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Entrevista a Paula Olmos en torno a la publicación de "De la demostración a la argumentación"

«Luis Vega apoya generosamente a quienes trabajan con él sin sacar provecho propio y sin imponer sus líneas, una auténtica rareza»

Fuentes: Rebelión

Paula Olmos (Madrid, 1968). Profesora del área de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM. Se dedica enteramente a la filosofía desde de 2004, tras una carrera profesional como arquitecta. Realiza doctorado y tesis en la UNED bajo la dirección de Luis Vega, trabajando en temas […]

Paula Olmos (Madrid, 1968). Profesora del área de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM. Se dedica enteramente a la filosofía desde de 2004, tras una carrera profesional como arquitecta. Realiza doctorado y tesis en la UNED bajo la dirección de Luis Vega, trabajando en temas de historia y teoría actual de la lógica, la argumentación y la retórica, temas sobre los que ha publicado varios libros y artículos en diversas revistas especializadas.

***

-El subtítulo del libro sobre el que me gustaría preguntarte es «Ensayos en honor de Luis Vega». ¿Qué es lo que te parece más destacable de la obra y de la tarea de enseñante de Luis Vega? No tienes cinco volúmenes para responder, discúlpame.

-Pues, como se destaca en el Prólogo del libro, creo que Luis tiene unas características como persona y como filósofo en activo que lo hacen destacar en el panorama universitario español. No es alguien que te dé instrucciones explícitas sobre qué debas hacer; simplemente es un ejemplo vivo de ello: una persona que no deja ni un solo día de estudiar y leer, de reflexionar, de escribir, de seguir avanzando en sus propuestas filosóficas, de manera especialmente generosa, sin apoltronarse ni seguir sacando rédito infinito de lo que hiciera en sus primeros años, como hacen tantos. Por otro lado, a pesar entender, de manera ejemplar, ese trabajo personal y solitario como la principal herramienta metodológica del filósofo, no por ello ha dejado de tomar la iniciativa y de asumir la responsabilidad de crear en torno a sí grupos de investigación y dirigir proyectos colaborativos. Ha logrado, con ello, aprovechar las posibilidades de financiación y de visibilidad otorgadas por el sistema público de becas y ayudas para fomentar el trabajo conjunto en temas de especial interés filosófico (e.g. desde 2003-2004, en teoría de la argumentación), lo que seguramente ha beneficiado más a quienes estábamos a su lado y a la propia calidad de la producción filosófica española que a él mismo. Luis está siempre a la última sin buscar estar a la moda; acepta la realidad de los procesos de evaluación académica sin intentar escalar en los rankings y apoya generosamente a quienes trabajan con él sin sacar provecho propio y sin imponer sus líneas. Como digo, una auténtica rareza.

-¿Por qué ahora este libro? ¿Sigue Luis Vega en activo?

-El libro comenzó a gestarse en verano del 2013, cuando faltaban unos meses para la jubilación de Luis y con ese motivo. Pero Luis sigue absolutamente en activo a día de hoy en al menos dos sentidos. Por un lado, institucionalmente, consiguió el nombramiento como catedrático emérito, primero por un período de dos años que recientemente se han prorrogado otros dos, en un proceso de selección en el que afortunadamente sus méritos han prevalecido. Y, por otro, a título más personal, sigue participando en múltiples actividades académicas; sigue viajando al otro lado del Atlántico, donde se le recibe como a un auténtico maestro indiscutible y sigue sorprendiéndonos en cada una de sus intervenciones con nuevas ideas y enfoques. El año pasado, tras la ingente tarea que supuso La fauna de la falacias (Trotta, 2013) ha publicado un nuevo libro (Introducción a la teoría de la argumentación. Problemas y perspectivas, Lima: Palestra editores, 2015) que supone una puesta al día de Si de argumentar se trata y que ha inaugurado una colaboración con una editorial peruana interesada en el trabajo en argumentación de los filósofos españoles cuya estela queda abierta para otros.

-El libro que comentamos lo habéis editado Hubert Marraud y tú misma. ¿Cuál es vuestra relación con el autor de La fauna de las falacias?

