Palestina, un territorio gobernado desde afuera, al menos en los tiempos modernos Con el auge de los nacionalismos, también dentro de Palestina se desarrolló un cierto independentismo en parte entretejido con el panarabismo, que no tuvo mucho vuelo, interferido sin duda por el independentismo judeosionista caracterizado por una genealogía radicalmente distinta. Palestina era un país, […]
Palestina, un territorio gobernado desde afuera, al menos en los tiempos modernos
Con el auge de los nacionalismos, también dentro de Palestina se desarrolló un cierto independentismo en parte entretejido con el panarabismo, que no tuvo mucho vuelo, interferido sin duda por el independentismo judeosionista caracterizado por una genealogía radicalmente distinta.
Palestina era un país, con una lengua principal aunque no única, una religión igualmente dominante aunque no exclusiva, con una etnia a su vez mayoritaria aunque tampoco única.
Por ser la sede del Santo Sepulcro y otra serie de lugares sagrados para la religión judía, la cristiandad y el Islam, Palestina era un territorio bastante viajado, explorado, visitado por europeos, sobre todo de diversas iglesias y profesiones de fe cristianas. Era también sitio de peregrinación musulmana y por ser a la vez el territorio, digamos central, del judaísmo, era asimismo destino de visitas, viajes y asentamientos judíos.
Hasta fines del s. XIX podríamos decir que se trata de un país con bases sociales tradicionales, periféricas, bañado por contactos como los que mencionamos antes.
Con el proyecto sionista, en Palestina se va perfilando un nuevo tejido social que, al menos en los primeros tiempos coexiste al lado del tejido social tradicional pero que adopta otro carácter: el de construir un territorio de un proyecto político-ideológico-religioso muy definido. El que, de acuerdo con la ideología que lo lleva adelante, constituiría la reconstitución de un presunto Estado de Israel de altri tempi. Para esa reconstrucción, el sionismo -que es el movimiento ideológico que lo vertebra− aunque en su origen laico, se vale de lo bíblico. Toma esa recolección de escritos como manual de historia documental y sagrada de ese otro tiempo; el de los judíos expulsados del templo, el del exilio judío en Babilonia, etcétera. Aun cuando cada vez más hayan surgido verdaderas investigaciones históricas que no puedan hallar las previsibles huellas históricas de tal expulsión o de tal exilio. Investigaciones históricas, arqueológicas, que le asignan a los relatos bíblicos cada vez más una función de construcción de un relato. Algo del reino de la ideología, no de la veracidad. Pero a los efectos de la construcción sionista, tales desencuentros, inexactitudes históricas, ni cuentan. Es lo que pasa con relatos ideológicos gestados con prescindencia de la realidad, sencillamente.
Ejemplificando modalidades de surgimientos sociales
Hay muchas sociedades, algunas puramente locales y subordinadas, otras constituidas hoy como estados modernos, que han seguido las pautas de formaciones sociales, como la que tuviera la palestina antes de las aliah sionistas. Tentativamente señalaría varios estados europeo-occidentales actuales, muchas veces, ciertamente, con conflictos para su establecimiento, por roces, choques de influencias, resistencias a poderes mayores e intrusivos. Pienso, desde mi ignorancia como historiador, en países nórdicos, en Irlanda, Portugal, Italia, aun con su proceso unificador de fines del s XIX; en Inglaterra incluso, aunque con el tiempo pase a ser centro imperial, cubriendo buena parte del planeta.
Las formaciones sociales que califiqué como espontáneas se caracterizan por vínculos sociales fuertes; parentesco, vecindad, religión, tradiciones y hasta sus mismas vías de escape o descarga (como el carnaval o la commedia dell’arte). La sociedad italiana podría ser un ejemplo paradigmático de esa pluralidad social. Y todavía como formación social tradicional, pero en los antípodas de la modalidad italiana, podríamos visualizar a la sociedad sueca con el claro predominio de la acción estatal rigiendo los destinos sociales y acercándose con ello a las que calificara como de diseño. Que tienen un perfil mucho más ideológico, y suelen caracterizarse por una mayor racionalidad y funcionalidad.
