A poco más de un mes de las presidenciales, en las que el ex general Abdel-Fattah al-Sisi intentará su reelección, ha decidido dar un fuerte golpe de timón en la lucha contra el terrorismo wahabita que ha protagonizado, desde el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, en julio de 2013, inumerable cantidad de ataques y atentados […]
A poco más de un mes de las presidenciales, en las que el ex general Abdel-Fattah al-Sisi intentará su reelección, ha decidido dar un fuerte golpe de timón en la lucha contra el terrorismo wahabita que ha protagonizado, desde el derrocamiento del presidente Mohamed Morsi, en julio de 2013, inumerable cantidad de ataques y atentados contra diferentes objetivos civiles, militares y religiosos, que abarcan desde ataques a puestos de control como los sucedidos en julio de 2015 en el Sinaí, cuando una serie de asaltos coordinados, dejó al menos 50 policías muertos o el atentado a la mezquita sufí de al-Rawda, en Bear al-Abd, a 40 kilómetros de al-Arish, capital de la provincia Norte-Sinaí el viernes 24 de noviembre último, que se convirtió en el mayor atentado de la historia reciente del país con un saldo de 305 muertos, de ellos 27 niños y cerca de 200 heridos. En diciembre de 2016 otro ataque a la iglesia de San Marcos de la minoría copta en el Cairo, causó una treintena de muertos y cerca de 50 heridos, en abril de ese mismo año un doble ataque contra a dos iglesias también coptas, en Alejandría y en la ciudad de Tanta, produjeron en total 43 muertos y 120 heridos. Otro de los objetivos más apreciados por el terrorismo son los centros turísticos, los que está haciendo colapsar la fuente de recursos más importantes del país, como el derribo del vuelo 9268 de la aerolínea rusa Kogalymavia, un Airbus A321 que transportaba turistas desde el complejo de Sharm el-Sheikh, en las orillas del Mar Rojo hacía Moscú, matando a sus 224 ocupantes.
Todos estos ataques han sido revindicados por el grupo Wilāyat Sinaí, adscripto al Daesh, aunque en el país existen otras organizaciones terroristas menores como Ajnad Misr (Soldados de Egipto) que surgió en enero de 2014 con varios ataques en El Cairo. La Brigada al-Furqan y el Grupo Salafista Yihadista, estos dos sin acciones que consignar. Y en el oeste del país, cerca a la frontera con Libia, ha surgido el Harakat Sawa’d Misr (Brazo del Movimiento de Egipto) también conocido como Movimiento Hasm, (decisión), vinculados estrechamente con los Hermanos Musulmanes. Esta organización, estaría captando veteranos de Siria e Irak, que llegados a Libia actúan a los dos lados de la frontera. El 20 de octubre pasado, en el oasis del Desierto Negro de Bahariya, asesinaron 58 policías.
Estas oleadas de acciones terroristas, están íntimamente vinculadas al derrocamiento de Morsi, cuyo partido Libertad y Justicia fungió como brazo político de los Hermanos Musulmanes, una organización que desde sus orígenes en 1928, fue el reservorio de fundamentalismo wahabita, no solo en Egipto, sino que irradió su doctrina a muchos otros países del Islam. La larga trayectoria de los Hermanos ha tenido significativos actos de violencia extrema. En diciembre de 1948, asesinaron al Primer Ministro Mahmud Fahmi al-Nuqrashi, al que le continuaron una sangrienta campaña de atentados en la capital. En 1954 intentaron asesinar al entonces presidente Abdel Gamal Nasser y fueron hombres salidos de sus filas quienes asesinaron en 1981 al presidente Anuar Sadat; el actual líder de al-Qaeda, Ayman al-Zawahiri, se formó doctrinariamente con los Hermanos.
En los días del golpe contra Morsi, los Hermanos Musulmanes desataron una verdadera guerra en el Cairo y otras ciudades, produciendo un número nunca finalmente esclarecido de muertos, aunque la cifra, se cree, está entre los 3 y 5 mil.
El desorden en inseguridad es tan fenomenal como en lo económico, por lo que al-Sisi ha debido implementar esta movilización de tropas, para encontrar y destruir las bases de los grupos wahabitas.