-Empiezo por mí solo porque es más fácil. Yo soy su discípula directa. Estudié la carrera de filosofía en la UNED mientras trabajaba profesionalmente como arquitecta, y al llegar hacia el final de mis estudios, pensando en iniciar un doctorado, elegí a Luis como tutor y director de tesis. Y ¡ojo!, no tanto por el tema en sí sobre el que quisiera trabajar, como por su forma de ser. Intuí desde el principio que era una persona responsable y seria y, en este caso, no me equivoqué. Desde entonces mi carrera académica ha estado siempre ligada a sus iniciativas y he trabajado en los temas que han ido surgiendo de su reflexión y en su entorno. Si he logrado abrirme camino en este mundo universitario, ha sido gracias a él. En el caso de Hubert, el vínculo es aparentemente más tenue, aunque se conocen desde hace muchos años como compañeros de área y siempre han mantenido buenas relaciones. Pero la colaboración más directa entre ellos empezó recientemente, ante la constatación mutua de que, proviniendo ambos del mundo de la lógica formal, habían ido convergiendo hacia un interés creciente en la teoría de la argumentación. Si de argumentar se trata (2003) de Luis Vega, y Methodus argumentandi (2007) de Hubert Marraud son las dos obras que inauguraron el giro hacia el enfoque argumentativo en la comunidad de lógicos españoles, un proceso que aún no ha llegado a culminar. Por ello, Hubert Marraud formó parte desde entonces de los proyectos de investigación liderados por Luis Vega y ambos se han convertido en los reconocidos representantes del nuevo enfoque, tanto en España como en diversos países Latinoamericanos.

-¿Quiénes han colaborado en el libro? ¿Cómo habéis elegido a los participantes?

-Hay muchos tipos de libro homenaje, pero nosotros quisimos, desde el principio, que fuera un trabajo menos multitudinario y voluminoso que otros y más especializado; que realmente fuese un recorrido por y una reflexión sobre la labor de Luis Vega. Quisimos que todos los participantes fuesen conocidos directos, colaboradores y amigos de Luis o que, al menos, estuviesen trabajando muy específicamente en los temas que le interesan. Así, fuimos haciendo una lista (no muy numerosa, voluntariamente reducida) de personas y temas, y pedimos a todos que, en la medida de lo posible, nos hicieran propuestas que enlazaran directamente con los intereses y los trabajos publicados de Luis, de modo que, como decimos en el prólogo, el volumen fuese un compendio de conversaciones abiertas y no clausuradas con él. Finalmente, el libro contiene 15 textos, 12 son de compañeros del mundo académico español, casi todos ellos del área de lógica y filosofía de la ciencia (E. Alonso, J.M. Sagüillo, J. Alcolea, J.F. Álvarez, E. de Bustos, además de los dos editores y del entrevistador), aunque también están representadas otras inclinaciones filosóficas más generales (en las figuras de E. Lledó o J.L. Mora) además de los estudios clásicos e históricos tan caros a Luis (con C. García Gual o M. Jalón, además del propio E. Lledó). Y hay tres colaboraciones de fuera de España (Inglaterra, Italia y Venezuela-Ecuador): las del helenista e historiador de la ciencia antigua G.E.R. Lloyd, el teórico de la argumentación A. Cattani y el lógico y especialista en la figura de Carlos Vaz Ferreira (reivindicada muy especialmente por Luis) Juan Rosales. Nos hubiera gustado tener algún texto más de la otra orilla del Atlántico pero finalmente no se consiguió.

–¿Por qué este arco temático, de la demostración a la argumentación? Demostración suena más fuerte, más matemático más formal; argumentación suena más general, más filosófico, más de discusiones cívicas. ¿Recoge el título de algún modo la evolución de los intereses filosóficos de Luis Vega?

-Efectivamente, el título representa un resumen de la trayectoria intelectual y filosófica de Luis. Su interés inicial en los problemas filosóficos de la lógica (la lógica formal, se entiende, casi de manera redundante), con una orientación histórica muy marcada, le llevó a plantarse una reconstrucción de las características, que entendía cambiantes y situadas, de los modelos de demostración, que expuso en libros como La trama de la demostración (1990) sobre las prácticas y teorías griegas al repecto, o Artes de la razón. Una historia de la demostración en la Edad Media (1999). Esto ya era un poco heterodoxo para quienes conciben la lógica formal actual como un molde único, que además representa y justifica, de manera inapelable, la corrección y la racionalidad de razonamientos, inferencias y argumentos de todo tipo y en cualquier ocasión. Para ellos, la azarosa historia de su surgimiento y la delimitación contextual de sus usos sería irrelevante. Pero, además, a partir de los primeros años de del s. XXI, Luis empezó a percibir, a través del trabajo que se estaba haciendo en argumentación en diversos ámbitos internacionales (tanto filosóficos como lingüísticos), la posibilidad de que la respuesta a los problemas de análisis y evaluación de los argumentos utilizados en un amplio espectro de actividades humanas no estuviera precisamente en sus características formales. Lo que valía para las matemáticas y unos pocos terrenos formalizables no podía tomarse como guía para comprender el ejercicio, mucho más básico y generalizado, de «dar razones» a favor de diversas pretensiones (teóricas y prácticas). Y Luis (y también todos los que le acompañamos) se vio envuelto en el estudio desprejuiciado de la argumentación que hasta hoy en día le ocupa. De ahí el título.