Lo que califico como formaciones sociales espontáneas constituyen sin duda el basamento poblacional en todos los continentes. No ejemplifico con entidades americanas al sur del Río Bravo, porque las sociedades y comunidades entonces existentes sufrieron con la Conquista y la colonización un trastorno y reacomodo «tectónico», y aunque en algunos casos fueron directamente a lo que llamo diseño social, en otros se produjo un entretejido entre lo establecido y lo implantado por los europeos que por empezar ha puesto en entredicho la identidad de sus habitantes (los debates sobre el particular en Argentina la ubicarían precisamente, en ese clivaje). Aun así, entiendo que en general no adquirieron los rasgos de lo que he definido como «diseño social» con sus aspiraciones de excelencia. En todo caso, si nos referimos a la fuerza del diseño, hasta donde conozco, entiendo que Uruguay y en segundo lugar la Argentina, podrían ser los estados latinoamericanos donde más se puede rastrear algún proyecto utópico.
Aquellas formaciones políticas que han seguido pasos que entiendo comparables con los del sionismo son, no sabemos si tantas, pero sí muy connotadas y visibles: sin pretender agotar la lista, seguramente mucho más extensa, vale la pena reparar en el origen ideológico fuerte, neto, de formaciones como los EE.UU., la Sudáfrica boer, la URSS y el Tercer Reich, en riguroso orden cronológico, [1] dejando aquí de lado la estremecedora experiencia de totalitarismo medieval o protomoderno de Jean Calvino en Ginebra (s. XVI).
EE.UU.
EE.UU. surgido en pleno siglo XVIII es tal vez el que más radicalmente se plantea su origen y surgimiento desde una tábula rasa.
Sus pioneros sueñan con establecer un país nuevo, puro, deslastrado de los males del Imperio Británico (del cual eran claramente sucesores). Así se ve Jefferson a sí mismo. Los males, entonces, eran «la concentración inmoral de riqueza y poder.»
Como bien explica Frank Thistlethwaite: «Los EE.UU. habían sido fundados en la creencia de que los estadounidenses tenían la ocasión única de establecer una sociedad política en un plano moral más elevado que el permitido por las ‘monarquías corruptas’ de Europa«. [2] Esa «superioridad» pervivirá en los corazones (ya que no en la realidad).
El carácter de «refugiados religiosos» que caracterizó a muchos de los nuevos pobladores de la América del Norte, que procuraban con su emigración y establecimiento cumplir mejor con sus preceptos religiosos, como es el caso de los cuáqueros, hizo fácil que desde la nueva sociedad se sintiera el llamado «a luchar por la causa del gran imperio del humanitarismo». [3] Tan temprano como a principios del s. XIX ya tenemos ‘afanes imperiales’, con las mejores intenciones, claro está. Y desde entonces ya vemos que el presunto «humanitarismo para todos» está restringido a algunos.
Volveremos sobre algunos de los rasgos fundantes de EE.UU., como su apego bíblico y su salvacionismo basado en la pureza moral.
Sudáfrica
Casi en la misma época en que el Mayflower lleva hasta las costas del «Nuevo Mundo», a los primeros misioneros «intercontinentales», llegan al sur africano expedicionarios holandeses. Al principio se establecen en la costa, únicamente con el fin de reponer vituallas para sus expediciones, pero poco a poco van configurando un territorio dentro del enorme sur africano. Aunque el enclave holandés era de escasa magnitud e inicialmente diseñado sólo como punto de apoyo intermedio para el comercio de Europa con el Lejano Oriente, el novel «país blanco» en el África del Sur recibió aportes migratorios, significativos, de alemanes que escapaban del hambre y «la guerra de los 30 años» (1618-1648) y muy particularmente de hugonotes, protestantes franceses, que fueron expulsados de su tierra por los acuerdos de las cúpulas eclesiásticas. Los hugonotes venían con todo su celo bíblico y reforzaron así el calvinismo originario holandés.
Ese perfil ideológico acerca extraordinariamente la ideología dominante de la Sudáfrica blanca con la wasp [4] de EE.UU.
Una mezcla, atroz, de autoasignada pureza moral con un racismo radical.
URSS
Entiendo que la URSS es el caso más explícito del origen ideológico de un país, una sociedad, una red estatal que llega incluso a considerarse ‘la mitad socialista del planeta’. La URSS, a su vez, encarna un proyecto movido por otros impulsos que los del origen de EE.UU., la Sudáfrica boer o la Alemania nazi.
