Recomiendo:
0

Chile

Reflexiones sobre el patriarcado a propósito de María Paz y Tiare Araya

Fuentes: Rebelión

En la marcha de los estudiantes secundarios, la actriz de 34 años María Paz Cejas una vez esposada fue golpeada en los genitales por Tiare Araya cabo de carabineros, lo cual provoco un  sangrado vaginal a María Paz y posteriormente una aborto de 5 semanas en el Hospital San Juan de Dios donde fue derivada. […]

En la marcha de los estudiantes secundarios, la actriz de 34 años María Paz Cejas una vez esposada fue golpeada en los genitales por Tiare Araya cabo de carabineros, lo cual provoco un  sangrado vaginal a María Paz y posteriormente una aborto de 5 semanas en el Hospital San Juan de Dios donde fue derivada.

Por un lado una mujer que no participa de la protesta estudiantil, pero que se siente estremecida por el nivel de violencia que aplican la Fuerzas Especiales de carabineros contra estudiantes, que luchan por la educación gratuita y decide arriesgar para impedir aquella injusticia de la cual es testigo, al frente tiene otra mujer que es parte de un ejército de mujeres uniformadas y civiles, que aplican sistemáticamente el mandato de un Estado y de una clase en el poder. Ambas mujeres determinadas por relaciones, económicas, políticas y sociales de extrema complejidad.

La cabo Tiare Araya no es producto de una maquinación de una sociedad dirigida por hombres, en realidad este hecho nos muestra una vez más que el patriarcado no se relaciona a veces directamente con el sexo o el género. El patriarcado es en realidad una relación social , específicamente una relación social de poder, relación que además se imbrica con la división de clases y los intereses que defienden. De esta relación social son expresiones también, Margaret Thatcher, Angela Merkel,   Hillary Clintony una lista infinita del patriarcado que se viste de mujer, hombre, diferentes culturas, religiones, ideologías, etc.

Las mujeres en el marco del capitalismo han sido doblemente engañadas, su supuesta liberación que debía transitar desde las tareas reproductivas en el seno del hogar hacia el campo laboral, ámbito productivo, ha significado una genial herramienta para el capital, no solo para entrar al circuito de la explotación, sino de cumplir un rol económico, es decir, generar las condiciones para bajar el valor de la mano de obra de la clase trabajadora, en esta competitividad que instala el neoliberalismo y que permite aumentar la cuota de ganancia del gran empresariado.

¿Cuál ha sido el papel histórico del patriarcado capitalista? El trabajo reproductivo, el cuidado de la casa, los niños, los enfermos las tareas domésticas, etc., han cumplido un papel económico fundamental, ya que no era posible bajar el costo de la producción capitalista, sino a condición que el trabajo reproductivo fuera gratuito y recayera en las mujeres históricamente, así impedir que esa labor y sus costos entrara al circuito productivo, disminuyendo el capital invertido y aumentando las lucrativas ganancias. Hay que aclarar que al capital finalmente no le interesa el sexo de quien cumpla esa labor reproductiva, lo que le interesa que sea una labor no pagada.

Por un lado tenemos trabajadores y trabajadoras que crean valor en el marco de la explotación de la producción capitalista y por otro, un ejército de mujeres que prácticamente subsidian esa plataforma productiva desde sus labores domésticas, trabajo no pagado. De hecho gran parte de la violencia ejercida por los hombres tiene como objetivo que la mujer siga ejerciendo ese papel, cuestión que no se explica por la violencia individual del hombre, sino que es una violencia con un rol económico, con una determinación de clase, una función cultural que impone el capital, al cual el hombre también está subordinado y que busca mantener el trabajo reproductivo como trabajo no pagado beneficiando a la clase capitalista, esto ocurre por el convencimiento cultural o la violencia. Claro está que el patriarcado antecede al capitalismo, pero siempre ha tenido además una función económica y yo diría que es su función principal, sin ella se hace casi insostenible mantener el sistema capitalista. Todo esto se complementa con las otras funciones del patriarcado en esta etapa, el machismo como una más de sus características, etc., porque debemos tener claridad que sus funciones cambian, de acuerdo a las necesidades del capital y su contexto histórico.

Pero todo este escenario se ha dado en el marco de la lucha de clases, donde los explotados históricamente han ganado derechos y en ocasiones nivelado el trabajo ante el capital. En esta realidad el capital sobre todo en el marco del neoliberalismo no ha trepidado en sacar parte de su ejército reproductivo e introducirlo a la esfera productiva. Introduciendo millones de mujeres al campo laboral, la feminización de la fuerza de trabajo acompañada con mayor precarización y flexibilización ha sido el tono de las últimas décadas del modelo neoliberal, de esta manera desequilibrando las conquistas ganadas y reduciendo los salarios y aumentando las ganancias de los explotadores y explotadoras, papel que ya en el siglo XIX y posteriores cumplieron los niños introducidos al trabajo, que eran parte fundamental para mantener los bajos salarios. Todo esto encubierto en la lucha por la igualdad de hombres y mujeres, que el propio capital incentiva y que apunta no a la liberación, sino a una doble opresión.

Que los capitalistas se atrevan a sacar a las mujeres del ámbito reproductivo e instalarla en el productivo, no significa terminar con el primero, sino que las mujeres deben sostener ambos roles económicos, primero como he dicho la labor reproductiva como subsidio a la producción capitalista y la otra como agente económico para bajar en general el valor de la mano de obra. Lo que resulta que las mujeres no solo son oprimidas desde la cultura patriarcal, sino que en el propio circuito de rotación del capital cumple una doble función.

El sistema capitalista y su cultura generan no solo en las mujeres, sino en toda la sociedad la ilusión cual «matrix» de convencernos que luchamos por un camino que nos va liberando, pero que al final de una etapa, desde una perspectiva de décadas nos instala en una nueva realidad de opresión y la explotación.

Explotación capitalista y patriarcado en el actual momento histórico son dos caras de una misma moneda. Las fuerzas dominantes «naturalizaron» la labor reproductiva de las mujeres, pero cuando necesito a la mujer con un rol productivo, el capitalismo asumió un discurso de liberación de la mujer por la «igualdad antes los hombres», pero en ambos casos la «naturalización» o la «liberación» responden a necesidades económicas de la rotación del capital.

Las mujeres en conjunto con toda la clase trabajadora (hombre y mujeres) deben valorizar el trabajo reproductivo e iniciar la lucha por un salario justo a las tareas domésticas, que asuman terminar con el subsidio que realiza este al ámbito productivo capitalista, de lograrse será una estocada estratégica al sistema capitalista.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.