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Balizando

¿Amnistía Internacional es una organización sionista?

Fuentes: Rebelión

He leído con estupor el artículo de Paul de Rooij que con el título de «Doble rasero y silencios curiosos. Amnistía Internacional: ¿Una falsa baliza?» publicó Rebelión el 20 de octubre de 2004 reproducido también en ZNet.org. En realidad los que estamos en este asunto de las ONGs de Derechos Humanos estamos bastante acostumbrados a […]

He leído con estupor el artículo de Paul de Rooij que con el título de «Doble rasero y silencios curiosos. Amnistía Internacional: ¿Una falsa baliza?» publicó Rebelión el 20 de octubre de 2004 reproducido también en ZNet.org. En realidad los que estamos en este asunto de las ONGs de Derechos Humanos estamos bastante acostumbrados a recibir este tipo de ataques descalificatorios, así que quizás no sea «estupor» la palabra más adecuada.

Y no es que yo vaya a defender a las ONGs en conjunto ni a Amnistía Internacional en particular a capa y espada. El debate sobre el papel y limitaciones de estas entidades es un tema central para todos aquellos que pensamos que otro mundo es posible y las críticas hacia determinados aspectos de su actuación son más que necesarias y en bastantes ocasiones seguramente justificadas. No es ése el problema. Lo que causa mi estupor (no se me ocurre otra expresión) es que, basándose en algunas frases sacadas de contexto, el artículo en cuestión construye una imagen de Amnistía Internacional que está muy lejos de ser real. De creer a de Rooij esta organización sería una especie de apéndice camuflado del Estado de Israel o, en el mejor de los casos, una pandilla de blandengues que, incapaces de una condena seria a los desmanes del Ejército Israelí, ocultan la ilegalidad de la ocupación de Palestina, sirviendo así de agarradero («baliza» según su expresión), a los intentos exculpatorios de los Barak, Sharon y compañía cada vez que cometen una barbaridad. De ser todo esto cierto les aseguro que hace tiempo que habría «roto el carnet». Y no yo solamente, sino bastantes más. Pero puedo asegurarles que no lo es. Y lo sé porque, en vez de atenerme a los comunicados de prensa de Amnistía Internacional y extraer unas cuantas frases fuera de contexto suelo leer los informes basados en las investigaciones sobre el terreno en los que, como es lógico, se puede entender con precisión cuál es la postura de Amnistía Internacional sobre el conflicto palestino-israelí. Así me he enterado de que esta organización considera, efectivamente, que los asesinatos de civiles desarmados sean palestinos (presuntos miembros de Hamás o mujeres «colonas» y niños) es un crimen contra la humanidad. Y también he leído algunas cosas que no casan con lo que Rooij afirma:

«Durante muchos años, Amnistía Internacional ha documentado violaciones graves de derechos humanos cometidas por las fuerzas israelíes: homicidios ilegítimos; tortura y malos tratos; detenciones arbitrarias; juicios injustos; castigos colectivos tales como la clausura punitiva de zonas y la demolición de viviendas; destrucción en gran escala y arbitraria de bienes; expulsiones; y trato discriminatorio hacia palestinos en comparación con el trato dispensado a los colonos israelíes. Muchas de estas violaciones han sido cometidas de forma sistemática y generalizada, en aplicación de una política de gobierno (algunas, como los homicidios selectivos o las expulsiones, fueron realizadas en aplicación de una política declarada públicamente). Tales violaciones se ajustan a la definición de crimen de lesa humanidad recogido en el derecho internacional.»

Y también:

 «Los crímenes de guerra y los crímenes de lesa humanidad se encuentran entre los peores crímenes con arreglo al derecho internacional, y representan delitos contra la humanidad en su conjunto»( A salvo de escrutinio: Violaciones de derechos humanos cometidas por la Fuerza de Defensa Israelí en Yenín y Nablus. 4 de noviembre de 2002).

Si de Rooij cree que Amnistía Internacional es «fría» al hablar de las acciones de castigo de la FDI quizás le haga cambiar de idea, si tal cosa es posible, el siguiente párrafo referido a Yenín del informe que estoy citando:

«La devastación es total, no queda una sola casa intacta, como si alguien hubiera apisonado una comunidad entera. Si hubiera habido alguien en el interior de alguna de las casas no habría podido sobrevivir […]. No hay nada más que escombros y personas deambulando con aspecto aturdido. Huele a muerte bajo los escombros.»

