El resultado de las inversiones realizadas entre 2011 y 2015 podría haber terminado en conflictos como los de Siria, Yemen o República Centroafricana.
La Caixa ha financiado a Maxam y Sener, dos de las principales fabricantes de armas en España, por valor de 79,6 millones de euros entre enero de 2011 y diciembre de 2015, según fuentes del Centro Dèlas de Estudios por la Paz. El banco también ostenta un gran volumen de acciones en Indra -otras de las principales compañías españolas del sector-, que alcanza los 7,9 millones de euros, y posee el 26,3 % de OESIA, compañía de la que se desconoce su valor total, dada la opacidad que La Caixa ha llevado a cabo en sus operaciones. Todo ello suma, por lo menos, un total de 87,5 millones de euros invertidos en empresas de armamento.
Activistas e investigadores de la campaña CaixaBank sin armas, lanzada por el Centro Dèlas, intervinieron ayer en la junta general de accionistas del ente para denunciar este tipo de inversiones. «CaixaBank ha ayudado con casi 80 millones de euros a la producción de explosivos que pueden haber acabado en alguna de las guerras que hoy en día asolan el planeta», evidenciaba Ainhoa Ruiz, integrante de esta campaña, en su intervención en la junta.
El negocio de la guerra
Ruiz hizo hincapié en el hecho de que Maxam, una de las compañías financiadas por La Caixa, es sospechosa de haber producido armamento que ha acabado en República Centroafriacana o Siria. Maxam es uno de los principales fabricantes y exportadores de explosivos en todo el mundo, además de municiones de mortero, de armas ligeras o de artillería. Asimismo, esta compañía también produjo minas antipersona o bombas de racimo hasta que su uso fue prohibido por ley.
«En julio de 2015 se descubrió que [Maxam] podría haber financiado explosivos militares destinados a la guerra de Siria a través de su filial turca, cuando un camión cargado con 21 toneladas de explosivos fue detenido durante cinco días en la aduana con destino a un comprador en Jordania, cuyo trayecto debía pasar por Siria en zona controlada por rebeldes», denunciaba Ruiz, que también sugirió que esta operación se detuvo en el momento en el que los periodistas comenzaron a indagar.
Además, en lo que se refiere a República Centroafricana, Ruiz afirmó que Maxam vendió ‘vainas con pistón’ en el país africano, camuflándolas como armas de caza y tiro deportivo. Poco después de la venta de este armamento, comenzaron los enfrentamientos entre los grupos Seleka y Antibalaka, que terminaron con miles de muertes y el desplazamiento de gran parte de la población del país.
Por su parte, Audrey Esnault, también integrante de CaixaBank sin armas, señaló en su intervención que La Caixa posee un poco más de la cuarta parte de OESIA, empresa que desarrolla tecnología aplicada al sector militar. Por ejemplo, el sensor de búsqueda y seguimiento por infrarrojos necesario para la detección automática de blancos sobre los que disparar que está integrado en el caza de combate europeo Eurofighter Typhoon, ha sido desarrollado por esta compañía.
Esnault denunciaba que este modelo «ha sido adquirido por los ejércitos de Arabia Saudí en 2007 y Oman en 2012, y que puede estar lanzando bombas hoy mismo en la guerra de Yemen, con consecuencias desastrosas para la población civil, de la que un 80% se encuentra necesitada de ayuda humanitaria», lo que se contradice con el Código de Valores Éticos y Principios de Actuación y los valores corporativos de CaixaBank, que estipulan que la entidad «no participará en operaciones de financiación o exportación de material bélico de uso militar».