La URSS es el fruto, o al menos se presenta como el fruto, del anunciado socialismo. Se creyó ver su advenimiento cuando el establecimiento de la Comuna de París de 1871 y en cuanta coyuntura crítica y de conflicto con el poder vigente existiera. Así, cuando estalla una desobediencia generalizada contra el zar y el zarismo, y sobreviene la derrota militar rusa durante la 1ª.GM, muchos ideólogos socialistas creen ver en el derrocamiento violento del zar y el establecimiento de un gobierno sustituyente, el advenimiento de la nueva era, largamente anunciada. Y el golpe de mano bolchevique, meses después, haciéndose con el gobierno casi sin disparar un tiro, se convierte mediante la mitología histórica entonces viviente, en la segunda revolución ahora sí cumpliendo el periplo; del absolutismo zarista a la revolución democrático-burguesa y de allí a la socialista.
A diferencia del impulso religioso salvacionista, que invoca una pureza moral a toda prueba, en la URSS encontramos un extraordinario afán justiciero. Pero en ambos proyectos parece existir un similar basamento de absolutismo ético, para alcanzar un universo sin mácula.
Uno de los rasgos más llamativos del proyecto soviético fue el impulso, muy materialista, propio de la modernidad burguesa (es decir, de los siglos XVII y XVIII), de registrarlo todo, de censarlo todo.
Se partía de la base, profundamente equivocada, que conociendo el origen, íbamos a llegar a construir algo perfecto o al menos tendencialmente tal. El socialismo lo empezaba todo. Y para «empezar el mundo», nada mejor que conocer de qué disponíamos. Censo de humanos, claro, de edificaciones, de herramientas, para programar «científicamente» las labores, pero también censo de árboles, censo de conejos, de lombrices.
Este dérive taxonomista nos muestra el grado de intoxicación ideológica, teñida de ciencia, en que el sueño bolchevique, tan rápidamente convertido en pesadilla, fue sumergiendo a ese nuevo estado, esa nueva sociedad, «bajo la influencia» cientificista.
El Tercer Reich
La Alemania nazi aun brotada de la entraña de una vieja sociedad, o de varias sociedades «naturales», como las bárbaras del norte europeo, se constituyó como un proyecto de diseño social con un acusado perfil ideológico, propio.
Mi impresión, sin pretender con ello sentar la tesis de un cauce interpretativo sino un mero recurso para ilustrar los ejemplos que vengo presentando, es que la Alemania nazi surge de la confluencia de una gran humillación y el imaginario de la época −principios del s. XX−; el del advenimiento «inevitable» del socialismo. Humillación, la de la Paz de Versalles que las potencias europeas ganadoras le imponen a la Alemania imperial que había intentado arrebatarle tantos liderazgos a la Inglaterra industrial y a la France eternelle. Y socialismo. Será lo que los nazis asuman, diferenciándose con furia de los internacionalistas, que eran los socialistas realmente existentes y vigentes desde el s. XIX. El nazismo se constituirá como socialistas nacionales (nacionalistas). Nazionalsozialismus (en el alemán el adjetivo antecede al sustantivo). La idea limitacionista del nacionalismo chocará con el socialismo universalista que caracterizara al socialismo, al menos teóricamente, hasta la 1ª. GM. El nazismo azuzará esa tensión (como tantas otras).
La Alemania nazi también se presenta como una regeneración de la sucia sociedad burguesa, pero no en el sentido de «superación» ética que caracterizara al socialismo primigenio, articulado en buena medida sobre el amor; el nazismo surgiendo en una constelación mucho más convulsionada, se articulará sobre el odio.
Lo que nos llega hoy -con su derrota− es la sordidez, el tratamiento atroz que el nazismo dispensara a judíos, gitanos y a tantos otros. Y el proceso mismo de la derrota, con un nazismo cada vez más privado de medios, que hemos articulado sobre todo a partir de la producción de Hollywood. Pero subsisten testimonios del nazismo optimista de mediados de la década del ’30 con su culto a la belleza, a la blancura -también ella sin mácula−, por ejemplo en los encuentros masivos de gimnastas, particularmente gráciles mujeres.
Estado de Israel
El Estado de Israel adscribe sin duda al tipo de estado que hemos descrito como de diseño y ejemplificado con los casos de EE.UU. la Sudáfrica boer, la Unión Soviética y la Alemania nazi (con todas las diferencias que pueda haber entre ellas; por ejemplo, la pureza racial es un eje vertebral de EE.UU., la Sudáfrica boer y la Alemania nazi, pero no tiene el mismo realce en la experiencia soviética, mucho más apoyada, ideológicamente, en cuestiones de clase, no de raza).
