Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Cada inmigrante judío que llega a Israel participa sin darse cuenta en un referendo continuo sobre las posibilidades de sobrevivir de ese Estado. Pero muchos de los que llegan a Israel también deciden volver a irse.
Para muchos, la participación en la subyugación activa de refugiados palestinos en los Territorios Ocupados y la presión de vivir todos los días la ideología sionista, es simplemente demasiado.
Igor Dzhadan describe simplemente su situación. Emigró a Israel en 1990 pero volvió a Rusia en 2001, culpando a lo que calificó de «la naturaleza sectaria» del país.
«Me siento más cómodo en Rusia. Mis perspectivas de vida no serán peores que en Israel. No me gustó allá. Estoy acostumbrado a moverme en una sociedad abierta en la que la gente no te pregunta a qué comunidad perteneces.»
A Dzhadan le exigieron dos veces que sirviera en áreas de fuerte resistencia en Belén y Hebrón. «Tenía que esperar durante las operaciones para ver si habría algún herido que tratar… vi cadáveres».
Boruch Gorin, jefe del departamento de relaciones públicas de la Federación Rusa de Comunidades Judías, encuentra sentimientos parecidos entre muchos judíos rusos de las decenas de miles que siguen volviendo a casa.
Sitio peligroso
Miles se quejan de la presión de vivir como si fueran ideólogos sionistas en lugar de seres humanos. «Vivir en Israel es una ideología», dicen.
El mes pasado – y con mucho fanfarria mediática – unos 450 judíos decidieron abandonar la seguridad de Norteamérica y Francia para vivir en lo que debe ser el sitio más peligroso del mundo para judíos.
Una multitud saludó a los recién llegados en el aeropuerto Internacional Ben Gurion, algunos hasta recibieron apretones de manos del primer ministro Ariel Sharon.
Es fácil de comprender una calurosa bienvenida semejante. «Si continúan las actuales tendencias en la población, se calcula que los judíos serán superados en número por los no-judíos en el territorio controlado por Israel dentro de 10 a 15 años», informó la BBC en julio.
Pero la victoria en la batalla por la población está resultando imposible – particularmente porque más judíos parten de Israel que los que llegan.
Inmigración neta
Fuentes oficiales israelíes no contienen información sistemática, anual, sobre niveles de emigración del país o las características de los que se van.
La emigración es conocida en el léxico ideológico sionista como yeridah, los estadísticos del gobierno ni siquiera utilizan la palabra con «e».
Pero en una presentación en la Asociación de Estudios Israelíes en Jerusalén, Ian Lustick de la Universidad de Pennsylvania describió lo que es posible saber sobre la emigración – considerando la falta de datos oficiales:
«Es bastante probable que la inmigración real neta de judíos a Israel en 2002 fue o de cerca de cero o negativa», dijo. Y como la Intifada Al Aqsa continúa, es poco probable que las cifras cambien.
Con menos de 22.000 inmigrantes registrados en 2003, Lustick también cree que sólo cerca de un 30% de estos inmigrantes fueron clasificados por el gobierno como judíos.
«Ciudadanos faltantes»
Se está desarrollando un nuevo fenómeno. Los recién llegados deciden irse casi en cuanto llegan. De los 1.000 judíos llegados de Norteamérica en 2003, la mitad ya ha vuelto a casa.
La evidencia de estos «ciudadanos faltantes» es fácil de obtener. El jefe de personal para las Fuerzas de Defensa de Israel [ejército israelí, N.d.T.] informó a mediados de 2003 que un 34% de los israelíes en edad de reclutamiento no sirven en el ejército – un número importante ha «abandonado el país antes de su reclutamiento y vive en el extranjero».
En Ha’aretz, el periodista Aluf Benn informó de considerables aumentos en la cantidad de israelíes que piden papeles de ciudadanía en las embajadas alemana, polaca, checa, austriaca y eslovaca en Israel en 2002 y 2003.
Incluso un sondeo de Market Watch pedida por el periódico Maariv estableció que un 20% de los israelíes adultos han considerado recientemente la vida en un país diferente, y más de la mitad de ellos «quisieran que sus hijos crecieran afuera de Israel».
Cambio de actitudes
En noviembre de 2003, Ha’aretz publicó una prolongada entrevista con Avraham Burg, el antiguo presidente del Knesset [parlamento]. Hijo del Ministro del Interior Yosef Burg, Avraham, chocó a numerosos israelíes con un artículo que publicó en el International Herald Tribune intitulado «Una sociedad israelí fracasada se derrumba».
«Cuando se pregunta a los israelíes actualmente si sus hijos vivirán aquí dentro de 25 años, no se obtiene una respuesta inequívocamente positiva.
«No se escucha un resonante sí. Al contrario. Están alentando a los jóvenes para que estudien en el extranjero. Sus padres les están consiguiendo pasaportes europeos… toda una sociedad vive aquí sin fe en su futuro.
«Ante nuestros ojos, Israel se está volviendo ultra-ortodoxo, nacionalista y árabe. Y se está convirtiendo en una sociedad sin sentido del futuro, sin narrativa ni fuerzas para mantenerse.»
Línea gubernamental
Incluso Tel Aviv estima que «Los ciudadanos israelíes que viven afuera del país» – es decir emigrantes – son ahora entre 450.000 y 900.000, dependiendo de si se cuenta a los niños nacidos afuera del país.
Según representantes de la Oficina Central de Estadística que testimoniaron ante el Comité del Knesset sobre Absorción, 270.000 ciudadanos israelíes emigraron entre 1990 y 2001.
En otras palabras, se ha ido un tercio de todos los inmigrantes en el mismo período.
Pero en enero de 2004, Yuri Shtern, presidente del Comité del Interior del Knesset, afirmó que esas cifras subestiman el problema.
Dijo que las cifras «no incluyen estadísticas de yeridah en los últimos dos años, durante los cuales la cantidad de los que dejan el país hacia Rusia ha aumentado considerablemente».
Reacción pánica
Ideas drásticas para detener la marea incluyen la conversión general de inmigrantes Beni Menashe de India y de indios peruanos a asentamientos en Cisjordania, así como rápidos y fáciles procedimientos de conversión para miles de inmigrantes no-judíos de la antigua Unión Soviética.
Otras sugerencias son más tradicionales. Yisrael Harel, veterano activista de Gush Emunim y antiguo editor del periódico Nekuda publicó un artículo en abril de 2003 para proponer «una solución».
Los gobiernos egipcio y jordano, sugiere, deberían aceptar masas de refugiados palestinos e Israel debe abandonar la Franja de Gaza y las áreas fuertemente árabes en Cisjordania.
«La mayoría judía entre el Jordán y el mar está desapareciendo día a día, y sin una mayoría absoluta judía el Estado de Israel no podrá sobrevivir mucho tiempo.
«La seguridad de una mayoría judía absoluta es un fundamento crucial para cualquier plan… cualquier solución [para la presencia palestina] que no garantice una mayoría judía en la tierra de Israel no constituye una solución.»
10 de agosto de 2004
http://english.aljazeera.net/NR/exeres/0DA839DE-0B3E-4B4B-81D7-A975A0A11521.htm