Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Hay algo que ya es evidente tanto si la actual fase de intensificación de la represión israelí y de la resistencia popular palestina evoluciona hacia una verdadera Intifada como si no: una nueva generación palestina sigue los pasos de las generaciones anteriores y se alza en masa contra el brutal régimen de ocupación, colonialismo de asentamiento y apartheid de Israel que dura ya varias décadas.
Los gobiernos del mundo, especialmente en Occidente, denominan a lo que está ocurriendo «ciclo de violencia» en el que ambas partes tiene la culpa, con lo que ignoran el origen del conflicto colonial y su propia complicidad en permitir que Israel lo mantenga y viole impunemente el derecho internacional. Casi todos los y las palestinas piden ahora un boicot total a Israel y aislarlo internacionalmente, en todos los ámbitos, de la misma manera que en su momento se aisló a la Sudáfrica del apartheid.
En este último asalto Israel ha avivado las llamas de la resistencia de base al aumentar sus ataques contra el complejo de la mezquita de al-Aqsa, el Santuario Noble, situado en el centro de la ocupada Ciudad Vieja de Jerusalén Oriental. Grupos de colonos judíos fundamentalistas fanáticos y respaldados por el gobierno han profanado constantemente el complejo e insultando llenos de racismo a las personas que rezaban, además de pedir abiertamente la destrucción de la mezquita. Esto ha provocado la ira y varias protestas generalizadas en Jerusalén y entre todos los palestinos de la Palestina histórica.
Como suele ocurrir, la respuesta del ejército israelí fue proteger a los colonos criminales y castigar a las víctimas palestinas y, por último, prohibir a todos los palestinos en acceso a sus santos lugares.
Estas amenazas las toman muy en serio las y los palestinos que sufren a diario las consecuencias de la política oficial del Israel de «judaización» de la ciudad, una política de ir colonizando gradualmente la tierra y sustituyendo a su población originaria cristiana y musulmana por ilegales colonos judíos. Esta política, que equivale a una limpieza étnica y a un crimen de guerra según el derecho internacional, se implementa a través de la constante confiscación de tierras, la expansión del muro colonial, las demoliciones de casas, la apropiación por parte de los colonos de casas palestinas, los asesinatos extrajudiciales, las detenciones y expulsiones. Todo ello apoyado por el sistema «judicial» de Israel, un cómplice en el crimen en el que [Israel] siempre puede confiar y que siempre le da el visto bueno.
Por otra parte, el último ataque israelí a la mezquita de al-Aqsa en el ocupado Jerusalén Oriental no es un incidente aislado. Desde 1948 las milicias sionistas primero y después el Estado israelí han destruido cientos de iglesias y mezquitas históricas. El verano pasado, durante la masacre en Gaza, Israel bombardeó y arrasó hasta los cimientos 73 mezquitas. Solo este año varios extremistas judíos han destrozado o profanados muchas iglesias y mezquitas palestinas en los llamados «ataques etiqueta de precio » [ price tag attacks ]*. Entre estas iglesias se incluye la Iglesia de los Panes y los Peces sobre el lago Tiberias, quemada el pasado mes de junio.
Estos ataques racistas y criminales contra las y los palestinos y su libertad religiosa se producen como una extensión del giro generalizado hacia la extrema derecha en Israel y del predominio sin precedentes en la sociedad israelí de un racismo colonial y un odio racial hacia la población palestina originaria abiertos y profundamente asentados.
A casi todos los palestinos de Cisjordania y Gaza se les niega el acceso a Jerusalén, que está rodeada de muros, torres de vigilancia y alambre de espino, y son objeto cada día de ataques y de humillaciones.
En un característico «periodo de calma» (tal como lo denominan) Israel hace cumplir su asedio a Gaza, lleva a cabo incursiones en las ciudades palestinas, confisca tierra palestina, incluida la del Naqab (Negev), destruye propiedades palestinas y construye ilegales colonias solo para judíos. En los actuales intentos de consolidar su sistema de apartheid y de gobierno colonial Israel niega a las y los palestinos absolutamente todos sus derechos de la manera más banal, desde el derecho de un niño a la educación al de una madre a la atención sanitaria, pasando por el de un o una agricultora a acceder a sus tierras y el simple derecho de una familia a vivir juntos en una casa. Y todo esto se hace con la bendición de los tribunales de justicia.
A la luz de la apatía o de la complicidad directa de los gobiernos del mundo y de la ONU, y a consecuencia de la impunidad de la que goza Israel para perpetuar su sistema de injusticia respecto a los y las palestinas tanto en la Palestina histórica como en el exilio, el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) ha hecho grandes progresos en lograr que Israel sea considerado en el mundo un Estado paria.