Con el EdI volvemos a la cuestión racial. Aunque algo matizada. Se invoca al «pueblo judío», lo cual es históricamente falaz, porque no cabe duda que los judíos no constituyen una única etnia, aunque sí se puedan reconocer entre muchos judíos rasgos étnicos comunes. En realidad, el denominador común de la judería pasaría por la religión.
Lo que complica el cuadro judaico es que en los tiempos modernos el judaísmo no ha sido proselitista, como las otras grandes religiones monoteístas, pero en otros momentos históricos sí lo fue. El cierre sobre sí mismo del judaísmo abandonando el proselitismo es lo que ha llevado al judaísmo a un antiuniversalismo filosóficamente nefasto. A un exclusivismo, a una nosística de la exclusión de todo «otro».
Otra potente vuelta de tuerca del cuadro de situación de lo judío es la existencia de un sector muy pero muy apreciable de judíos laicos (por no decir prescindentes, agnósticos o ateos).
Fue precisamente entre tales judíos laicos que surge el sionismo que desarrollará toda su estrategia de asentamiento y expansión en lo bíblico. Logrando dar sentido al chiste: ‘somos ateos pero dios nos avisò que esta tierra es (la) nuestra‘.
Como bien explica Gilad Atzmon, judío de origen emancipado de pertenencia a algún judaísmo, el sionismo es inevitablemente un particularismo, un ejercicio, temible, de egoísmo (grupal), enemigo jurado de todo universalismo: «La orientación racial, tribual o incluso étnica no puede formar una base para un argumento étnico universal.» [5]
Algo que podemos verificar, penosamente, en el itinerario histórico del EdI. En todo el mundo, observamos a diario violaciones a seres humanos, a derechos humanos, delitos del más variado carácter. Pero difícilmente vamos a encontrar quienes justifiquen ideológicamente cómo mataron a niños, como destrozaron a una familia y se quedaron con sus pertenencias. El abusador, el asesino, el torturador, generalmente escamotea su responsabilidad, la elude, no digamos con vergüenza o arrepentimiento pero al menos con cierta reticencia.
Pero en Palestina/Israel la situación es distinta. Lo que sucede a diario y desde hace décadas con la población palestina no parece perturbar ideológicamente al grupo humano que precisamente lleva a cabo tales sucesos. Da la impresión que el Ejército de Defensa [sic] de Israel o los colonos a quienes se les otorga casi como obsequio terrenos usurpados a la población palestina, cumplen escrupulosamente con lo registrado en la Biblia, por ejemplo en el Deuteronomio (uno de varios libros judeo-cristianos): «[…] cuando el Señor tu Dios te traiga a la tierra que prometió a tus ancestros Abraham, Isaac y Jacob que te daría, una tierra con grandes y magníficas ciudades que tu no edificaste, casas llenas de riquezas que tú no acumulaste, cisternas talladas que tú no cavaste, y viñas y olivares que tú no plantaste, y comas y te hartes, entonces ten cuidado de no olvidar al Señor que te sacó de Egipto, de la casa de los siervos.» [6] Como explica Atzmon, en este pasaje Moisés retrata como dios judío a «una deidad maligna, que lleva al pueblo a saquear, al robo y al hurto.» [7] Lo llevado a cabo por el Estado de Israel y/o el sionismo (difícil distinguir responsabilidades políticas) es, sin embargo, bastante más atroz que lo del robo, el hurto y hasta el saqueo. Porque los israelíes y/o los sionistas, han estado «cumpliendo» durante años, y cada vez más intensamente, otros «mensajes bíblicos» como el «Pacto de Dios». [8]
Seguramente son estas apoyaturas bíblicas las que le permitían a Golda Meir, figura fundante del Estado de Israel, amén de la cita al pie, [9] declarar con aparente cobertura moral que no les perdonaba a las víctimas palestinas ‘que forzaban a nuestros muchachos a matarlos‘ (sic).
Con apoyaturas menos bíblicas pero mucho más humanas, Zika Katznelson, una judía del antiguo yishuv [10] que aun uniéndose al sionismo con su marido militar israelí, mantuvo su conducta de respeto por el otro, rechazando una mansión en Jerusalén, que podía recibir graciosamente cuando el estado sionista le arrebata la ciudad y sus propiedades a la población palestina. Luego de haber vivido años en Jerusalén, conociendo familias palestinas, a la sociedad palestina, no pudo aceptar el despojo a sus exvecinos. El botín se repartió entre otros sionistas menos escrupulosos y Katznelson y su familia debieron seguir en viviendas humildes hasta que el militar consiguió el dinero suficiente para obtener una vivienda cómoda. [11]
El rechazo de Zika sirve para rebatir esa argumentación tan habitual de que «era lo que se hacía entonces» [12] con que se defienden algunas «normalidades» y «acontecimientos de época» y nos muestra que la responsabilidad personal está presente mucho más de lo que las historias oficiales nos quieren hacer creer.
