo, mucha aleatoriedad y ha sido una vida no asegurada.
(…) En muchos casos, en cuanto a traducción filosófica y científica, que es la que más he practicado, el traductor en España no se ha profesionalizado y es poco responsable… No hay dominio del léxico y, además, hay una cultura general bastante floja; por otra parte, en muchos casos se canonizan formas de expresarse por las que se ve que uno no tiene consciencia de pertenecer a la familia latina de la lengua.
(…) La verdad es que en las épocas que he traducido lo he hecho en la práctica, profesionalmente; durante mis dos exclusiones de la Universidad, de 1964 a 1972 y de 1973 a 1976, tenía las jornadas enteras para estudiar y ganarme la vida traduciendo…Cuando fui excluido por primera vez de la Universidad, pensé que quedaba excluido para siempre de la vida universitaria; pensé, entonces, en reorganizarme la vida de un modo que me permitiera lo esencial para mí, estudiar. Como, además, me pareció que el trabajo de traducir era sumamente malo desde el punto de vista económico, eso me dio la posibilidad de, explotándome intensamente a mí mismo y careciendo de automóvil que no he tenido nunca y de propiedad alguna, como tampoco he tenido jamás, poder sobrevivir teniendo más horas para estudiar que para ganarme la vida; lo que me ganaba con eso, a cambio de la inseguridad y la falta de confort y de propiedad, era el estudiar.
(…) Al cabo de un año y medio o dos de traducir, ante la libertad de selección que me dieron los editores, mis traducciones empezaron a cobrar otro sentido. Al traducir no sólo me ganaba la vida, sino que colocaba producto intelectual en la vida cultural del país; a partir de ese segundo año todas mis traducciones responden a mis preocupaciones o ideales intelectuales.
(…) No creo haber hecho nunca traducciones muy malas, pero sí he hecho algunas muertas.
C. Crisis y textos de interés (1982)
Pero yo empecé a traducir en 1954 y viví de ello durante muchísimos años. Y, desde luego, no podía escoger lo que traducía. A finales de los años cincuenta empecé a poder elegir, a poder colocar algún título; aunque siempre es un forcejeo y depende mucho también de las épocas económicas. Por ejemplo, en estos momentos de mucha crisis económica, es desesperado, no hay casi manera de llamar la atención sobre un texto interesante que no sea muy comercial.
D. Marxismo complicado (1982)
Yo he difundido bastante la lógica, he traducido cas todas las obras de Quine y algunas otras cosas de filosofía del conocimiento. No precisamente marxistas, sino, más bien, analíticas o neopositivistas. Lo que pretendía, independientemente del resultado que diera, era, primero difundir ideas que no circulaban por razones de censura directa o indirecta; y luego, en el caso de la literatura marxista (que era la que más me interesaba), intentar prestar un servicio interno a la gente que se consideraba marxista. A saber, compensar el marxismo muy esquemático de los manuales más políticos.
(…) Yo lo que hacía era intentar dar un marxismo complicado por así decirlo: Adorno, W. Benjamin, Lukács. Autores que no fueran muy equemáticos y que no fueran sólo la cultura marxista elemental. Y clásicos. Siempre aspire a clásicos ya que una de las cosas peores de la literatura marxista es que, como la obra de Marx fue editada por el propio autor en forma de borradores en su mayor parte, se lee muy poco por ser una tarea bastante pesada y laboriosa.
E. Trabajo ingrato (1983)
Seguramente traducir es importante, pero es, por otro lado, un trabajo muy ingrato, al menos en España; en España el traductor es un trabajador a destajo, le pagan a tanto la hoja y si está enfermo no gana nada, y en cuando hay un poco de crisis las editoriales restringen las traducciones. Es un trabajo nada bien pagado. Ahora, es evidente, que la traducción en sí misma es muy importante.