-Además del prólogo, excelente por cierto, el libro está dividido en cinco secciones. 1. Orígenes de un debate inacabado; 2. De la condición de la lógica y del ejercicio de su historia; 3. La trama de la demostración; 4. De la lógica académica a la lógica civil; 5. Si de argumentar se trata. ¿Por qué esas temáticas? ¿Son asuntos sobre los que Luis Vega ha pensando y escrito?

-No solo son temáticas sobre las que Luis ha trabajado y que nos ayudan a ordenar las contribuciones que, de algún modo, van retomando el guante de tales intereses; es que, además, para dar nombre a dichas secciones, hemos utilizado los títulos de sus libros o artículos en lo que, como decimos en el Prólogo, «supone también un homenaje a sus certeros hallazgos expresivos». Y es que Luis, además de pensar muy bien, escribe muy bien y tiene un peculiar estilo que en alguna ocasión me ha tocado personalmente destacar y describir. Sus frases, sus caracterizaciones y definiciones conceptuales no tienen desperdicio; siempre están perfectamente matizadas, huyendo de simplificaciones y trata de recoger todos los aspectos interesantes de su objeto de reflexión. No podíamos aspirar a mejorar sus títulos.

-Entre los lógicos y filósofos que participan en el libro me detengo en un nombre al que antes tú misma hacías referencia: nada menos que Geoffrey E. R. Lloyd. ¿Qué relación ha tenido con Luis Vega?

-Geoffrey Lloyd es un maravilloso helenista, sinólogo e historiador de la ciencia, la cultura y la filosofía de la Antigüedad de renombre mundial … y también un grandísimo amigo de Luis Vega. Luis pasó un largo período de estancia de investigación en la Universidad de Cambridge, durante la cual ahondó en los temas que darían lugar a la publicación de La trama de la argumentación. Y acudió a Cambridge porque allí estaba Geoffrey, cuya impresionante obra Polaridad y analogía (1966) había traducido Luis al español en 1987. La amistad, la colaboración y el mutuo respeto por sus trabajos se han mantenido durante todos estos años. La relación de Geoffrey con España ha sido siempre muy cariñosa. Mantiene una casa en Cazorla y visita siempre que puede nuestras universidades y ha seguido haciéndolo tras su jubilación y hasta hace muy poco. Muchos nos hemos beneficiado de ese contacto inicial de Luis con alguien de semejante talla y de que Geoffrey comprendiera desde el principio que trataba con una persona de fiar y un intelectual solvente.

-Por cierto, ¿qué hace el que fuera mi profesor de filosofía Antigua, don Emilio Lledó, en un libro de lógica y teoría de la argumentación?

-El actualmente académico de la RAE, Emilio Lledó, también ha estado presente en la vida de Luis desde hace muchos años. Lledó obtuvo, de hecho, su primer encargo como catedrático de universidad, en 1964, en la Universidad de La Laguna, y Luis vivió en esa misma localidad tinerfeña entre 1969 y 1978, dedicado a la enseñanza secundaria, como profesor agregado y luego catedrático de instituto. Además, años más tarde, ambos se reencontraron en la UNED. Siempre ha habido entre ellos muy buena relación y comunicación. Como venimos diciendo, Luis, pese a pertenecer al área especializada (y a veces lamentablemente autorreferencial y voluntariamente aislada) de lógica y filosofía de la ciencia, nunca ha tenido problemas en ampliar sus miras más allá de la tradición analítica y, en particular, siempre ha bebido de la Filosofía Antigua y muy en particular de la tradición aristotélica. No es de extrañar que se haya entendido bien con Emilio Lledó.

-Tu aportación tiene como titulo «De entimemas, epiqueremas y esquemas». ¡Menudos palabros! ¿De qué va todo eso? ¿Usas un lenguaje encriptado?