La Biblia parece el libreto del trato que el sionismo le otorga al pueblo palestino: «Echaré delante de ti el ángel y echarè fuera al cananeo y al amorreo y al hetheo y al pherezeo y al heveo y al jebuseo: a la tierra que fluye leche y miel […]» [13]
Tales «mandatos bíblicos» expresan atrocidades mucho peores, todavía que el despojo que antes veíamos. Atzmon cita pasajes bíblicos que le recuerdan exactamente los arrasamientos de la Franja de Gaza de los últimos años:
«Perseguiréis a vuestros enemigos y caerán a cuchillo ante vosotros. Cinco de vosotros perseguirán a cientos y cientos de vosotros harán huir a diez mil; vuestros enemigos caerán a cuchillo ante vosotros.» [14]
En el Deuteronomio, su dios le dice a los israelitas que no harán alianza con ninguna otra nación ni «te apiadarás de ellos.» [15] Que es lo que uno ve con la política de colonización: impiadosa, sin el más pequeño resquicio para la estatura humana de «los otros» (solo que cuando uno le quita humanidad al otro, la pierde él mismo; algo que judíos sionistas como Avraham Burg han intuido).
Atzmon aclara cómo están incluidos los judíos sionistas que no son religiosos: «los israelíes laicos no siguen la ley judaica, pero en cierto modo interpretan colectivamente su identidad judía como una misión bíblica, lo que quizás arroje alguna luz sobre las masacres del ejército israelí en Gaza y Líbano en los últimos años.» [16]
Los rasgos fundantes de EE.UU., como su apego bíblico, su salvacionismo basado en la pureza moral, su racismo ─corolario inevitable de tanta calidad autoasignada─ se repiten en el Estado de Israel.
Uno de los rasgos de la colonización de los puros, como los cuáqueros en EE.UU., los calvinistas en África del Sur, los nazis durante su efímero reinado, o los sionistas en Palestina, es esa capacidad orgullosa de hacer daño porque se sienten superiores, ajenos a los mandatos «comunes», o como dice magistralmente Tikkanen, un Quino finlandés: «Mi moral es tan excelente que haga yo lo que haga, nunca se daña«.
Conclusión
Quisimos hacer un escueto recorrido por dos modalidades de configuración social; una espontánea, no racional, tradicional; la otra moderna, racionalista.
Todo lleva a pensar que a lo largo del tiempo hay una tendencia inmanente, lógica, «de lo viejo a lo nuevo», pasar de las formas sociales tradicionales a las formas de la modernidad. Y entre modernos, a la hipermodernidad, incluso.
Sin embargo, si algo advertimos cada vez más claramente, es la problematicidad de entender a nuestras sociedades en blanco y negro. Las formas «tradicionales» tienen una pujanza y una persistencia que en determinados casos son como para tener en cuenta; y las políticas de diseño presentan a su vez algunas secuelas que antes de su plasmación no habían sido, seguramente, observadas.
Basta ver las atrocidades y los fracasos consiguientes de tantas sociedades «tan perfectamente diseñadas», para ponernos en guardia.
Nos inclinamos a pensar en alguna combinación entre ambas modalidades, pero siempre reconociendo nuestras raíces y sus limitaciones reales, históricas. Porque es en el diseño de lo bueno, de lo excelente, que se engendran los peores resultados.
Como ejemplo de los frutos del sionismo, movido inicialmente por las más comprensibles razones, transcribo aquí un boletín de
«Que sigamos sin tener claro por qué han sido puestos en libertad los israelíes arrestados en relación al atentado terrorista de Duma, que ya se ha cobrado tres víctimas (el bebé, el padre y la madre) y cuántos permanecen encerrados y por qué.
Por lo demás, la vida, la infravida de los palestinos sigue igual. Los colonos siguen haciendo de las suyas. El domingo quemaron varias hectáreas de tierras palestinas cultivadas al sur de Nablus. Es de destacar que los soldados israelíes que se encontraban en el lugar de los hechos impidieron a los palestinos apagar el fuego. Al día siguiente, muy cerca de donde se produjo el incidente anterior, varios colonos judíos arrojaron cócteles Molotov en un parque público (inglés) del pueblo de Karyut con la intención de quemarlo, algo que no consiguieron.