2. ¿Qué es una traducción? (1982)
Una traducción es pasar unas significaciones de una lengua a otra. Aunque me temo que queréis decir algo más con esa pregunta… Supongo que contestar en serio sólo puede ser el resultado de una larga conversación porque cambia mucho lo que espera uno de una traducción bien hecha. Podemos encontrar desde la opinión más pesimista, el célebre dicho traductore tradittore, todo traductor traiciona, hasta las versiones más optimistas. Goethe creía que lo único importante de una poesía era lo que se podía conservar en una traducción. Depende del lo que uno estime que se puede conseguir traduciendo. Yo me acerco más, aunque no del todo, a una opinión optimista, como la de Goethe, a saber, que una buena traducción es aquella que debería dejar nostalgia de muy poca cosa de lo traducido, sin que llegue al optimismo de creer que todo lo que tiene contenido poético se puede traducir.
A mí me parece, sinceramente, que en la preparación de un traductor van a jugar menos, al final, los elementos de preparación técnica que recibe en la escuela de traductores, que la profundidad de su cultura… El ser traductor tiene mucho de trabajo artístico y eso no se enseña, te ayudan, pero se hace uno. (…) Por regla general, el traductor de poesía nunca vive de eso. Es más bien un poeta. El mejor traductor de poesía es un poeta que hace, en su vida, unas pocas traducciones (…) Yo, personalmente, prefiero ser lo más fiel posible incluso en el libro muy artístico. Por ejemplo, a medida que se hace cada vez más artístico, más poético, digamos, a mí me va pareciendo cada vez más desesperado traducir. Walter Benjamin, el filósofo que habia publicado bastante sobre la traducción -y muy agudamente- escribió lo siguiente: «la traducción perfecta es la versión interlineal de la Biblia»… ¿Por qué decía eso Walter Benjamin? Seguramente por la imposibilidad de traducir de verdad un texto altamente poético.
Se pueden hacer dos cosas puestos a ser extremistas: o lo que dice Benjamin (dar la versión lineal) o bien poner en tu lengua un poema que más o menos evoque el otro sin pretender que sea su traducción, fórmula que usan muchos poetas traductores. Construyen otro poema y lo dan como traducción, aunque eso no es una traducción, es un poema que evoca el otro. Yo, personalmente, para comprometerme prefiero la literalidad y, si tengo que elegir entre los dos extremos, me decanto por lo que dice Benjamin. Cuando he tenido que traducir a algún poeta -en muy pocas ocasiones- he dado una verisón literal y he puesto a pie de página el texto original (…) Bueno, es un criterio literario y no lo podría definir. Vamos a intentar explicar qué quiere decir. De un mismo texto que no sea un texto científico, de lógica, que tenga alguna calidez literaria, uno puede leer una traducción animada, que interesa, que parece que es un original, y otra versión que uno ve enseguida que es una traducción. Esta segunda es la que yo digo que está muerta. No tiene vida, le queda la vida del significado que tenía el original, pero ella misma no tiene ninguna vida.
Referencias: 1. A. «Entrevista con Manuel Sacristan» , PEYPA, pp. 100-101 1. B. «No traducir nunca por obligación», LV, 8-12-1981, p. 39. 1. C. «Hablando con Manuel Sacristán sobre la traducción», AMS, p. 167. 1. D. Ibidem, 171-172. 1. E. «Entrevista con UnomásUno», Ibidem p.184. 2. «Hablando con Manuel Sacirstán sobre la traducción», Ibidem, pp. 158-174.
En sus clases de Metodología de 1981, Sacristán hizo un elogio entusiasta de la labor del traductor de La lógica de la investigación científica, el malogrado Víctor Sánchez de Zavala, en los siguientes términos.
En 1981, se estaba en una época caracterizada por una gran confusión de corrientes distintas en filosofía de la ciencia, después de un período que se podrá llamar clásico.
Realmente parecerá la época clásica de la filosofía de la ciencia, que ha sido ese período de influencia de Popper, entre la primera edición de su libro, que se titula La lógica de la investigación científica y está traducido en editorial Tecnos, muy bien traducido, por Víctor Sánchez de Zavala, que es un hombre muy competente. Era profesor de la Autónoma de Madrid pero no sé si lo ha dejado. En todo caso es una de las personas dedicadas a filosofía de la ciencia más competentes del país y menos conocidas por otra parte. Y la traducción es muy buena.
