Psicólogas y estudiantes coincidieron en la necesidad de que las mujeres identifiquen cuándo son violentadas, en un taller realizado por los 16 días de activismo.
Profesoras y estudiantes de la Universidad de Ciencias Pedagógicas, Manuel Ascunce Domenech, en esta ciudad del centro cubano, alertaron del poco reconocimiento que existe todavía entre las mujeres de cuándo son maltratadas.
«Nosotras debemos ser las primeras en reconocer cuándo somos violentadas y hoy todavía no somos totalmente conscientes», sentenció Ileanne Hernández, profesora de psicología de esa institución, en uno de los talleres que se desarrollan en esta provincia por la Jornada Nacional por la No Violencia hacia las Mujeres y las Niñas 2018.
Ese problema salió a la luz en una encuesta que la especialista aplicó a estudiantes de diferentes carreras pedagógicas en esa universidad.
El sondeo recabó que 58 por ciento de las jóvenes incluidas en la muestra admitieron que sus novios las celaban y hasta le reprochaban a veces la ropa que usaban. Sin embargo, no veían esos hechos como formas de violencia.
Dentro de las 26 preguntas que formuló la pedagoga, «en muy pocas las entrevistadas pudieron marcar el Nunca, en señal de que no habían sido violentadas hasta ese momento», reveló Hernández a la Redacción IPS Cuba, en el taller realizado el 28 de noviembre.
«Lo más preocupante», dijo, «es que si nosotras mismas no visibilizamos lo dañino de estas prácticas, no podemos pretender que los hombres evolucionen, tal y como pretende la campaña (Evoluciona) que se desarrollará hasta el 2020 en el país».
Durante una de las dinámicas grupales efectuadas en el taller, las participantes representaron varias acciones con el mandato «hazlo como una niña» y muchas terminaron reproduciendo patrones de debilidad, delicadeza o indefensión.
Luego analizaron cómo la frase «como una niña», que tantas veces se repite en los hogares y escuelas cubanas, está cargada de matices discriminatorios que violentan la conducta infantil.
Para romper con la transmisión de estos estereotipos, las participantes del taller indicaron que la población actual debe borrar del imaginario que las niñas que juegan con varones son «marimachos», que deben cargar con las atenciones a la familia cuando crezcan o que deben mostrarse receptivas ante el acoso, a veces hasta de su pareja.
«Asumimos los patrones socialmente establecidos, por repetidos y cotidianos, al punto de que creemos que cuando nos ignoran en casa y se quedan callados es mejor, porque así no nos ofenden o acosan», aludió la profesora Nevis Regos, quien llamó la atención sobre la violencia por omisión, aceptada hoy por muchas mujeres.
Katya Roldán, la coordinadora de la Red de Investigadores sobre la Juventud, indicó que queda mucho por hacer en esta provincia, donde, incluso ante la idea de marchar el 8 de marzo para denunciar la violencia hacia las mujeres, tal y como se hizo en diversas partes del mundo, las autoridades no reconocieron la necesidad de hacerlo «porque eso aquí no es un problema serio».
«Y mientras nosotras no lo denunciemos y reconozcamos que sí es un problema, que sí existe el acoso y que no solo atrasa al hombre, sino que también nos vulnera e intimida, se nos hará más difícil hablar de respeto, igualdad y enfrentar la violencia que, en ocasiones, se vuelve fatal», concluyó.
El semanario de esta provincia publicó, el 3 de octubre, un artículo donde se manejaban los datos de los homicidios registrados en el país de 2000 a 2017.