Por medio de boicots a instituciones cómplices de las violaciones por parte de Israel del derecho internacional, por medio de desinversiones de empresas que apoyan la opresión israelí y por medio de un llamamiento de principios a imponer sanciones a Israel, el movimiento de BDS ha aumentado el aislamiento de Israel y ha empezado a imponer costes a su régimen de colonialismo de asentamiento, apartheid y ocupación.
El Banco Mundial ha revelado que las importaciones palestinas desde Israel están disminuyendo de manera significativa. Los hombres de negocios israelíes informan de que los inversores europeos ya no desean invertir en Israel, mientras que un estudio de la ONU confirma que las inversiones extranjera directas en Israel descendieron un 46 % en 2014 respecto a 2013. Un estudio de RAND predice que el BDS puede costar al año a Israel entre el 1% y el 2% de su PIB en los próximos diez años y más recientemente la agencia de calificación de riesgo Moody ha informado de que el BDS es una amenaza potencial para la economía israelí.
Con todo, todavía hay que hacer más para lograr que Israel asuma sus responsabilidades y acabar con su todavía fuerte impunidad. Hay que sacar a la luz a los gobiernos que son cómplices. Las empresas que posibilitan las violaciones por parte de Israel de los derechos humanos y se benefician de ellas deben pagar a costa de su reputación y de sus ingresos. Se debe someter a un embargo militar internacional total a la maquinaria militar de Israel, incluida su rama de investigación, y todos los dirigentes israelíes, altos cargos y soldados implicados en los crímenes actuales y pasados deben comparecer tanto ante el Tribunal Penal Internacional como ante tribunales nacionales que respeten la jurisdicción internacional.
Israel no se limita a oprimir a los palestinos, también exporta al mundo su despiadado modelo de seguridad y de represión. Israel está profundamente implicado en adiestrar y armar a escuadrones de la muerte en América Latina (a menudo como representante de Estados Unidos), en la venta de armas y experiencia militar a dictaduras de Asia y África (a menudo a los dos bandos de una guerra) y en militarizar a las fuerzas de policía en Ferguson, Los Angeles, Londres y en ciudades de todo el mundo. Israel es actualmente un actor clave en la represión interna de los movimientos por la justicia racial, social, económica y medioambiental de todo el mundo.
El Comité Nacional Palestino de BDS (BNC, por sus siglas en inglés), la dirigencia palestina del movimiento global de BDS, pide a las personas de conciencia de todo el mundo que apoyen a los y las palestinas en su búsqueda de libertad en este momento crucial aumentando las actividades de BDS contra el régimen de represión de Israel. En particular y relacionado con las actuales revueltas de masas en las calles de Palestina, pedimos a las personas que apoyan la lucha palestina que:
- Conciencien acerca de los derechos palestinos según el derecho internacional y apoyen el BDS a través de los medios de comunicación, incluidas los medios sociales;
- Presionen a los parlamentarios para que impongan un embargo militar a Israel;
- Hagan campañas en contra de empresas militares israelíes como Elbit Systems;
- Apoyen las campañas de boicot, desinversión y sanciones contra empresas cómplices [de Israel], como G4S y HP, cómplices descarados de la estructura de opresión de Israel;
- Aprueben resoluciones eficaces y estratégicas, y no meramente simbólicas, de BDS en sindicatos, asociaciones académicas, juntas de estudiantes y movimientos sociales que puedan llevar a medias concretas y a aumentar el boicot cultural a Israel;
- Consideren acciones legales contra los criminales israelíes (soldados, colonos, altos cargos y responsables políticos) y contra los ejecutivos de aquellas empresas implicadas en los crímenes y violaciones por parte de Israel del derecho internacional.
Al igual que la generación de sus padres, los miles de jóvenes palestinos de Jerusalén, Gaza, Ramala, Hebrón, Belén, Jaffa, Nazareth y de todas partes que han tomado las calles en multitudinarias protestas contra de la ocupación y el apartheid de Israel están ante todo librándose de su desesperación y del mito de la opresión como un sino. También están alimentando la aspiración de todo el pueblo palestino a la autodeterminación y la vida en libertad y dignidad, y una paz justa .
Ya es hora de aislar al régimen de militarización, seguridad y racismo por ser un peligro no solo para los y las palestinas y la región árabe, sino para la humanidad en general.
* Los ataques «etiqueta de precio» son ataques organizados por colonos fundamentalistas y fanáticos judíos contra civiles, hogares, huertos, iglesias, mezquitas, etc., palestinos como si exigieran un precio a los palestinos por negarse a rendirse a los colonos judíos (N. de la t.).