Sobre su propia tarea socrático-traductora, este paso de Mario Bunge («Agradecimientos» en La investigación científica. Ariel, Barcelona 1969, p. 5):
(…) Ha sido un alto privilegio en que los ilustrados directores de Ariel, S.A. encomendaran la traducción de este libro al Profesor Manuel Sacristán. No escapará al lector que el traductor ha debido superar la dificultad que presenta la pobreza de nuestro vocabulario filosófico, dificultad que no hubiera podido encarar siquiera de no poseer una sólida versación y rica experiencia.
O este reconocimiento de Juan José Acero y Nieves Guasch («Nota de traductores») en su traducción de Los métodos de la lógica de Quine:
La presente edición castellana del libro del profesor W. V. Quine Los métodos de la lógica se basa en la tercera en lengua inglesa, publicada en 1972. Las precedentes ediciones hechas en nuestra lengua se basaban en la inglesa de 1959. El Dr. Manuel Sacristán llevó a cabo su reconocida traducción partiendo del texto original de dicha edición inglesa (…) La presente traducción es íntegramente nueva: no nos hemos limitado a verter el nuevo cincuenta por ciento de texto, para añadirlo al material elaborado por el Dr. Sacristán. Sin embargo, reconocemos la valiosa ayuda que representa el hecho de haber podido contar con dicho material. Ello se hará patente sobre todo en muchos de los ejemplos que se discuten a lo largo de la obra, pues los hemos mantenido. Conste, por lo tanto, nuestro agradecimiento por la deuda contraída con el traductor anterior.
También este delicado comentario de su compañero y amigo José Mª Valverde:
El era un traductor muy escrupuloso, que trabajaba poniendo verdaderamente todo. Incluso, si cabe alguna crítica, es que ponía a veces demasiado amor. O sea que él incluso daba algún toque, que no era un traductor mecánico, es decir, que rehacía los textos, lo cual era admirable como creatividad. Pero alguna vez, en cierto modo, casi se pasaba, y mejoraba el original. Era una época en que yo también traducía mucho y padecíamos al mismo editor, San Miguel, que era un hombre que se obstinaba, a veces. Yo alguna vez fui a Madrid y le saqué a la fuerza los dineros míos y de Sacristán» (AMS, pp. 690-691) .
Cuando tradujo Historia del análisis, económico de Schumpeter, MSL consultó varias cuestiones técnicas en torno al uso de los términos «competición», «competencia» y nociones afines en el ámbito económico con Juan Velarde Fuertes y Víctor Pérez Díaz. Las siguientes cartas son claro indicio del rigor con el que Sacristán realizó su tarea traductora. La primera, fechada el 3 de agosto de 1972, está dirigida a Juan Velarde:
Querido amigo:
Gracias por el recuerdo del viejo tuteo. Te agradezco también la concienzuda respuesta. Me es muy útil la información que contiene sobre las reflexiones de D. Valentín Andrés Alvarez, que yo no conocí. Item más te agradezco el ayudarme a zanjar -en las futuras reimpresiones- las pusilanimidades que quedan en mi traducción de la Historia de Schumpeter. La vacilación que has notado en la pág. 1062 (y que se da también en otros lugares que no te han caído aún bajo la vista) es, hablando en plata, miedo, del que tuve bastante -previendo los disgustillos que habría luego- durante los casi dos años de traducción del mamut.
Tengo ya la opinión de Rojo: piensa que el uso de ‘competición’ es discutible en sentido positivo, esto es, no recusable a priori, sino de decisión confiable, como yo también pienso, a los economistas que escriban en estos años. Los demás no me han contestado todavía. Es posible que lo hagan directamente a Ariel.
Me parece buena tu propuesta de escribir el resultado de la microencuesta para los Anales (cuyo envío te agradezco) pero con dos condiciones: que no se me pague, puesto que yo no haría verdadero trabajo (mi trabajo ha sido la traducción), sino que se me regale, a lo sumo, una suscripción por un año a la revista; y que publiques el conjunto como nota (yo la redactaría con la mayor brevedad posible, aparte de transcribir vuestras palabras), compuesta en un cuerpo pequeño, por ejemplo, un 7/8. Creo que así evitaríamos todo riesgo de hacer que la revista pariera un ratón sin avisar antes que no se trata de un monte. Eso me parece lo más sensato.
