En todo el mundo se esperaba la noticia. Se le sabía gravemente enfermo, allá en Ramallah, sitiado y acosado por un agresor que no cesó de atacarlo un solo instante y al que enfrentó siempre con el mismo valor y gallardía con que encaró la muerte. En todas partes quienes buscan alcanzar un mundo mejor […]
En todo el mundo se esperaba la noticia. Se le sabía gravemente enfermo, allá en Ramallah, sitiado y acosado por un agresor que no cesó de atacarlo un solo instante y al que enfrentó siempre con el mismo valor y gallardía con que encaró la muerte. En todas partes quienes buscan alcanzar un mundo mejor inclinan sus banderas ante Yasser Arafat, el admirable guerrero que entregó su vida a la causa de la libertad y la justicia. Su agonía y su muerte causan consternación, dolor y tristeza a su pueblo y a centenares de millones de personas y han servido también para mostrar en toda su desnudez la crueldad y la mezquindad de los opresores de su Patria y de quienes los sostienen desde Washington.
Junto a la imagen y el recuerdo de José Martí, nos congregamos para rendir tributo al incansable, heroico y abnegado combatiente que llegó a ser la voz más alta y el símbolo irreductible de la causa del pueblo palestino por sus derechos nacionales inalienables que deben expresarse en la creación de un Estado plenamente independiente, con Jerusalén Oriental como capital, y en el retorno de todos los refugiados a sus lugares de origen, de los cuales fueron expulsados como consecuencia de un genocidio que se practica de manera impune y con la complicidad total de Estados Unidos, desde hace más de 46 años.
Arafat comenzó su lucha siendo prácticamente un adolescente, destacándose siempre por sus posiciones de principio, la disposición al sacrificio y la capacidad para guiar, que sustentaron el respeto, la admiración y el apoyo de su pueblo.
En el año 1949, ingresó en la Liga de Estudiantes Palestinos. Ya en 1952, se había convertido en el líder de la Liga de Estudiantes Palestinos de la Universidad de El Cairo y un año más tarde fundaba la Unión General de Estudiantes palestinos. En 1957, creó el movimiento Al Fatah, que 11 años después integró la Organización para la Liberación de Palestina.
En 1969, resultó electo Presidente del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina, cargo en el que fue, posteriormente ratificado en 1984 y 1987. En este período, fue particularmente importante su papel al frente de la resistencia contra el agresor israelí que invadió al Líbano en 1982. Allí, a esa trinchera, llegó la diplomacia cubana para hacer entrega de los mensajes de solidaridad del Comandante en Jefe Fidel Castro.
En 1988, anunció la Declaración de Independencia y el establecimiento del Estado Palestino independiente. Su pueblo lo eligió Presidente de ese Estado y de la Autoridad Nacional Palestina, en tres ocasiones sucesivas (1989, 1993 y 1996), de manera abrumadora.
A partir del estallido de la actual Intifada, en septiembre del 2000, volvió a encabezar la lucha de su pueblo contra el invasor sionista. Por esta razón, desde el mes de diciembre del 2001 el ejército israelí lo confinó a vivir los últimos años de su vida sitiado en su Cuartel General en la ciudad de Ramallah. Este trato cruel e inhumano, que contó nuevamente con el respaldo cómplice del gobierno de los Estados Unidos, no le impidió, sin embargo, continuar dirigiendo activamente su última batalla contra el ocupante. Fueron estos tres últimos años de su vida, un verdadero ejemplo de resistencia y una demostración tenaz de estoicismo ante las más fuertes presiones físicas y morales a las que fue sometido por el régimen de Tel Aviv.
A lo largo de su fructífera vida, recibió innumerables condecoraciones y distinciones internacionales como reconocimiento a su entrega incondicional a una difícil y heroica lucha. La Orden Playa Girón la recibió en 1974, durante su primera visita oficial a nuestro país, adonde llegó desde New York en un viaje guerrillero en medio de los riesgos y la hostilidad que no nos permitió anunciar su llegada hasta que nos aproximábamos al espacio aéreo cubano; pero al pie del avión lo esperaba orgulloso y feliz Fidel Castro.
Arafat fue un fiel amigo de Cuba, especialmente de nuestro Comandante en Jefe, y varias veces encontró espacio para visitar nuestra patria e intercambiar criterios con nuestra máxima dirección. Consecuente con su pensamiento y con su vida, dio innumerables muestras de solidaridad y amistad al pueblo cubano y a su Revolución.
Cuba, siempre ha apoyado y continuará apoyando, de manera irrestricta, la causa de los pueblos árabes y, en particular, los justos reclamos de independencia del pueblo palestino. Las principales tribunas internacionales han sido testigo de la firme condena de nuestro país al genocidio que lleva a cabo Israel, el cual se ha visto recrudecido durante el mandato de Ariel Sharon, que ha contado con el total y sistemático apoyo de su pareja inseparable, el señor George W. Bush.
