Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha cerrado el único paso de cruce de mercancías que entran y salen de la Franja de Gaza. No está contento de que los manifestantes palestinos hayan lanzado cometas incendiarias. En lugar de abordar el bloqueo ilegal que dio lugar a las protestas, Netanyahu ha decretado que a los palestinos de Gaza no se les permita ningún comercio, ni tiendas ni bienes para comprar, como si otorgara esas cosas como favores. De ahora en adelante los habitantes de Gaza se alinearán para recibir solo la ayuda humanitaria que Netanyahu apruebe caso por caso.
Dos millones de palestinos de Gaza viven un sueño febril de la Guerra de los Mundos.
Viví y trabajé en Gaza entre 2011 y 2015. No hablo por nadie de allí, pero hablo con un temor desgarrador por la comunidad que Netanyahu está tratando de quebrar.
Siempre me he negado a referirme a Gaza como una prisión al aire libre. Las prisiones son instituciones permanentes en nuestras sociedades. Los individuos son condenados y sentenciados a prisión por un tiempo y debatimos las políticas de su tratamiento. Gaza es un gueto, un recinto étnico donde los bebés nacen en confinamiento abierto. Comunidades enteras están condenadas a desarrollar sus vidas familiares y colectivas en un gueto. En esencia, un gueto considera que un pueblo es menos que humano, merece menos de los derechos de los humanos.
Un gueto es, por definición, un crimen. Cuando llamamos a Gaza gueto, comenzamos por reconocer que la ocupación y el bloqueo son crímenes masivos, inexcusables y en aumento. Fantasear acerca de la vida que Gaza construyó dentro de sus muros no es una manera de entender al régimen que sus habitantes están tan empeñadamente tratando de sobrevivir.
La fragmentación de Cisjordania provocó fricciones constantes con las fuerzas de ocupación de Israel. Gaza fue la antítesis. La amenaza era omnipresente. El horizonte era un muro de hormigón y el mar fluía hasta las cañoneras. Los drones flotaban y zumbaban por encima. La ocupación estaba por todas partes, pero no entre los gazatíes. Estaban apretujados juntos en un mundo en miniatura y complejo, un maratón por el espacio. En respuesta, tomaron decisiones excepcionales sobre cómo compartirían su espacio.
Varios elementos parecían constitutivos de la vida colectiva de Gaza: su amor por la educación, sus familias, sus obstinadas tiendas familiares, su asistencia mutua y su resistencia. Ninguna de esas cosas podría darse por sentada. Dos millones de personas podrían haber respondido a su «guetización» de manera diferente y Gaza podría haberse sentido como una jungla de todos contra todos.
En cambio los habitantes de Gaza construyeron universidades y observaron reglamentos especiales sobre el ruido en los días dl examen. Los carros a lo largo de la playa se encontraban con cada corte de electricidad con un ánimo desafiante, noche tras noche. Bajo ataque en 2012 y 2014, mis colegas llamaron y se ofrecieron a conducir a través de los bombardeos para llevarme a sus casas porque las bombas eran menos aterradoras en habitaciones llenas de familia. Después de cada asalto militar, los padres lucharon por vivir con su incapacidad para proteger a sus hijos y luego se normalizaron en su incapacidad para proporcionar a sus hijos derechos humanos básicos como agua potable, seguridad y la perspectiva de una vida pacífica.
Este año, estas características constitutivas de Gaza han sido criticadas por Netanyahu, Trump y sus apoyos. Desmantelan la UNRWA, ponen en peligro la educación, el sector público y los servicios de emergencia disponibles para los dos tercios de los habitantes de Gaza que están registrados como refugiados. Hay menos electricidad, menos liquidez, menos actividad económica, menos de todo para más personas en el mismo espacio. Más de 130 manifestantes han sido asesinados y hay más habitantes de Gaza heridos de los que Gaza puede brindarles atención hospitalaria.
Ahora Netanyahu ha terminado las concesiones. Un solo hombre está vaciando los estantes de dos millones de seres humanos. El terror es la auténtica verdad: está desmantelando una comunidad ante nuestros ojos. A plena luz del día, está tratando de enterrarla viva.
Ya sea que se haya vuelto clínicamente loco o no, Netanyahu debe de estar calculando que puede salirse con la suya en este momento de desorden. La importancia de Gaza es inversamente proporcional al desorden mundial actual. Dos procesos al galope se encuentran en su campo de protesta. El poder iliberal está prescindiendo de la ley y los derechos humanos, desmantelando las protecciones y cultivando resentimientos. La resistencia popular está tejiendo la estructura en contra de la opresión y realizando nuevas alianzas.
Gaza es solo un pequeño vórtice. Sin embargo, las enormes disparidades de poder del bloqueo y la feroz resistencia también lo han convertido en el terreno de prueba para un control malévolo de ingeniería política. Gaza importa por sí misma y vuelve a importar como una campana de alarma. Lo que se escapa en Gaza saldrá a la superficie donde se construyen otros muros, donde se almacena el excedente de población y donde otros manifestantes les pisan los talones. Hemos visto, una y otra vez, que los barrios densamente poblados de Gaza son los sitios de prueba para las estrategias de asalto urbano asimétrico.
Mi furia en el lugar de los habitantes de Gaza sería ilimitada.
También me enojo como judía. Tengo miedo de que las instituciones judías dominantes estén dispuestas a utilizar este feo momento global para poner en marcha el trabajo sucio del nacionalismo. Demasiados de nuestros templos dan cobertura religiosa al racismo y la violencia. El discurso público está aprendiendo a distinguir entre el judaísmo y el sionismo y es hora de que los judíos hagan lo mismo: la ocupación no es una experiencia religiosa.
A Netanyahu se le cae la baba por el próximo pretexto para lanzar sus bombas a dos millones de personas atrapadas. No sé si se puede detener y tampoco puedo imaginar cómo vivir en el mundo que él diseña.
Marilyn Garson trabajó con comunidades afectadas por la guerra desde 1998 hasta 2015. Ahora escribe desde Nueva Zelanda. Su blog es Transforming Gaza y puedes seguirla en Twitter @skinonbothsides
Fuente: https://www.counterpunch.org/2018/07/13/netanyahus-war-on-transcendence/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y Rebelión como fuente de la traducción.