Respecto a la «complaciente» actitud de Amnistía Internacional hacia los colonos, un reciente documento (los hay anteriores), Israel y los Territorios Ocupados: Los colonos israelíes emprenden una campaña de intimidación contra palestinos y extranjeros por igual, después de hacer un repaso de los ataques de colonos contra voluntarios internacionales y palestinos y destacar la impunidad con que actúan, concluye:

«En los últimos meses el gobierno israelí ha anunciado su intención de desmantelar todos los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza, una de las zonas del mundo con mayor densidad de población, donde la presencia de unos 6.000 colonos israelíes ha provocado que 1,5 millones de palestinos queden confinados en menos del 60 por ciento del territorio. Sin embargo, el gobierno israelí no tiene intención de evacuar más de un centenar de los asentamientos en Cisjordania, que están ocupando parte de las tierras palestinas más fértiles y con mejores recursos hídricos. Muy al contrario, el jefe de despacho del primer ministro Sharon ha confirmado recientemente que la retirada prevista de Gaza tiene por objeto reforzar el dominio de Israel sobre grandes extensiones de Cisjordania.

Amnistía Internacional ha solicitado en repetidas ocasiones a las autoridades israelíes que tomen medidas para evacuar a los colonos israelíes de los Territorios Ocupados y que, hasta entonces, impida los ataques perpetrados por colonos israelíes, investigue las numerosas agresiones cometidas por colonos y lleve a los responsables ante los tribunales. Por otra parte, Amnistía Internacional ha reiterado su llamamiento a los grupos armados palestinos para que dejen de dirigir sus ataques contra la población civil israelí tanto en Israel como en los Territorios Ocupados.»

Podría seguir citando otros textos similares relativos a las torturas que padecen los prisioneros palestinos, a los confinamientos arbitrarios, a las medidas de bloqueo económico («castigo a todo un pueblo», según Amnistía Internacional), podría citar documentos en los que Amnistía Internacional pide la demolición del muro y la indemnización de los palestinos damnificados, podría contar como Amnistía Internacional considera la legislación israelí trufada de racismo, etc., etc. Podría citar textos hasta aburrir al lector, pero me temo que ésta no es la cuestión.

Quizás lo que a de Rooij le molesta es que Amnistía Internacional no haya hecho una condena total y global de la ocupación. Probablemente no le baste con saber que Amnistía Internacional considera ilegales todos los asentamientos, porque lo que él quiere es una declaración de ilegalidad de la guerra que Israel mantiene contra los palestinos o una condena global al sionismo. Y eso Amnistía Internacional no lo va a hacer simplemente porque no entra en sus estatutos. Porque esta organización jamás se pronuncia sobre la ilegalidad de un conflicto, sea en forma de guerra declarada, de guerrillas o cualquier otro caso como pueda ser la resistencia palestina (no encontrará ningún documento en el que Amnistía Internacional critique los ataques contra personal militar de la FDI). Lo mismo que no se pronuncia sobre el «terrorismo». Lo mismo que no se pronuncia sobre el capitalismo o el comunismo, sobre la legitimidad de unas elecciones o sobre mil temas parecidos. Creo que de Rooij está en su derecho en considerar que esta posición resta eficacia en la lucha por la justicia. Es muy dueño de considerar que sin determinados planteamientos económicos, políticos y sociales no se puede encarar ningún conflicto y que la actividad de una organización se convierte en contraproducente si actúa con estas limitaciones. (Lo mismo que le asiste todo el derecho de cuestionar el concepto de «preso de conciencia» que lleva a Amnistía Internacional a considerar como tales a la mayoría de los disidentes cubanos). Pero en lo que no actúa «lealmente» es cuando, en lugar de encarar directamente estos temas, respecto a los cuales se supone que tendrá algunas ideas, se inventa una Amnistía Internacional que no existe para acusarla de las mayores vilezas. (Y llega ya a bordear el ridículo cuando reprocha que el encabezamiento de las cartas con que Amnistía Internacional intenta presionar a las autoridades israelíes lleve los tratamientos formales de «Excelencia» cuando es el caso. ¿Qué habría que poner: «Estimado canalla», «Grandísimo hijo de la gran chingada» o cosas semejantes? Quizás habría que explicar a de Rooij un viejo refrán español: «lo cortés no quita lo valiente»).