Y, a propósito de sensatez, aunque por asociación de ideas a contrario, no tengo más remedio que adjuntarte el final de mi trifulca con Ariel. Aseguro que va a ser por mi parte la última pieza del dossier.
Cordialmente,
La segunda, dirigida a Víctor Pérez Díaz (Cambridge, Mass), está fechada el 11 de septiembre de 1972:
Querido amigo,
le agradezco su carta del 16 de agosto, tanto por sus frases generosas cuanto por lo útil que me es para hacerme una idea -que seguramente habría debido formarme antes de empezar a traducir la Historia de Schumpeter- de lo que piensa la gente de los oficios emparentados acerca de algunas cuestiones de léxico.
He recibido respuestas de Rojo y de Valverde, ambos, con matices varios, en el mismo sentido que la de usted (al menos desde el punto de vista de las conclusiones prácticas).
Desde luego que lo más a que aspiraba con mi uso de «competición» era que no se recusase. Si ni en lógica hay un léxico totalmente unificado, sería insensato pretender que lo haya en la literatura económica. Usted apunta en su carta a una sólida causa de la fluctuación léxica en economía.
A propósito de insensateces: puesto que le molesté con el aspecto etimológicamente «idiótico» y desagradable de mi trifulca con Ariel, me siento obligado a adjuntarle la última pieza del dossier (última no en el sentido de más reciente; sino en el sentido de que no habrá más). Con amistad,
Otras cartas en torno a su trabajo de traductor. Las tres siguientes están dirigidas a Francisco Fernández Santos, exiliado en Paris por aquel entonces. La primera está fechada el 16 de marzo de 1970:
Querido amigo:
Yo pensé por un momento, en una de mis anteriores cartas, en decirte algo acerca de la recomendación de Javier Pradera para Ignacio Bolívar. Pero como había pasado cierto tiempo desde mi solicitud, decidí que no debía hacerlo, para no dar a Bolívar una sensación de acoso.
He recibido el texto de Lenin, y lo tendré terminado el viernes 20 o incluso antes, con mucha anticipación por lo tanto. Es un texto breve y familiar. La selección tiene cierta gracia: parece bastante exenta de urgencias à la mode y de intención táctica-instrumental excesiva, salvo en la cargante insistencia en el aprovechamiento de los intelectuales burgueses y en la anacrónica importancia dada a la pugna con los futuristas. Pero, de todos modos, también eso es histórico e instructivo.
Me alegra mucho la noticia de la victoria de nuestro subdesarrollo. Pongo inmediatamente manos a la obra y espero adelantarme un poco -aunque no podrá ser mucho, dado el poco tiempo que queda- a la fecha tope que me indicas. Tomo nota de las características populares que ha de tener el artículo. No me molestan en absoluto: conforme me voy haciendo viejo voy sintiéndome capaz de prescindir sin complejos de gran parte de los usos académicos.
Con un abrazo, y de nuevo agradecido de tu eficacia nada subdesarrollada.
La segunda lleva fecha del 17 de agosto de 1970:
Querido amigo:
con gran retraso (estaba fuera de Barcelona) he recibido el envío firmado por el señor Koffler el 15 de julio. Me he puesto en seguida a traducir, por si todavía era útil el trabajo. Te lo envío en dos ejemplares, uno a Comillas y otro a Paris, ambos por correo urgente. Los dos ejemplares del contrato van a Paris. Inútil decirte que si llego demasiado tarde no has de preocuparte en absoluto por el aspecto económico del asunto.
Una observación sobre el trabajo mismo: he notado que traduzco mucho más «servilmente» que el traductor francés. Lo hago por gusto y principio, particularmente por lo que hace al léxico científico ya corriente en castellano («status’, etc.), pero tú me debes decir sinceramente si allí se preferiría una versión más libre y en lenguaje más neutro y convencional, como el sabiamente utilizado por el traductor francés.
