Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.
Las fuerzas del gobierno sirio machacaron el pasado martes el este de Ghuta, matando al menos a 66 personas en uno de los días con mayor número de muertos en tres años, según declaraciones de un grupo de observadores.
Desde la tarde del domingo, el incremento de los ataques aéreos y con fuego de artillería ha matado a más de 210 adultos y niños en el bolsillo rebelde cercano a Damasco, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos.
Francia describió el bombardeo del gobierno sirio como una grave violación del derecho humanitario internacional.
El ejército sirio no hizo comentario inmediato alguno. Damasco alegó que sólo ataca a combatientes.
La reciente violencia en el asediado suburbio forma parte de una amplia intensificación de los combates sobre varios frentes, porque el ejército del presidente Bashar al-Asad está dispuesto a no detenerse ante límite alguno con tal de poner fin a la rebelión en su contra que dura ya siete años.
Panos Moumtzis, el coordinador humanitario para Siria de las Naciones Unidas, condenó el martes el bombardeo de cinco hospitales del este de Ghuta y dijo que los intencionados ataques sobre las instalaciones médicas «equivalen a crímenes de guerra».
En Bruselas, el líder de la oposición siria Nashr al-Hariri -jefe de una de las delegaciones en las estancadas conversaciones de paz en la ONU- dijo a la Unión Europea que los intensificados ataques constituyen «crímenes de guerra» y pidió mayores presiones internacionales sobre Asad para que los detenga.
En Ginebra, UNICEF expresó su indignación por las víctimas infantiles en el enclave emitiendo un comunicado en blanco al estimar que se han agotado ya todas las palabras.
«Ninguna palabra puede hacer justicia a los niños asesinados, ni a sus madres, ni a sus padres y a sus seres queridos», señalaba Geert Cappalaere, director regional de UNICEF. Seguían después diez líneas en blanco con comillas indicando un texto desaparecido y una nota al pie explicativa:
«UNICEF está emitiendo este comunicado en blanco. No tenemos palabras ya para describir el sufrimiento de los niños y nuestra indignación. ¿Tienen palabras acaso los responsables de tanto sufrimiento para justificar la barbarie de sus actos?».
Desde que se inició la escalada el domingo, hay al menos 54 niños entre los muertos. Otras 850 personas resultaron también heridas, según el Observatorio con sede en el Reino Unido.
Llanto sobre el cadáver de un hijo, Ghuta oriental, 19 febrero 2018 (AFP)
Aviones de combate por los cielos
Las personas que se ocupan de rescatar a las víctimas dijeron que los ataques aéreos crean «un estado de gran terror» entre quienes residen en el este de Ghuta, donde la ONU dice que viven casi 400.000 personas. El bolsillo de ciudades-satélite y granjas, que lleva bajo asedio del gobierno desde 2013, es el último bastión rebelde importante que queda cerca de la capital.
Según la televisión estatal siria, las facciones presentes en Ghuta lanzaron morteros hacia Damasco el martes, matando a seis personas e hiriendo a 28, por lo que el ejército tomó represalias golpeando objetivos combatientes, según la agencia estatal de noticias SANA.
El ministro de Asuntos Exteriores sirio dijo que los combatientes en Ghuta estaban atacando Damasco y utilizando a la gente como «escudos humanos», según se decía en una carta de queja presentada ante las Naciones Unidas alegando que las autoridades de Occidente estaban negando el derecho del gobierno a defenderse.
La Defensa Civil en el este de Ghuta, un servicio de rescate que actúa en territorio rebelde, dijo que el martes los aviones estuvieron machacando Kafr Batna, Saqba, Hammuriyeh y otras ciudades.
«Los aviones de combate no desaparecieron del cielo en momento alguno», dijo Siraj Mahmud, portavoz de la Defensa Civil en Ghuta, mientras el sonido de las explosiones retumbaba al fondo.
Mahmud dijo que las fuerzas del gobierno bombardearon casas, escuelas e instalaciones sanitarias y que los rescatadores encontraron el pasado lunes, «en un solo día», más de 100 muertos.
Las fotos de Reuters mostraban a personas vendadas esperando en un punto de atención médica en la ciudad de Duma, algunos de ellos con sangre en el rostro y todo el cuerpo cubierto de polvo.
El lunes, las bombas alcanzaron cinco hospitales en el enclave, según la UOSSM, un grupo de agencias de ayuda humanitaria que financia instalaciones médicas en algunas zonas de la oposición en Siria.
Zonas de desescalada
El patrocinador más poderoso de Asad, Rusia, ha estado impulsando una vía diplomática propia que acabó estableciendo varias «zonas de desescalada» en territorio rebelde el pasado año.
Sin embargo, los combates se propagaron velozmente por el este de Ghuta a pesar de que es una zona que cae bajo los planes de alto el fuego que Moscú intermedió con la ayuda de Turquía e Irán. Las treguas no incluyen a un antiguo afiliado de al-Qaida, que tiene una presencia pequeña en el asediado enclave.
Los residentes y los trabajadores de la ayuda dicen que los acuerdos de «desescalada» no han supuesto alivio alguno. Los alimentos, el combustible y las medicinas han seguido desapareciendo.
Las dos principales facciones rebeldes en el este de Ghuta que firmaron los acuerdos con Rusia el pasado verano han acusado a Damasco y Moscú de utilizar la presencia yihadista como excusa para los ataques.
Moscú no hizo comentario alguno sobre los renovados bombardeos en el este de Ghuta del martes. El lunes, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, culpó a los militantes de al-Nusra, anteriormente vinculados a al-Qaida, de «provocaciones armadas» y de la situación en Ghuta. Dijo que Moscú y sus aliados podrían «utilizar nuestra experiencia de cuando liberamos Alepo… en la situación del este de Ghuta».
El enviado de la ONU en Siria, Staffan de Mistura, advirtió el martes de que la actual escalada en Ghuta podría convertirse en una repetición de los combates sangrientos de Alepo, por los que Damasco consiguió recuperar el control total sobre la ciudad a finales de 2016 tras años de lucha.
«Esos temores parecen estar bien fundados», declaró también el martes el grupo de ayuda International Rescue Committee (IRC). Dijo que la desnutrición era un problema extendido y que las escuelas de Ghuta habían tenido que cerrar a primeros de enero a causa de los ataques.
«Los residentes de Ghuta oriental están aterrados… No hay lugar seguro alguno para ellos donde poder escapar», dijo Mark Schnellbaecher, director regional para Oriente Medio del IRC.
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