En noviembre pasado, al-Sisi ordenó a los Ministerios de Defensa e Interior un plan para erradicar el terrorismo fundamentalmente en la extensa península del Sinaí, donde estos grupos se han afincado, amparados en la relaciones con algunas de las tribus que llevan siglos allí asentadas y diferentes bandas de contrabandistas, que en muchos casos, son partes de las mismas tribus.
El resultado del pedido presidencial ha sido la operación «Sinaí 2018», y abarca: el Sinaí, el Delta y las áreas desérticas al oeste del valle del Nilo. A diferencia de las operaciones «Águila» de 2011 y «Derecho de los Mártires» de 2015 en esta oportunidad están implicadas todas las fuerzas: la Fuerza Aérea, el Ejército, la Marina además de la policía y los guardias fronterizos, lo que significa una movilización sin precedentes en la guerra contra el terrorismo.
El plan, en pleno desarrolló, consiste en sellar las fronteras tanto terrestres, como marítimas, para controlar el tráfico de armas y evitar el desplazamiento de unidades guerrilleras. Se ha prohibido el movimiento de civiles en las zonas afectadas, incluso a aquellos que debieran movilizarse por cuestiones de salud. Las carreteras tendrán horarios determinados, sumamente rigurosos para poder ser transitadas por civiles.
Primeros resultados.
Desde que se puso en marcha este último viernes 9 la Operación «Sinaí 2018», en los primeros informes oficiales se ha conocido que el ejército, junto a la policía, realizó 383 patrullas y operaciones de búsqueda en todo el país. Mientras que las tropas destacadas en el Sinaí han eliminado a unos 40 muyahidines y efectuaron unas 500 detenciones. La aviación habría atacado unos 200 campamentos, incluidos depósitos de armamentos y explosivos, laboratorios para la fabricación de los temibles IED (artefacto explosivo improvisado), un centro de información y comunicaciones con computadoras, unidades de comunicación. Incluso un departamento de propagar y difusión de sus acciones, en búsqueda de reclutamiento. Además han sido destruidos dos túneles subterráneos, de dos metros de diámetros a una profundidad de 25 metros y 250 metros de longitud, que contaba con un taller para desmantelar vehículos robados que a la vez interconectaban varias trincheras en la zona fronteriza del norte del Sinaí. Fueron detectados y destruidas 79 trampas explosivas plantadas en las áreas de las operaciones y 10 minas antitanques. Se han secuestrado 22 vehículos 4×4 y 58 motocicletas. Las fuerzas en operaciones egipcias localizaron también 13 campos de amapolas y cannabis y 7 toneladas de drogas. A la vez se detuvo un transporte con 1.2 millón de píldoras de Tramadol, un opiáceo que actúa como analgésico.
Mientras que en el frente occidental, el ejército abortó un intento de contrabandear armas y municiones, desde la frontera libia, cuándo destruyó los cuatro vehículos involucrados y mató a todos los hombres que viajaban en ellos.
Fuentes militares revelaron que la gran cantidad de personas detenidas están aportando información. El gobierno de al-Sisi, ha sido acusado en reiteradas oportunidades, de secuestros, torturas y muertes extrajudiciales, por lo que se desprende de que tras la finalización del operativo, quedará un reguero de denuncias respecto a la violación de los derechos humanos de los terroristas.
La operación coordinada y abierta en dos frentes, el de Sinaí y el occidental, junto a la frontera de más de mil kilómetros con la inestable Libia, apoyados por la fuerza aérea, los guardias fronterizos, ha impuesto un control total. Mientras que efectivos de la policía con hombres de las fuerzas armadas establecieron casi 500 controles en las principales rutas del país.
La operación «Sinaí 2018» ha contado con el apoyo del Papa Tawadros II de la Iglesia Ortodoxa Copta de Egipto, las autoridades de la Universidad de al-Azhar, la institución cultural y religiosa con mas predicamento en todo el mundo musulmán.
Además al-Sisi, en menos de 48 horas, recibió la visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, quien dio su apoyo al gobierno egipcio no solo en la lucha contra el terrorismo sino en la inminente elección presidencial y de Sergei Naryshkin, el jefe de los Servicios de Inteligencia Extranjera de Rusia.
El presidente al-Sisi, con el operativo «Sinaí» 2018, intenta no solo derrotar al terrorismo, sino a la vez comenzar la recuperación económica, una guerra quizás mucho más sangrienta que lleva contra el Daesh.
*Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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