Hace un poco más de un mes que el gobierno iraquí declaró el inicio de la batalla «por la liberación de Mosul». El 6 de noviembre, las Fuerzas de la Siria Democrática declararon el comienzo de la batalla de liberación de Raqqa en Siria. Estas dos ofensivas están apoyadas por la coalición dirigida por Estados […]
Hace un poco más de un mes que el gobierno iraquí declaró el inicio de la batalla «por la liberación de Mosul». El 6 de noviembre, las Fuerzas de la Siria Democrática declararon el comienzo de la batalla de liberación de Raqqa en Siria. Estas dos ofensivas están apoyadas por la coalición dirigida por Estados Unidos.
Estas batallas encuentran una resistencia feroz por parte de la organización del Estado Islámico (EI) y parecen mucho más difíciles que las previsiones de la coalición. Y en las dos ciudades, la población civil sigue siendo la primera víctima. Dentro de estas dos guerras contra el EI, se oculta una rivalidad entre las potencias regionales e imperialistas.
Lucha de influencias
En Irak, tras su salida como consecuencia de la derrota de 2011, Estados Unidos y sus aliados se vuelven a hacer presentes. Al mismo tiempo, las milicias chiitas iraquíes pro-Irán, soslayan la negativa de Estados Unidos de que participen en la batalla de Mosul, atacando por la zona oeste de la ciudad. Las fuerzas militares turcas en Irak, estacionadas en el Campo de Bashuka en el norte de Mosul, esperan la ocasión para avanzar hacia la ciudad. En fin, los peshmergas, la fuerza militar kurda del gobierno del norte de Irak (bajo control de Barzani) participan en esta batalla para extender su influencia en una zona rica en petróleo…
En Siria, nos encontramos ante una configuración similar: el régimen y sus aliados, Estados Unidos y su coalición, el ejército turco que intenta apoderarse de la ciudad de Al-Bab, situada al norte de Alepo y que es una puerta hacia Raqqa, el feudo del EI. Intereses geopolíticos en una rica zona agrícola, y entrada hacia la zona petrolera…
La batalla de liberación de Raqqa en Siria ha sido confiada el 6 de noviembre pasado a las Fuerzas de la Siria Democrática (FSD), que la ha bautizado como «cólera del Éufrates»… Estas fuerzas avanzan hacia la capital del califato del EI, y se encuentran a menos de 30 km de la ciudad. El norte de Raqqa es una zona rica en infraestructuras agrícolas y está habitada. Esta nueva batalla puede, por tanto, destruir lo que queda de infraestructuras y crear desplazamientos de población.
El Batallón de los revolucionarios de Raqqa, componente (árabe) de las FSD, ha declarado el 9 de noviembre que no participará en esta ofensiva, pues «los combatientes que deberán liberar y entrar en Raqqa deberán ser sus habitantes. Corresponde a ellos dirigir la batalla desde el punto de vista militar». Esto refleja una disensión «nacionalista» en esta batalla, pues la componente más poderosa de las FSD es el YPG kurdo. Esta ofensiva dirigida específicamente por las YPG kurdas crea, por tanto, a pesar del deseo de la población de mayoría árabe de librarse del EI, temores sobre la posible extensión de los territorios bajo control kurdo.
Es del interés de todas las fuerzas revolucionarias que la derrota del EI sea fruto del conjunto de los batallones del ESL y de todas las componentes de las FSD. Es preciso que la gestión de Raqqa después de su liberación corresponda a las fuerzas revolucionarias de la ciudad y de su región, sin distinción de raza o de religión.
El martirio de Alepo
Alepo, la ciudad mártir vuelve al primer plano del drama sirio. Tras un período de calma (relativa), los bombardeos han recomenzado sobre Alepo, Idlib y Homs desde mediados de noviembre.
Un diluvio de fuego se abate sobre los barrios Este de Alepo y su campiña, todos los hospitales, tanto de los barrios «libres» como de los asediados, están destruidos. El número de civiles muertos bajo los bombardeos rusos o del régimen se cuentan por decenas de hombres, mujeres y niños. El asedio de Alepo es completo, su población de 250 000 habitantes sufre el hambre, y ha habido concentraciones de protesta en los barrios al-Fardos y al-Amyria en el este de Alepo ante las reservas alimentarias bajo control de las facciones armadas. Y el 16 de noviembre Jabhat al-Nusra disparó sobre personas que se manifestaban hambrientas y sin armas reclamando comida.
Apoyado por los rusos y sus aliados (Irán, Hezbolá y las milicias chiitas iraquíes), el régimen de Bachar al-Assad ha podido conquistar más territorios en Alepo y sus alrededores, confirmando el bloqueo completo sobre los barrios Este de la ciudad. Por otra parte, un millón de civiles sirios viven en zonas asediadas.
Este salvajismo del régimen y de sus aliados alimenta el extremismo religioso y confesional: el régimen, por su política de guerra total contra el pueblo sirio, crea todas las condiciones para el desarrollo del EI y de al-Nusra. Para vencer al EI y las milicias confesionales y contrarrevolucionarias, hay que vencer al régimen criminal de Assad y frenar las intervenciones imperialistas. ¡Ni Assad ni Daesh, ni Moscú ni Washington!
Traducción de Faustino Eguberri – Viento Sur