Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
La Línea Verde oculta el hecho de que los palestinos en Gaza ya no están siendo oprimidos fuera del Estado israelí, sino que están siendo enjaulados y brutalizados dentro de él.
Manifestantes palestinos dentro de la Franja de Gaza tiran piedras en dirección a una posición militar israelí al otro lado de la cerca fronteriza, la Franja de Gaza, el 8 de diciembre de 2017. (Ezz Zanoun / Activestills.org)
Activistas palestinos han criticado durante mucho tiempo el uso de la palabra «frontera» para describir la línea de armisticio de 1949 que divide a Gaza e Israel y que los manifestantes en la Gran Marcha del Retorno han estado tratando de cruzar con gran riesgo para sus vidas. Invocando el término, Israel insiste en que su política de abrir fuego hacia la Marcha es parte de su legítimo derecho a defender su soberanía y seguridad. Además alega que debido a que el Gobierno desmanteló sus asentamientos en 2005 ya no ocupa la Franja y por lo tanto no es responsable de sus condiciones.
Estos son argumentos falsos. El bloqueo de Israel y el control de Gaza se extienden desde los cruces terrestres del este y el norte hasta el mar Mediterráneo en el oeste, con Egipto controlando el sur. Lo que llama una «frontera» es en realidad una red militarizada de naves en el mar, alambre de púas, barreras electrónicas, zonas letales para no humanos y sistemas de vigilancia que funcionan como la cerca de una prisión al aire libre. En términos legales, Israel conserva el «control efectivo» de la Franja (incluidos los movimientos de la población, su espacio aéreo, el flujo de bienes y otras necesidades de la vida cotidiana) y por lo tanto sigue siendo el poder de ocupación.
Un buque de guerra israelí se aproxima a un bote palestino, fotografiado desde el bote de observación Olivia (foto: Rosa Schiano / Servicio Civil de Paz Gaza CPSGAZA)
La comunidad de derechos humanos ha dedicado años a articular la naturaleza de la ocupación de Israel en virtud del derecho internacional y la responsabilidad de terceros para ponerle fin. Sin embargo la ley solo vale tanto como la voluntad de hacerla cumplir. Y medio siglo después estos esfuerzos no han logrado producir resultados significativos. No es que la ley sea incorrecta, sino que ha sido incapaz de movilizar una acción política o hacer que el Gobierno militar de Israel tenga menos apoyo.
Las ambigüedades palestinas sobre la Línea Verde han complicado aún más las cosas. Nos enfocamos en las estructuras militares que han surgido desde 1967, pero enfatizamos que el problema real es 1948. Citamos la obligación de Israel de cumplir la ley internacional, pero castigan la ley por ser inútil en la práctica. Combinamos la colonización, la ocupación y el apartheid como focos para explicar la actual Nakba, pero llegamos a conclusiones diferentes sobre lo que implica la solución. Estos debates son naturales, pero también confunden las prioridades de la lucha y el discurso que promueven.
Explotando estas incertidumbres, Israel ha convertido Gaza en un área que se separa y se anexa simultáneamente bajo el control de Israel. Es un purgatorio diseñado para proporcionar la respuesta más conveniente para eludir la responsabilidad y justificar la violencia en un momento dado. Esto ha oscurecido un hecho controvertido pero quizás inexorable: después de 51 años Gaza difícilmente puede describirse como «territorio ocupado». Ahora es una parte segregada, debilitada y subyugada de Israel, una réplica de los distritos, los municipios y las reservas que encerraron a las poblaciones nativas y las comunidades de color en el apartheid de Sudáfrica, Estados Unidos y otros regímenes coloniales. En otras palabras, los palestinos ya no son oprimidos afuera del estado israelí, están siendo enjaulados y brutalizados dentro de él.
Soldados israelíes observan las protestas en Gaza. 13 de abril de 2018. (Oren Ziv / Activestills.org)
La Línea Verde ha sido clave para disfrazar este complejo sistema. Al igual que la anexión de facto de Cisjordania, donde los asentamientos y la presencia militar de Israel han hecho que la «frontera» allí no exista, Gaza ha sido efectivamente absorbida en la jurisdicción política de Israel. Hamás, como la Autoridad Palestina, se percibe como un pseudo-Gobierno de «enemigos aliados» hostiles, pero uno que puede ser manejado bajo el dominio de Israel siempre y cuando esté contenido detrás de la valla. Los miles de personas que participan en la Marcha del Retorno no son «infiltrados» que intentan violar un Estado soberano, sino que son desplazados y privados de sus derechos «ciudadanos» que huyen de un gueto construido por el Estado. El ejército no está reteniendo a los «invasores extranjeros», sino que está matando y reprimiendo a sus propios súbditos nativos.
Este encuadre es crucial para comprender la escala y la severidad de las políticas de Israel y para idear caminos más sólidos para corregir sus injusticias. Al arrancar la máscara de la Línea Verde los palestinos y sus aliados pueden revertir los esfuerzos de Israel para aislar Gaza de Cisjordania y negar el derecho de sus poblaciones a sus hogares ancestrales. Lo que Israel teme más que a un Estado palestino es a una población palestina que no puede negar y el mito de que Gaza está «separada» de Israel lo ayuda a equilibrar ese miedo. Ese mito debe ser quebrado y ese temor racista debe ser expuesto. Hacerlo también revelaría la solución política: si los palestinos no pueden ganar su independencia a lo largo de la Línea Verde, exigirán su plena igualdad más allá de ella. La Marcha del Retorno está haciendo justamente eso.
Fuente: https://972mag.com/the-myth-of-the-gaza-border/135392/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la tradución.