Hasta el 20 de septiembre me alcanzarás -caso de necesitarlo- más rápidamente en esta dirección… Con un abrazo»
La tercera es del 6 de junio de 1972:
Querido amigo:
siento que sin duda mis líneas dándote mi nueva dirección te hicieron temer que estaba con el agua al cuello y necesita algo de traducción con urgencia. Lo siento sobre todo porque del nuevo régimen de traducciones de la Unesco se desprende que no deberías, quizás, haberme mandado ésta. En realidad mi carta no obedecía a una urgencia de traducción, sino realmente a darte mi nueva dirección. En cualquier caso, hoy he terminado de traducir y mañana por la mañana te mandaré el texto por correo urgente desde Correos-Central. Espero que te llegue a tiempo.
Mi cosa psíquica, o neurológica, o córtico-visceral, o como decidas llamarla a tenor de lo que creas al respecto (yo estoy parcialmente socrático en esta cuestión -quiero decir, sin mayéutica alguna que llevarme a la boca -desde que he visto a los médicos correspondientes en funcionamiento), sigue su curso, positivo, según me dicen pero lentísimo en los aspectos somático (por ejemplo, resistencia a marcha) y emocional (apatía, melancolía), y, afortunadamente, mucho mejor en el aspecto intelectual (capacidad de trabajo), sin que, de todos modos, sea aún capaz de enfrentarme con mis problemas teóricos de toda la vida: ya puedo leer a gusto cualquier cosa, me siento cómodo y sereno al traducir, consigo tomar notas breves, apuntar alguna modesta reflexión, etc. De ahí no paso.
Hacia el 7 de julio me iré a Puigcerdà por unos 50 días. Me dicen los médicos que eso me será muy beneficioso. Te escribiré antes, simplemente porque me tengas localizable.
No me contestas a la pregunta sobre el volumen que preparaba Jacobo Muñoz. No veo a éste desde hace algún tiempo (más por culpa mía que suya: la depresión me ha dado una cosa que, con optimismo bastante realista, prefiero llamar claustrofilia que agorafobia, porque lo paso bien encerrado; pero el resultado es el mismo).
Te pido seriamente que no tires de la cuerda por mandarme traducciones. Grijalbo y Ariel han reaccionado muy bien a mi enfermedad, y me dieron trabajo incluso en los momentos más graves, cuando habrían podido pensar que aquel enajenado apático no haría el trabajo o lo haría mal. Y sin duda seguirán portándose así.
Un abrazo.»
Esta carta está dirigida a Vicente Herrero, Unesco (Paris). Está fechada el 18 de marzo de 1970:
Estimado señor Herrero: aquí le adjunto la traducción que me encargaron ustedes el día 12 de marzo.
Tengo una pequeña dificultad con el contrato: como no tengo cuenta corriente ni posibilidad de pasar por Paris, y como tampoco conozco los mecanismos de pago internacionales, no sé si puedo rellenar algún cuadrado en el apartado ‘modalités de Paiement souhaités par le contractant». Me parece más prudente dejar que resuelva usted el asunto.
También me importaría mucho que, de serles posible, me hicieran ustedes alguna indicación acerca de la traducción y del mecanografiado. Es la primera vez que trabajo para ustedes, y me convendría saber lo suficiente acerca de sus criterios y de sus costumbres de trabajo. He reproducido las características de interés tipográfico que presentaba el texto original (pero he completado la indicación de cursiva -italique- que era evidentemente irregular en el original), y he cuidado de que cada una de mis páginas contuviera casi exactamente la traducción de la página francesa del mismo número, suponiendo que eso puede facilitar el trabajo de control y acaso también el de cálculos de compaginación. Por el principio de respetar las características tipográficas he puesto en mayúsculas el nombre ZETKIN, cuando posiblemente sería más adecuado dar la indicación de versalita.
Dudas como esta última será sin duda fáciles de eliminar para trabajos posteriores si ustedes me pueden dar indicaciones explícitas.
Discúlpeme la molestia y acepte mis cordiales saludos».
La siguiente está dirigida a José Mª Vives y está fechada el 12 de agosto de 1974:
Querido gerente,
gracias por tus buenos deseos. ¿tú no piensas salir en serio de Barcelona? Ten ojo: Barcelona es venenosa,
Creo que el texto del señor Forrar no se puede aprovechar. Y lo siento. Porque el tema es de muchísimo interés. Lo que pase se que el tratamiento es él mismo casi publicitario, o, al menos, abogadil. Me de la impresión de que el texto reproduce más o menos directamente alguna conferencia o charla en alguna medida originada por necesidades de relaciones públicas del gremio. Dicho de viva voz, debe ser bastante satisfactorio. Por escrito se nota mucho la falta de dato concreto y exacto, cuantitativo, y, sobre todo, la falta de aducción de fuentes de información precisas y fiables. Tal como está, me resulta demasiado supercialillo. No creo que dé la talla mínima.
