José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en […]
José Herrera Plaza (Almería, 1955) cursó estudios de Economía en la Universidad de Valencia. Técnico Superior en Imagen y sonido, trabaja actualmente, como cámara operador, en Canal Sur TV. Desde 1985 ha seguido de cerca todo lo relacionado con el accidente nuclear de Palomares. En 2003 fue coautor y coorganizador del libro y exposición en el Centro Andaluz de Fotografía «Operación Flecha Rota. Accidente nuclear en Palomares». Posteriormente dirigió el largometraje documental homónimo (2007).
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Seguimos en el capítulo VII: «Resultas y reparaciones» apartado 7.5: «Las indemnizaciones y la discordia». Acabamos el capítulo. Antes de entrar en él: ¿alguna novedad que quieras explicar?
JH.- Continuamos con el intento de averiguar cuáles son los planes de los norteamericanos para la descontaminación de Palomares y que el CSN aprobó por unanimidad en contradicción con el Plan de Rehabilitación de Palomares (CIEMAT 2010). El 27 de febrero pasado IU en el parlamento registró unas preguntas que le sugerimos:
1) ¿Supondrá la contaminación remanente que está previsto dejar en la denominada Zona 6, sita en la Sierra Almagrera, la restricción total o parcial que obligará a mantener permanentemente el vallado y señalización de las 20 ha. de esa zona?.
2) ¿Acepta el Gobierno en su totalidad la contrapropuesta norteamericana para la descontaminación de los terrenos radiológicamente afectados de Palomares contenida en el documento Evaluation of Alternatives for Remediation of Soils of Contamination at the Palomares Accident Site (DoE/NV-1536)?.
3) ¿Cuál es la razón por la que no se ha hecho público el contenido de dicho documento a tenor del Convenio sobre el acceso a la información en materia de Medioambiente (BOE 16/02/2005) y de los principios de transparencia propios de una democracia consolidada?
4) ¿Cómo valora el Gobierno que puede afectar a la salud de las más de 2.000 personas que residen en Palomares y Villaricos la contrapropuesta norteamericana?
Me sitúo en el libro. ¿Qué cantidades se dieron inicialmente a la gente? ¿A quiénes? ¿A toda la población? ¿Las aceptaron? ¿Fueron las autoridades españolas o las norteamericanas? Muchas preguntas en una. Disculpas.
JH.- El problema de las indemnizaciones fue entre otros la lerda burocracia militar estadounidense, que era la que se hacía cargo. Las tramitaciones se podían prolongar a lo largo de los meses, e incluso años. El esquema del problema se resumía en: pagos diferidos para daños inmediatos, lo cual generó no pocas tensiones. Una parte de los damnificados no podían esperar ni un par de semanas, porque su situación económica únicamente permitía vivir al día. Por eso se comenzaron a librar adelantos sobre futuras compensaciones, denominados pagos de emergencia. Las cantidades de estos pagos giraban alrededor de las 5.000 pesetas, aunque podrían alcanzar un tope de 60.000. Según los norteamericanos, el primero se dio a la semana del accidente y el último a los dos meses y medio. En total fueron 222 libramientos con un total aprox. de 881.210 ptas. Siempre se destinaron a las personas más vulnerables de Palomares y a los pescadores de Villaricos.
¿Quiénes evaluaron los daños producidos? Si no estoy mal informado, intervino el hijo del alcalde. ¿Qué tal se comportó?
JH.- Al igual que en los seguros, el monto de las indemnizaciones depende de la valoración de los daños. Ya desde el comienzo surgieron desavenencias con las tasaciones, calificadas por algunos afectados como desiguales y arbitrarias. Para resolver este problema se llamó a los peritos de la oficina provincial del Ministerio de Agricultura. El hijo del alcalde, Manuel González, fue contratado por la Oficina de Reclamaciones como asesor oficial ante los cientos de demandas de las distintas parcelas agrarias afectadas. Las tensiones generadas con la Oficina y las distintas varas de medir empleadas, según una buena parte de los demandantes, pasó factura al rol desempeñado por Manuel como copartícipe de los agravios comparativos.
Miembros de la Oficina de Reclamaciones de la USAF en Palomares que tramitaron todos los expedientes para compensar los daños sufridos en el accidente posan frente a la tienda donde se ubicaba y que una noche ardió por causas desconocidas. El abogado militar Joe Ramírez aparece el 3º por la izqda. y el hijo del alcalde pedáneo, Manuel González es el penúltimo. (Foto: cortesía M. González)
¿Se distribuyeron equilibradamente las reparaciones?
JH.- En la mayoría de las opiniones recogidas en nuestro estudio, la principal crítica se centra en la arbitrariedad sufrida por una fracción de los demandantes. A unos se les indemnizó muy por encima de los daños sufridos, mientras que otros sufrieron tasaciones ridículas o directamente les negaron cualquier compensación.
No hablas bien de una información que publicó La Nation. ¿Qué venían a decir?
JH.- La prensa de derechas francesa publicó muchos bulos referente a los vecinos. Su humildad provocaba abierto desprecio. Como vimos anteriormente, varios rotativos de este país llegaron a invertir los roles de víctimas-victimarios, afirmando que los pícaros agricultores intentaban aprovecharse de la proverbial generosidad norteamericana, probablemente inspirados por la soterrada intoxicación de la Embajada norteamericana. Ahora, con el pago de algunas indemnizaciones, » La Nation » titulaba Mientras que los americanos rebuscan entre cielo y tierra, Palomares canta «La bomba ye-yé» y cuenta fajos de billetes . El diario parisino » L’Aurore «, de extrema derecha, titulaba al mes del accidente: Para los 1074 habitantes de Palomares, la bomba H constituye un verdadero maná celeste. Una realidad tan idílica como falsa, propia de ambientes xenófobos y parafascistas. Cebarse con los desfavorecidos siempre ha estado de moda por quienes se sienten superiores racial, económica, social o culturalmente.
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