La culpa de los horribles atentados en Ankara, que mataron a 86 personas e hirieron a otras 126 [balance en el momento que se escribió el artículo: NdE] en un mitin de activistas por la paz kurdos, es probable que se atribuya a los terroristas del Estado Islámico (Isis) que operan a través de la […]
La culpa de los horribles atentados en Ankara, que mataron a 86 personas e hirieron a otras 126 [balance en el momento que se escribió el artículo: NdE] en un mitin de activistas por la paz kurdos, es probable que se atribuya a los terroristas del Estado Islámico (Isis) que operan a través de la larga frontera de Turquía con Siria e Irak. Pero la proximidad de las elecciones generales turcas, previstas para el 1 de noviembre, con toda seguridad aumentarán las sospechas de los partidos de la oposición de que estén involucrados en los mismos las fuerzas oscuras que apoyan al autoritario gobierno encabezado por el presidente Recep Tayyip Erdoğan.
Isis está en conflicto abierto con los combatientes nacionalistas kurdos en el norte de Irak y Siria. En julio pasado uno o varios terroristas suicidas, al parecer de origen turco, atacaron una manifestación por la paz pro-kurda en Suruç, en el sur-este de Turquía. En esa ocasión, 37 personas perdieron la vida.
Isis está también en guerra con el Estado turco, que recientemente acordó permitir a los cazabombarderos estadounidenses utilizar su base aérea de Incirlik para atacar a los terroristas en su cuartel general sirio en al-Raqqa y en otros lugares. Erdoğan y su primer ministro, Ahmet Davutoglu, también han lanzado sus propios ataques aéreos turcos contra Isis, en parte en un intento de empujar a los terroristas lejos de la frontera sur, donde han intentado en vano crear una zona refugio o colchón segura.
Turquía ha admitido hasta 2 millones de refugiados sirios desde que la guerra civil estalló en 2011. Aunque la mayoría son víctimas auténticas de la guerra, algunos podrían ser simpatizantes de Isis y partidarios del califato islámico. Los políticos turcos están preocupados por el «enemigo interno». Al igual que el gobierno británico, teme la radicalización de su población musulmana.
Isis considera que tanto los kurdos como el Estado turco son objetivos legítimos, al menos para justificar desde su torcido punto de vista ataques asesinos contra civiles desarmados.
De todos modos, la sospecha de la responsabilidad de los ataques del sábado 10 de octubre, inevitablemente, también recae sobre los grupos ultranacionalistas, incluyendo los Lobos Grises, un oscuros grupo nacionalista turco, y algunos elementos derechistas dentro del aparato de seguridad turco. Erdoğan está actualmente envuelto en una lucha política a vida o muerte con el principal partido de la oposición pro-kurdo, el HDP cara a las urnas el próximo1 de noviembre. El progreso electoral del HDP en las elecciones que tuvieron lugar a principios de este año destruyeron la mayoría parlamentaria que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan ha disfrutado durante más de una década.
Erdogan se vio obligado a pedir a Davutoglu que tratase de formar una coalición de gobierno. Pero fracasó, dada la actitud prepotente e intransigente del AKP con las reivindicaciones de los partidos de oposición, lo que obligó a la convocatoria de nuevas elecciones. Y más importante aún, el revés electoral bloqueó el plan largamente preparado de Erdogan de crear una presidencia ejecutiva autoritaria, al estilo de Vladimir Putin, por falta de apoyo parlamentario.
Muchos en Turquía acusan a Erdogan de alimentar deliberadamente el conflicto con los grupos kurdos, incluyendo el ilegal PKK, con el fin de asustar a los votantes para que apoyen su política de «ley y orden» y prioridad de la seguridad en las próximas elecciones. Si tiene éxito, se argumenta, acumulará más poderes para la presidencia y pretenderá ser una especie de moderna Puerta Sublime otomana. Por lo tanto, se sugiere, lo último que Erdoğan realmente quiere en este momento es paz con los kurdos.
En su primera reacción a los ataques, los políticos de la oposición, tanto del HDP como de otros partidos, han recordado atentados anteriores, similares, contra sedes del HDP en todo el país. Estos han sido atribuidos a reaccionarios ultranacionalistas que se oponen a cualquier tipo de compromiso pacífico con los kurdos. En particular, han indicado que los atentados del sábado pasado en Ankara tuvieron lugar después de otro ataqueen junio contra el HDP en Diyarbakir, una ciudad de mayoría kurda en el sudeste de Anatolia, en el que murieron cuatro personas.
El gobierno del AKP también ha utilizado la crisis siria y el avance de Isis para lanzar ataques paralelos, más continuos, contra los combatientes del PKK en Irak. En este ambiente preelectoral tan tenso, la larga declaración que ha hecho pública Erdoğan inmediatamente después de los ataques de Ankara ha sido recibida con precaución por muchos turcos. Para Erdogan, la matanza es la prueba evidente de la importancia de que todos los turcos se agrupen detrás de su liderazgo en la lucha contra el terrorismo. Erdogan sostiene que todos estos ataques, grandes o pequeños, nacionales o extranjeros en su origen, dirigidos contra la población civil, la policía o el ejército, sean cometidos por los kurdos o cualquier otra persona son actos terroristas.
Haciendo uso de palabras como «unidad nacional», «solidaridad» y «determinación», su declaración parece prefigurar un operativo de seguridad más amplio antes de las elecciones. Los principales partidos de la oposición pueden tener dificultades para resistir las proféticas previsiones de Erdoğan y sus iniciativas políticas y verse obligados a aceptar su liderazgo en la medida en que las ondas de choque de los atentados reverberan en toda Turquía. La posición de Erdoğan es transparente: sólo él es el dirigente capaz de derrotar la amenaza que pende sobre todos los turcos.
El gobierno ha suspendido la campaña electoral tras los atentados de Ankara, lo que cierra el debate sobre quienes fueron los responsable y cuáles sus motivos. Erdoğan ya ha comenzado a restringir severamente la libertad de prensa y la independencia de los medios de comunicación antes de las elecciones. Numerosos periodistas conocidos han sido acusados de insultar al presidente, un delito sancionado con pena de cárcel de cinco años, en un descarado intento de silenciar las críticas. La semana pasada Erdoğan fue a Bruselas con el objetivo de atenuar las quejas de la UE sobre su comportamiento autoritario a cambio de ofrecer más ayuda de Turquía para hacer frente a los flujos de refugiados sirios hacia Europa.
La repentina intervención militar rusa en Siria, incluyendo incidentes sobre el espacio aéreo con Turquía, ha añadido un factor más al creciente nerviosismo interno en el país por su seguridad y el debilitamiento de su sistema democrático.
Después de sufrir el peor ataque terrorista de su historia, Turquía es desde este sábado una nación en estado de shock. Pero también es una nación que vive en el miedo.
Simon Tisdall. Editor adjunto y analista internacional del periódico británico The Guardian
Traducción: Enrique García