-Pues no quería que resultase tan críptico y, seguramente, debería haber ampliado el título con algo así como «Modelos de argumento de la Retórica Clásica». En mi descargo, diré que ambos «palabros», de origen griego, están en el DLE de la Academia (ya que pasaron a la tradición escolar de la enseñanza retórica) y, precisamente, con unas definiciones que los asocian a «tipos de silogismo» que mi trabajo, siguiendo el planteamiento de Luis, quien se ha ocupado de tales términos en varias ocasiones, querría ayudar a superar. Es inevitable, cuando se revisan conceptos de la tradición clásica, utilizar los nombres que sus proponentes les asignaron, pero, tal como reza el lema de una de las contribuciones de Luis sobre entimemas, lo que se pretende es otorgar a dichos conceptos «una nueva vida», que nos ayude a aclarar cuestiones pendientes en la teoría de la argumentación actual. En particular, desarmar la idea recibida (pero no apoyada por los textos grecolatinos originales) de que el entimema es un silogismo de una sola premisa y el epiquerema un silogismo de cuatro premisas, abre la puerta para un entendimiento de la argumentación menos formal y alejado de moldes obsoletos.

-¿Por qué está tan interesado, salvo error en mi mirada, Luis Vega en estos últimos años por la lógica del discurso civil? ¿Es distinta, opuesta, está enfrentada a lo que solemos entender por lógica formal?

-Bueno, en parte ya he ido respondiendo a esta pregunta en términos amplios. Pero quisiera referirme ahora, más explícitamente, a la expresión «lógica civil» que es muy propia de Luis, aunque recoja una tradición de cierta solera. Lo cierto es que, si hay un ámbito en el que, antes que en cualquier otro, se ponga de manifiesto la imposibilidad de la lógica formal para dar cuenta de la racionalidad de la argumentación, se trata de llamada «esfera del discurso público» (que era, de hecho, el dominio tradicional del arte retórica) en cuyo seno se dirimen los asuntos que nos afectan como ciudadanos. Se trata de un ámbito de decisión sobre acciones y decisiones políticas, jurídicas, o sencillamente de convivencia civil, para las que no existen leyes generalizables, ni algoritmos determinantes y que conlleva una serie de complicaciones sobre los modelos tradicionales asumidos (multiplicidad y multidimensionalidad de los valores involucrados, necesidad de asumir el carácter colectivo de las deliberaciones, pertinencia de cuestiones procedimentales, etc.) que obliga al teórico de la argumentación a desplegar toda su capacidad de análisis. Tal despliegue de recursos permitirá al filósofo enfrentarse más adelante, conceptualmente bien pertrechado, a otros ámbitos con aspectos menos problemáticos, incluso a algunos en los que la lógica formal aparentaba desempeñar un mejor papel (e.g. la argumentación científica) pero en los que los nuevos enfoques resultan mucho más fructíferos y clarificadores.

-Te pregunto lo mismo por el tema de las falacias. ¿Por qué su interés por esta fauna tan poblada y diversa?

-Esta pregunta me resulta algo más difícil de contestar porque yo misma no soy demasiado amiga del tema que, por cierto, despierta un verdadero furor entre los estudiantes en cuanto se menciona (como si fuera posible hacerse con un arcano listado exhaustivo de errores y faltas que, una vez conocido, nos inmunizase contra la mala argumentación o la manipulación). Sin embargo, la inusual aproximación de Luis a las falacias me resulta sin duda bastante más digerible y comprensible que los tratamientos al uso. No podemos soslayar el hecho de que, en parte, la teoría de la argumentación nace de un interés en la anomalía que suponen las «falacias» para una aproximación formal al análisis de argumentos, a partir sobre todo del clásico libro de Hamblin, Fallacies de 1970, (que, por cierto, Hubert Marraud está actualmente traduciendo para la editorial limeña Palestra) y que algunos de los teóricos más reconocidos del campo (e.g. Frans van Eemeren) sostienen que toda teoría de la argumentación que se precie ha de incluir una reflexión (a poder ser normativa y demarcacionista) sobre las falacias. Pero lo que Luis hace en su libro es más bien desarmar filosóficamente tales pretensiones exageradas, mostrando que las falacias, como otras tantas criaturas de diversa naturaleza y condición, se resisten a amoldarse a definiciones y clasificaciones formales e, incluso, informales, aprovechando más bien algo así como nichos ecológicos que surgen contextualmente en nuestras propias prácticas.

-Tampoco ahora puedo dejarte, como en la primera de las preguntas, el espacio de 10 volúmenes. ¿Cuál es la situación de la lógica y teoría de la argumentación en estos momentos en España y en países hermanos de América Latina? ¿Estamos en un buen momento?