Estoy sobre ascuas desde que Jacobo trajo sus noticias de Alemania sobre la Nueve MEGA ¿Te ha informado del asunto? ¿Cuándo estaré aquí Grijalbo y, sobre todo, cuando crees que podríamos reunirnos con él para tomar una decisión acerca de la novedad de la situación que ha encontrado Jacobo en Berlín?
Con un abrazo.
Igualmente, esta de 1 de octubre de 1972, dirigida a Javier Pradera, cuando éste era consejero de Alianza Editorial, sobre asuntos de tarifas para traductores y temas afines:
Querido Javier,
Contesto de prisa a dos preguntas pendientes tuyas:
1º: el ganar el mismo dinero en menos tiempo traduciendo para Grijalbo no es sólo cuestión de tarifas, sino también de textos. Lo esencial para trabajar menos es, como te escribí, traducir porquerías (en alguno de los numerosísimos sentidos en que es porquería la aplastante mayoría del impressum propio de la cultura superior). Las cuales no plantean nunca problemas serios de traducción. De todos modos, te digo lo que sé de las tarifas de Grijalbo: son tarifas iguales para cualquier lengua, pero más bajas para novela que para el resto de sus temas (ciencia, filosofía, historia, arte, libros para regalo). Se imprecisamente lo que paga a sus traductores de novela (por lo común muy malos): entre 70 y 80 ptas. la holandesa de 2100 pulsaciones, pero admitiendo generosamente como completa cualquier holandesa honradamente empezada, así como las que, por contener índices, etc., no son de líneas de 70 pulsaciones, y sé exactamente lo que paga a García-Borrón, Jacobo Muñoz, Feliu Formosa y a mí por textos de la otra familia: 110 la holandesa a Feliu Formosa, 125 a Jacobo Muñoz, 150 a García-Borrón y a mi. Carga él con la totalidad de los gravámenes fiscales, de modo que recibimos las suyas limpias. Ahora va a subirnos a los cuatro, y creo que también a los de novela, aunque con estos es mucho más duro.
Para comparar: la holandesa del Quine (que me ha exigido mucho más tiempo que la de cualquier blá-blá-blá filosófico), me ha salido a 102 ptas aproximadamente. Pero te repito que el factor más importante es la naturaleza del texto. Por eso no me las prometo muy felices ahora que hoy a empezar para Grijalbo el Capital, aunque pactemos, hace dos años, 300 ptas por la holandesa y aumentos por «escala móvil» según el índice de precios de los productos alimenticios, lo que probablemente sube ahora la tarifa, al menos, a 315 ptas.
2º. Querría no traducir fuera de mi «programa Grijalbo» -sobre todo ahora que empiezo El Capital- más que en verano. Si te parece, tú me mandas texto en junio y yo te lo envío traducido a primeros de octubre. Podíamos adoptar incluso -por si quieres hacer ya un contrato- la fecha del 10 de octubre como fecha de entrega, siempre que yo tenga el texto el día 10 de junio.
Un abrazo
Sobre el papel de la traducción en la vida de Sacristán, este fragmento de una carta del 2 de febrero de 1980 dirigida a Alejandro Pérez es muy significativo:
Querido Alejandro,
tu carta del 28 nos puso de muy buen humor. Nos alegró mucho tu realismo y lo agradecemos de todos corazones (tres, precisamente). Sin embargo, nos hemos hecho una composición de lugar acerca del problema económico y querríamos atenernos a ella, mientras podamos. Nuestro cálculo se puede resumir así: tal como estamos ahora, tenemos resistencia económica para unos 5-7 meses. Durante ese tiempo, deberíamos conseguir una organización doméstica que me permita traducir, ya que, por lo que parece, podré pasarme todo este curso cobrando y sin dar clase. Si consigo traducir a buena velocidad, nuestra resistencia económica se alargará unos seis meses más. Luego (si por fortuna hay luego) veríamos. Todo será mucho más difícil dentro de unos siete meses, porque es evidente que en octubre yo tendré que dar clase: se puede conseguir que la gente tenga manga ancha contigo durante un período breve e intenso de crisis, pero no a lo largo de un año.
