Qué vestido tan bonito, el rosa es para las chicas, pareces una muñeca, ¿fútbol? No, mejor ballet, las niñas juegan a las cocinitas y los niños al balón, menos mal que no tengo una hija, menos mal que es niño, son más fáciles. No cojas nada de nadie, siéntate como una señorita, no hables muy […]
Qué vestido tan bonito, el rosa es para las chicas, pareces una muñeca, ¿fútbol? No, mejor ballet, las niñas juegan a las cocinitas y los niños al balón, menos mal que no tengo una hija, menos mal que es niño, son más fáciles. No cojas nada de nadie, siéntate como una señorita, no hables muy alto, no grites, hay hombres malos. No vayas sola por la calle, llámame para que vaya a por ti o que te acompañen a casa, no te pongas eso, a los chicos solo les interesa una cosa, tienes que valorarte, eres una guarra, me he enterado de que te acuestas con todos, zorra, ¿todavía eres virgen?, no te regales, ten cuidado, lo que haces es de putas. Adelgaza, a las gordas nos las quiere nadie, con un hombre te sentirás segura y completa, limpia y eficiente podrías ser tú (como tu nuevo aspirador), cocina, recoge, friega, cuida, atiende, pero siempre delgada y con una buena sonrisa. ¿Tienes pensado quedarte embarazada? Cobrarás menos que tus compañeros por el mismo trabajo. Te podrán acosar y no será denunciado, será invisible, algo habrás hecho, es tu vergüenza. Esa tía está ahí porque a saber lo que ha hecho, ha debido comer muchas pollas. Mi jefa es una mal follada, mi jefe es un hombre muy exigente y riguroso en el trabajo. Con ese carácter nadie te va a querer, ¿es que tienes la regla?, menuda histérica, te falta un buen polvo, ¿quieres ser madre? ¿no quieres ser madre? Te vas a perder lo más importante en la vida de una mujer ¿no tienes ambiciones? Aún eres joven, pues ya eres mayorcita para saber lo que quieres. ¿Todavía estás soltera? ¿qué hay para cenar? ¿qué has hecho de comer? Media jornada, tengo que cuidar de mis hijos, aún tengo que hacer la compra y poner lavadoras antes de que llegue a casa. ¿Me has preparado la comida de mañana? ¿has planchado la ropa? ¿Viajar sola? No, te puede pasar cualquier cosa. ¿Dónde vas tan sola? ¿qué hacen dos chicas tan guapas y tan solas?, Oye guapa, ¿quieres bailar conmigo? No, no quiero bailar contigo, que tía más borde, qué gilipollas, eres una guarra. Soportar los genitales ajenos en tu culo o tu espalda cuando estás en el metro o en una discoteca. Cruzar la calle por la noche cuando ves un grupo de chicos con el que te vas a encontrar, tener el teléfono de una persona cercana marcado por lo que pueda pasar, ir hablando por el móvil porque tengo miedo de ir sola. Ese tío te trata bien, pues no tenía pinta de bollera, seguro que es porque no ha probado una buena, no la han sabido follar, ¿y él que dice? ¿y él que quiere? Así no sales de casa, esa falda sin mí no te la pones, ¿de fiesta a qué? ¿a zorrear con tus amigas? No vuelvas tarde. Hay hombres malos, ten cuidado por favor, llámame cuando llegues.
Elegí el feminismo. Y a partir de ese momento comienza un nuevo camino y quienes viven el feminismo saben de lo que hablo. Hoy me refiero a vosotras, hoy me dirijo a vosotras. Vosotras las invisibles, las sin voz, las que estáis ahí siempre, las que cada día os hacéis sentir, escuchar, notar y ver. Vosotras que sabéis que desde las emociones hasta nuestros cuerpos son campos de batalla que disputamos cada día. Y esto compañeras no son palabras de victimismo, son palabras de lucha, de rabia, de esperanza, de liberación, de sentido común. Y es que no existe nada que sea más de sentido común que el feminismo. Del antiguo slogan feminista «lo personal es político» aprendimos que efectivamente, si lo personal y lo privado es político, el feminismo entonces no puede estar separado de lo político. El feminismo debe ser una forma de hacer política.
El feminismo cambió mi vida por completo y para siempre. Estoy hablando de sentimientos y emociones, pero que nadie se confunda, estoy hablando de política. Hablo de algo que me remueve, que me toca desde lo más profundo a lo más superficial, que me atraviesa de arriba abajo, y es que cuando lo comprendí pasó a ser un estilo de vida; porque eso es lo que es el feminismo, una forma de vivir. Cuando el feminismo entra en tu vida ya no puedes volver atrás.
El propósito del feminismo no es hacer un tipo determinado de mujer, nosotras somos fáciles, poco inteligentes, marimachos, gordas, histéricas, mujeres que contratan señoras de la limpieza, mujeres que se casan, que se quedan en casa con sus hijos, mujeres que se lo hacen con tíos en los baños de discotecas, que les gusta «la cosmopolitan» o que llevan burka. En el feminismo entramos todas, el feminismo es la convicción de que las mujeres deben ser tan libres como los hombres. Y es que al hombre que me grita «¡el sitio de las mujeres es la cocina!», no le hago mucho caso, pero las mujeres que me dicen «ni machismo, ni feminismo» me remueven por dentro y les presto más atención. Con esto quiero decir que aunque ser feminista es liberador no es nada fácil.
El feminismo para mi es una forma de sentir, ver, entender, pensar y hacer. El feminismo me ha liberado, aunque siga asumiendo contradicciones diariamente. Gracias al feminismo he conectado conmigo misma, con eso que va más allá del cuerpo y he establecido una relación nueva con todo lo que me rodea. Con el feminismo me siento segura. El feminismo es mi intuición, mi posición y mi lugar en el mundo, es el punto de partida de todos mis pensamientos, es lo que me permite cuestionar y guiar mi vida.
Esto podría parecer un batiburrillo de slogans, desde los más viejos hasta los más novedosos, sin embargo, la cuestión que aquí planteo es la misma que ha sido siempre: desde la primera ola del feminismo francés hasta la cuarta ola del feminismo trans las mujeres hemos tratado de conquistar nuestras propias vidas, acceder al poder y tomar las decisiones sobre el rumbo que éstas deben llevar. Porque no hay nada que merezca más la pena, o la alegría como dirían algunas, que la lucha por la vida.
El feminismo me ha hecho entender que la alegría de vivir y de luchar nos viene de la profunda convicción de que la causa por la que luchamos es justa, entusiasmante e invencible. Por eso elijo feminismo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.