La desaparición física del compañero Arafat tiene lugar en una coyuntura internacional extremadamente compleja, particularmente en el Medio Oriente, donde además, Estados Unidos se empeña en una brutal guerra de conquista en Irak, inspirada en un fascismo que pretende otra vez someter al mundo.
La construcción del muro racista que el régimen de Tel Aviv erige alrededor de Cisjordania y Jerusalén, así como el incremento ilegal de los asentamientos y las brutales acciones del ejército israelí contra la población civil, que incluyen masacres indiscriminadas y asesinatos selectivos, con la completa anuencia del gobierno de Washington, constituyen un nuevo e inútil intento por liquidar la causa a la que Arafat dedicó toda su vida.
El muro sionista, hasta el momento ha dejado, a más de 20 000 palestinos sin medios de vida y patrimonio. Ha arrasado con miles de hectáreas de terreno y pozos de agua en Cisjordania, lo que significará, de facto, la confiscación de cerca del 60% del territorio, incluyendo el este de Jerusalén. Localidades palestinas completas se han visto privadas del acceso a servicios primarios vitales como la educación, la salud y el empleo.
Cálculos conservadores estiman que alrededor de 3 500 palestinos, incluidas destacadas personalidades, han perdido la vida en los últimos tres años, y decenas de miles han resultado heridos. Además de ello, el ejército sionista ha continuado con la inhumana política de demolición de viviendas, que priva de un techo a ancianos, mujeres y niños.
La Asamblea General de la ONU, en rechazo a tan fascista método colonizador, con el apoyo de 150 países miembros, y sobre la base de la opinión consultiva brindada por la Corte Internacional de Justicia el pasado 9 de julio, aprobó una resolución en la que se expresa literalmente: «La construcción del muro que está elevando Israel, la potencia ocupante, en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén oriental y sus alrededores, y su régimen conexo, son contrarios al derecho internacional». Este documento, que se suma a decenas de resoluciones anteriores, además, exige a Israel, entre otros aspectos, detener de inmediato las obras de construcción, desmantelar los tramos ya erigidos y reparar todos los daños y perjuicios causados.
Sin embargo, Estados Unidos e Israel ignoran la voluntad de la Comunidad Internacional y continúan su apuesta desenfrenada por liquidar totalmente la heroica resistencia del pueblo palestino. Estados Unidos tiene como vergonzoso record, la cifra de 29 vetos a resoluciones que ha tratado de aprobar el Consejo de Seguridad de la ONU, para intentar poner fin al exterminio de una Nación entera. Significativamente, casi la cuarta parte de estos vetos ha tenido lugar durante los cuatro años de la administración Bush, coincidentes con el recrudecimiento de la represión y el acoso contra el pueblo palestino.
Cuba, sometida por más de 45 años a un férreo bloqueo por parte de Estados Unidos, está convencida de que ningún muro, ningún cerco, ni tampoco las más violentas, crueles e inhumanas atrocidades podrán quebrar las aspiraciones de soberanía e independencia para Palestina.
Nada ni nadie podrán hacer desaparecer el ejemplo y el pensamiento de Arafat, que pervivirá en ese mismo pueblo que no vaciló en elegirlo su máximo líder y que, en los últimos tres años de su existencia se concentró y lo acompañó alrededor de su cuartel general, exponiéndose incluso a la muerte, cada vez que Israel amenazó con asesinarlo.
Hoy, más que nunca, el legado de Arafat debe ser preservado por su noble pueblo. Estamos convencidos de que sólo la unidad de los palestinos los conducirá a la victoria final y estamos, además, firmemente seguros de que el pueblo y la dirigencia palestina convertirán en realidad el sueño, por el que luchó Arafat hasta el último día de su fecunda existencia: la dignidad y la independencia de Palestina.
El deceso del presidente Yasser Arafat, ejemplo de combatiente infatigable, constituye una irreparable pérdida para los palestinos, así como para el mundo árabe y para todos los que aman la paz y la libertad.
Ante la dolorosa pérdida del entrañable amigo, el gobierno y el pueblo cubanos, expresan su más profundo pesar a sus familiares, a sus compañeros de lucha y a todo el pueblo palestino. En este momento de profunda tristeza y dolor, Cuba, una vez más, proclama su apoyo y solidaridad incondicionales a la justa causa de ese pueblo heroico y la firme decisión de continuar fortaleciendo nuestros vínculos fraternales.
Arafat unió su vida entera a la de su Nación. Palestina y él eran y son una y lo mismo. Palestina y él vivirán y lucharán sin descanso. Nadie los podrá matar.
Algún día reposarás hermano querido. Será allá en tu Jerusalén finalmente liberada.
Hasta la victoria siempre, compañero Arafat.
<>12 de noviembre de 2004
Base del Monumento José Martí