Resumen: dentro de 6 o 7 meses replantearemos la cuestión del S.O.S.
(…) Buen trabajo y abrazos para los dos…
Finalmente esta advertencia del editor, que conjeturo, tal vez erróneamente, el «Dr.» me hace dudar, que fue escrita por el propio Sacristán, sobre los avatares de la traducción castellana del Marat-Sade, en tiempos del Ministerio, y del Sr. Ministro, de Información y Turismo:
La editorial Grijalbo, titular de los derechos literarios de esta y otras obras de Peter Weiss para todos los países de lengua castellana, publicó en enero de 1966 la traducción del Marat-Sade, debida al ex-profesor de filosofía de la Universidad de Barcelona Dr. Manuel Sacristán. Esta traducción, desaconsejada por la Oficina de Información Bibliográfica del Ministerio de Información y Turismo. no circula en España.
La editorial Grijalbo, deseosa de cumplir del modo más conveniente para el público y para el autor las obligaciones contraídas con éste, publica ahora la traducción de la misma obra por Don X versión que ha obtenido el beneplácito de la indicada autoridad española. En la América de habla castellana la Editorial Grijalbo sigue difundiendo la traducción del Dr.Sacristán, la cual es íntegra, contiene todas las variantes de la 4ª edición y es, naturalmente, directa del original, según es norma de esta editorial en circunstancias ordinarias.
Puno final. En el curriculum elaborado para la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, durante el curso académico 1982-83, Sacristán señalaba:
Otas actividades académicas. Actividad de traducción, principalmente en los períodos 1967-72 y 1974-76, con la introducción por vez primera en lengua española de los filósofos Th. W. Adorno, G. Lukács, Agnes Heller, entre otros; traducciones de los lógicos W.V.O.Quine, H.B.Curry, Hasenjaeger; versión de obras de los economistas J.A.Schumpeter, J.K. Galbraith, y de algunos clásicos como Platón, Fenelon, Karl Marx, F. Engels. De entre el centenar largo de títulos…»
En cuanto a José Gaos (1900-1969) estas breves e interesantes aproximaciones en mi opinión.
1. El traductor de Ser y tiempo (1952)
Han pasado veinticuatro años desde que en el octavo volumen del «Anuario» apareció Sein und Zeit. [Ser y tiempo]. En ese cuarto de siglo la obra ha llegado a colocarse merecidamente entre las investigaciones filosóficas capitales de nuestra época. Pero tantos miles de días no habían sido tiempo bastante para que se tradujera a ninguna lengua. La de Gaos es la primera traducción de Sein und Zeit.
Una nota bibliográfica escrita en 1952 no es lugar oportuno para comentar la importancia de aquel acontecimiento viejo de cinco lustros. Acaso tampoco lo sea para declarar la del segundo -la traducción de Gaos, merecedora de más resonante eco-. Pero a los motivos profesionales que tuviéramos para hacerlo se suma esta consideración: la primera traducción de Sein und Zeit se hace a nuestra lengua.
Las más retóricas alusiones a la escuela toledana de traductores estarían justificadas en esta ocasión, tan propicia para celebrar los méritos del serio movimiento editorial que señalará probablemente en nuestra historia un renacimiento del espíritu científico: aquellas páginas bien impresas con los tipos de Galo Sáez, tipos de cuya belleza aristocrática están llenos los ojos de unas cuantas generaciones españolas. Porque Gaos pertenece a la robusta tradición de la Revista de Occidente. Acaso el Fondo y alguna otra de estas grandes editoras americanas sean hoy todo lo que son gracias al feliz injerto (feliz -¡ay!- sólo para ellas) que les llegó de la Revista de Occidente.