En la Franja de Gaza, los soldados israelíes, sin previo aviso, abrieron fuego contra un niño de 13 años, que fue alcanzado en una pierna, mientras andaba a unos 500 metros de la valla fronteriza. Posteriormente, fue llevado a un hospital.
Asimismo, los ataques contra los pescadores no cesan. El lunes, la Armada israelí secuestró a dos pescadores que se encontraban dentro de las seis millas náuticas. Desde que terminó la operación Margen Protector a finales de agosto de 2014 y se acordó un alto el fuego, las fuerzas navales israelíes han efectuado 1.312 ataques contra pescadores gazatíes, han robado 22 botes de pesca, han herido a 26 pescadores, han asesinado a uno, otros 28 botes han sido destruidos y dos barcos más grandes fueron hundidos mediante el disparo de misiles, 51 pescadores han sido secuestrados mientras estaban faenando y tres de ellos todavía están detenidos.
Estos hechos, entre otras prácticas de las fuerzas de ocupación, han causado el hundimiento de la industria pesquera de Gaza, otrora floreciente. En estos momentos, solo unos mil gazatíes siguen trabajando en la pesca, en contraste con las decenas de miles que lo hacían antes del inicio del bloqueo.
También siguen su curso las demoliciones a lo largo y ancho de Cisjordania. El domingo, las fuerzas israelíes ordenaron al ayuntamiento de Jelet al Mayeh, una localidad situada al sur de Hebrón, que detuvieran la construcción de dos cisternas que estaba siendo financiada por la Unión Europea. Como siempre, la excusa fue que carecían de permiso. Hoy, martes, las fuerzas de ocupación han demolido tres casas en la zona central del valle del Jordán, desplazando a las familias que vivían en ellas. Otras casas e instalaciones agrícolas han sido demolidas en el norte del valle del Jordán. En el norte de Yenín, el ejército israelí demolió varias estructuras comerciales. En el norte de Jerusalén, en la zona industrial de Kalandia, las fuerzas hebreas han demolido un edificio comercial de tres plantas.
En 2014, Israel destruyó alrededor de 590 casas palestinas en Cisjordania, causando el desplazamiento de 1.777 personas, según datos de la Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU. En enero de 2015, las casas demolidas fueron 77. Suma y sigue la limpieza étnica.»
Nada que agregar.
Notas
[1] La pervivencia de formaciones sociales más espontáneas y menos diseñadas no por ello tienen que ser más benignas; piénsese, por ejemplo, en la persistencia del racismo, una visión del prójimo (no prójimo) que parece existir en todas las formaciones sociales.
[2] El gran experimento, Cambridge University Press, Londres. En castellano, Editorial Letras, México, 1959, p. 84.
[3] Ibíd., p. 152.
[4] White, angle, saxe, protestant. Que es la impronta originaria de EE.UU.
[5] La identidad errante, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2013, p. 72.
[6] Cit. p. Atzmon, ob. cit., p. 150 (capítulo 6, versículos 10 a 12).
[7] Ibíd.
[8] Éxodo, cap. 23, vers. 23-33.
[9] «No existe el pueblo palestino. Esto no es como si nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle y apoderarnos de su país. Ellos no existen. » Sunday Times, 15 / 6 / l969 [dominical británico].
[10] La comunidad judía en la Palestina antes de la llegada del sionismo.
[11] Citado por su hijo Miko Peled, El hijo del general, Editorial Canaán, Bs. As., 2013.
[12] Lo que los palestinos denominan la Nakba: arrebatarle viviendas, mobiliario y hasta las tazas de té a los expulsados, que tenían la «suerte» de haber sobrevivido: los expulsados fueron cientos de miles; los asesinados, miles.
[13] Biblia, Éxodo, cap. 33.
[14] Cit. p. Atzmon, ob. cit., p. 152 (Levítico, cap. 26, vers. 7 y 8).
[15] Cit. p. Atzmon, ob. cit. (cap. 7, vers. 2).
[16] Atzmon, ob. cit., p. 152.
[17] http://blog.disenso.net/2015/08/hoy-11082015-me-ha-llamado-la-atencion/
Blog del autor: http://revistafuturos.noblogs.org/
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