-Pues, en España, la situación es algo paradójica. La idea de que la argumentación es un asunto central en la reflexión filosófica actual y la noticia de que existen nuevos enfoques que podrían ayudar a revisar algunos problemas clásicos está bastante extendida y, de hecho, en muchas universidades los grados en filosofía incluyen cursos iniciales de «lógica y argumentación» sustituyendo a los tradicionales de lógica formal; pero si nos fijamos en los contenidos de esos cursos, lo que sucede es que no siempre responden a las expectativas que despierta el cambio de nomenclatura, por lo que parece haber una cierta resistencia a sustituir o renovar los antiguos programas. Por otro lado, el grupo de filósofos españoles que realmente se dedican a la temática de la argumentación como campo de estudios reconocido (además de los que han contribuido al volumen, podríamos mencionar a Lilian Bermejo, a Cristina Corredor o a José Ángel Gascón, entre otros) tiene un cierto reconocimiento internacional, a través de los congresos a los que acudimos, los eventos que hemos organizado periódicamente en la UNED y la creciente difusión de la Revista Iberoamericana de Argumentación (http://revistas.uned.es/index.php/RIA/index). Dicho reconocimiento se extiende especialmente (y en el caso de Luis, de manera muy paradigmática) a América Latina donde, quizá, el interés y sobre todo el empuje entusiasta a favor del estudio de la argumentación esté más presente incluso que en España.

-Más directa esta vez: ¿en qué asuntos lógicos y filosóficos andas liada en estos momentos?

-Pues, como siempre, y por mi propia forma algo miscelánea y transversal de abordar la filosofía, en varios y variados. Por un lado, estoy preparando, como editora y coautora, un volumen de ensayos sobre las complejas relaciones entre el discurso narrativo y la argumentación; un punto de interés que últimamente ha suscitado sugerentes contribuciones dentro de comunidad internacional del campo argumentativo. Por otro, sigo, como se suele decir, «sacando petróleo» de la Retórica aristotélica, un texto que sigue sorprendiéndome con la lucidez de sus aportaciones y que, últimamente, ha resultado ser una fuente insospechada en la que recabar planteamientos originales sobre otra de las nociones más exploradas hoy en día en nuestro campo: el concepto de metaargumentación. Por último, mis labores docentes, en la UAM, como profesora de Filosofía de la Ciencia, me han llevado a replantearme la posibilidad de abordar diversos problemas clásicos de dicho campo a través del análisis de argumentos que se lleva a cabo en teoría de la argumentación. Entre ellos podrían mencionarse la estructura y pragmática de las explicaciones, la racionalidad de los mecanismos de propuesta de hipótesis (el viejo tema de la abducción) o la de los largos y complejos procesos de selección y elección teórica.

-¿Y Luis Vega? ¿En qué temas está inmerso en estos momentos?

-Pues en las últimas ocasiones en las que nos ha presentado los temas sobre los que está trabajando, Luis nos ha sorprendido con una propuesta programática totalmente nueva que dejaría en cierto modo atrás lo que hasta ahora ha sido el «perspectivismo» vigente en la teoría de la argumentación: es decir, la idea de que los diversos aspectos de las argumentaciones pueden clarificarse por medio una revisión que concerniría a distintos enfoques: tradicionalmente el enfoque lógico, el dialéctico y el retórico a los que se sumaría, de acuerdo con el propio Luis en sus publicaciones hasta el momento, el enfoque socio-institucional. Ahora, Luis Vega quiere partir de cero (o de todo lo aprendido hasta el momento) y replantearse la teoría de la argumentación como una reflexión integrada y desprejuiciada sobre tres núcleos de problemas característicos correspondientes a los argumentos, las prácticas argumentativas y los agentes discursivos argumentadores; una reflexión en la que, además, sugiere que se debería invertir el orden habitual de abordaje, comenzando por las características de los argumentadores en lugar de las de los argumentos como productos aislados. En fin, creo que esto refuerza aún más lo expuesto en una de las primeras preguntas sobre el estado «en activo» de Luis. ¡Activo y con ganas de revolucionar de nuevo el campo!…

-¿Quieres añadir algo más?

-Sí. Quiero agradecer pública y efusivamente su contribución a todos los que han colaborado en el libro homenaje a Luis Vega que ha sido un placer llegar a culminar. Y especialmente a ti, Salvador, ya que desde el principio te mostrarte entusiasmado con el proyecto y, una vez acabado, te has apresurado a darle difusión por este medio. De verdad, muchas gracias.

-Gracias a ti querida y admirada amiga.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.