Repitámoslo: los discursos más endecasílabos serían perdonables en esta ocasión. Pero la coronada empresa de Gaos es lo suficientemente seria como para provocar las evocaciones por sí misma con la suprema retórica de la honrada cosa hecha y aún para prescindir de toda evocación.
(…) Es estúpido buscar las cosquillas a esta empresa descomunal. Tanto más cuanto que a los cuatro reproches que van a seguir -y a todos los demás que puedan hacerse- ha contestado tácitamente el propio Gaos, haciendo al crítico la invitación de que intente colocar las traducciones que proponga a lo largo de todo el texto -no sólo en tal o cual paraje- a ver si resisten la prueba como las del propio Gaos.
Empero, proseguía el comentarista, «ya sea dirigiéndolas al traductor, ya sea, simplemente, como triste subrayado de lo imposible que es llegar a la perfección», ahí iban cuatro lamentaciones:
1ª. Por más coherente que sea con el magnífico reiteración que traduce a Wiederholung, la versión de holen por ir a buscar por el camino me parece inadmisible por la lengua filosófica española. Afortunadamente, el mismo Gaos reduce esa traducción en algún lugar… a la expresión más sencilla ir a buscar.
2ª. La traducción de Neugier por avidez de novedades parece enfática. ¿No habría valido más cargar al término curiosidad de un contenido técnico preciso?
3ª. El Raum del Dasein, es decir, el Raum del im-Raum-sein, si hubiera sido traducido por ámbito, en vez de por espacio (que es la traducción de Gaos) no habría necesitado aclaración alguna que lo separara del espacio de lo categorial y vorhandenes.
4ª. Por último llegamos a un punto de cierta gravedad: Gaos ha traducido man por uno, en vez de por se. Acaso uno sea más generalmente utilizable, aunque eso no parece seguro. En todo caso, las ventajas del se eran numerosas e importantes:
primera y principal, verter más exactamente el man; segunda, dar lugar a frases castellanas menos pesadas: se charla en más «cursivo» que uno charla, sin dejar de lado, ni mucho menos, el matiz impersonal del uno. Tercera: el se habría ahorrado a Gaos frases de poco gusto filosófico y hasta involuntarias parodias del más patético plotinismo, como la siguiente expresión: «perdido en el uno». Bastaba subrayar se para conseguir la frase perfectamente inteligible: «perdido en el se». SE es una voz neutra en filosofía, mientras que UNO tiene gran resonancia. Esto sólo bastaba -en mi modesto entender- para preferir la primera a la segunda. Pero repito que frente a todas estas objeciones está la que nos hace Gaos: usen ustedes en todo el libro el término que prefieran al mío, antes de proponérmelo. ¡Y no es cuestión de hacer perder el tiempo al hombre que ha traducido Sein und Zeit!»
2. Agradecimientos
A. 1959
La traducción de los textos intenta ser verdadera traducción, es decir, traslado del alemán al castellano. No sigue, pues, las normas adoptadas por Gaos en su laborioso trabajo con Sein und Zeit, trabajo consistente en una desmembración de los vocablos heideggerianos para indicar en castellano, más que la significación de los mismos, las de sus miembros. La labor de Gaos es, además de grande, muy valiosa para facilitar al estudioso español la lectura de dicha obra; pero no es propiamente una traducción, razón por la cual sus criterios no podían ser seguidos aquí. Ello no es óbice para agradecer la gran ayuda que aquel trabajo ha sido para el autor de este estudio [Las ideas gnoseológicas de Heidegger], como seguramente para todo estudioso español de la filosofía de Heidegger de Sein und Zeit.
B. 1953
La respetable traducción de El ser y el tiempo, por el doctor Gaos, es tan coherente que no permite apartarse de ella un punto sin abandonarla por completo. Esto último nos ha resultado conveniente (Donde hemos escrito «existencial», el doctor Gaos propone «existenciario», con una gran fidelidad lingüística -pues innova en castellano en el mismo término en que Heidegger innova en alemán-, pero con pérdida de la alusión histórica que creemos ver en la desinencia latina del término heideggeriano «existencial».).
Referencias: 1.PM II, pp. 491-497. 2. A. IGH, p. 26. 2.B. «Verdad: desvelación y ley», PM II, p. 17, nota 2.
Vayamos al tema principal de la tesis.
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