Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós,
Mi nombre es Adán, la última novela de Elias Jury, novelista, dramaturgo, crítico, periodista e intelectual, se sitúa en la ciudad palestina de Lida, en 1948, y explora la vida de los palestinos que permanecieron en lo que los israelíes apodaban «el gueto».
Jury también ha escrito sobre la guerra civil de Líbano y se ha pronunciado públicamente sobre la oleada de revoluciones que inundaron el mundo árabe en 2011 y que valora como un «gran paso» cuyas derivaciones aún se siguen desarrollando.
Jury habla con Al Yasira de cómo sus novelas ayudan a marcar la diferencia entre pasado y presente, sobre la violencia en curso en Israel y sobre la primavera árabe cinco años después.
-Al Yasira: Usted ha dicho que no considera que sus novelas sean históricas porque cuando escribe sobre la guerra civil libanesa o sobre la Nakba palestina en realidad está escribiendo sobre el presente. ¿Puede abundar en esta idea?
-Elias Khoury: Mi primera novela sobre la guerra civil, Al Yabel al-saguir [La montaña pequeña], publicada en 1977, la escribí entre 1975 y 1976, en el transcurso de la guerra. Mi idea era que tenemos que escribir sobre lo que estamos viviendo porque hay que acabar con esa separación entre escritura y vida, entre lo que se habla y lo que se escribe. Hablar sobre algo que sucedió hace 10 años no es referirse al pasado; es presente -por más que todo sea pasado. Hace diez minutos ya es pasado. Es un absurdo.
Yo cuento historias, no doy lecciones ni de historia ni de filosofía. Sólo cuento historias, historias de amor, historias de vida. Amo a estos personajes, los encuentro interesantes, y a través de ellos descubro diferentes aspectos de la realidad.
-Al Jazeera: Su nueva novela, Mi nombre es Adán, ¿es la esperada continuación de La cueva del Sol, su obra anterior que relata la odisea palestina?
-Khoury: Se sitúa en Palestina y es el primer volumen de lo que se supone es una trilogía, aunque cada libro sea independiente. Es la continuación de La cueva del Sol en el sentido de que es un registro de la crónica de la Nakba y sus secuelas.
Arranca en la ciudad de Lida y narra un episodio totalmente desconocido. La mayor matanza de 1948 ocurrió en Lida, pero ese no es el tema. El tema trata de la gente que permaneció allí, un grupo escasamente numeroso. De unas 50 mil personas que vivían en esa ciudad permanecieron en Lida entre 500 o 600. Los israelíes les permitieron vivir durante un año y dos meses en un área cerrada rodeada de alambres de espino. Había una puerta y no podían salir, los israelíes lo llamaban el gueto.
Esta novela se titula Mi nombre es Adán porque ese es el nombre del narrador. Nació en 1948, así que fue el primer bebé nacido en el gueto. Relata los recuerdos de su madre y de las personas con las que vivió su primer año de vida, un año terrible porque los palestinos que se quedaron fueron obligados a realizar trabajos forzados que resultaron terribles, pues la mayor parte consistía en recoger los cadáveres de las calles de la ciudad.
-Al Yasira: ¿Cómo investigó los antecedentes históricos?
-Khoury: Hay algunos testimonios escritos sobre Lida, pero son escasos; lo que hice fue un buen acopio de testimonios orales. No fue fácil porque no podía ir allí. Para La cueva del Sol fue más fácil porque estaba trabajando en los campamentos [de refugiados] aquí en Líbano. Esta vez tuve que recopilar información a través de skype, del teléfono, del whatsap y de viber. De hecho, gracias a eso h e aprendido a utilizar estas tecnologías. También recogí testimonios de muchas personas que he ido conociendo en Nueva York y en Jordania.
-Al Yasira: ¿Qué opina de la renovada ola de violencia en los territorios palestinos ocupados en los últimos meses?
-Khoury: Creo que en el Oriente árabe estamos pasando por algo nuevo. Mi sensación es que estamos entrando en una nueva fase, tal vez la más difícil de nuestra historia contemporánea. Si observamos la causa palestina, lo que percibimos es que no existe ninguna opción política. Los palestinos no tienen ninguna opción en absoluto.
En los Acuerdos de Oslo, que fueron el resultado de la primera Intifada, los palestinos se rindieron. Los Acuerdos de Oslo suponen la rendición total de un pueblo que acepta perder el 78% de su patria. La condición de la rendición es que si te entregas tienes que sobrevivir. Los israelíes han demostrado que rechazaron la rendición de los palestinos. Mantienen la ocupación y es inimaginable que vayan a aceptar el plan de dos Estados. Creo que en la actualidad es imposible que los israelíes lo acepten; provocaría una guerra civil en Israel. Han creado una situación que es irreversible. ¿Qué significa esto? Significa que los palestinos tienen que aceptar ser un pueblo sin Estado.
Se trata de un sistema de apartheid que no reconoce a los palestinos como ciudadanos. En cierto sentido, hemos retrocedido a los orígenes, donde sobrevivir es resistir. Mi lectura sobre la resistencia que se está produciendo en estos momentos es que nadie la dirige y nadie la puede frenar. Se trata de los primeros signos de una nueva clase de resistencia: la resistencia contra un sistema de apartheid.
-Al Yasira: Usted pronunció un discurso sobre la primavera árabe en 2012 en el que se refirió a las revoluciones como una fuerza positiva para el cambio. ¿Aún lo siente de ese modo?
-Khoury: Positiva o negativa, la historia decide. Lo estamos viviendo y no podemos saber lo que sucederá ni cómo se desarrollarán los acontecimientos, pero creo que lo que ocurrió en los países árabes fue un gran paso y que ya nada puede volver a ser como antes.
Miremos a Egipto, donde han intentado revivir el status quo con Sisi; es irrealizable. Ese sistema ha periclitado. Pero por otro lado, el fracaso de los grupos políticos laicos es trágico. Estamos atravesando un período muy difícil.
No veo ningún final para las guerras civiles en Siria e Iraq. Y, no cabe duda de que una de las consecuencias más sobrecogedoras es el colapso de la sociedad. No creo que sean las revoluciones las responsables de esta catástrofe. Las revoluciones se produjeron porque sobrevino el final de una era en la que la gente ya no podía soportar más este tipo de regímenes. Pero el salvajismo del despótico aparato ha conducido la revolución hacia una guerra civil sectaria.
Estamos en un momento terrible y no creo que podamos repensar el destino de los Estados aisladamente. Lo que tenemos que repensar es el destino de la región en su conjunto. Todo está interrelacionado. Estoy convencido de que esta es la última batalla que dan las trasnochadas formas de gobierno y pensamiento despóticos. Están librando sus últimas batallas y serán muy sanguinarios porque defenderán su posición hasta el final pero no hay nada que pueda salvarlos. Este es el final de una época.
Fuente: http://www.aljazeera.com/news/2016/02/qa-terrible-moment-arab-world-160224111329546.html