Traducido para Rebelión por Juan Vivanco
Juliette Broder, resitente y judía que vive en Bruselas, tiene sus reservas sobre el modo en que se celebra el aniversario de Auschwitz. ¿Qué se está ocultando?
Hace 60 años: la liberación de los campos nazis
A finales de este mes, por iniciativa de la ONU, se va a conmemorar la liberación de Auschwitz por el ejército soviético. Esta conmemoración me deja un sabor amargo. Desde luego, mientras sigan saliendo ratas nazis camufladas de sus madrigueras, mientras no pocos verdugos terminen apaciblemente sus días placenteros, no nos cansaremos de denunciar hasta qué punto está ensangrentada la bandera del fascismo ordinario.
Pero conmemorar Auschwitz y el martirio de los niños, los viejos, los hombres y las mujeres judíos, ¿acaso justifica que se calle, casi siempre, el martirio de los gitanos, los prisioneros de guerra y los civiles soviéticos que acompañaron a los judíos en los hornos crematorios?1 Hay otra cosa que me perturba. ¿Por qué se conmemora específicamente la liberación de Auschwitz y se calla la de los otros campos de la muerte? ¿Qué diferencia hay entre los mártires del fascismo y los del nazismo? ¿Qué diferencia hay entre los verdugos?
¿Por qué se calla que Dachau, liberado el 29 de abril de 1945, fue el primer campo de la muerte creado por los hitlerianos en cuanto llegaron al poder, para martirizar y exterminar a los comunistas, socialistas y demócratas alemanes?
¿Por qué no se conmemora en una sola fecha la liberación de todos los campos de concentración? ¿Por qué se hace una excepción con Auschwitz? ¿Por qué se calla que no todos los judíos fueron como corderos al matadero nazi, sino que muchos de ellos lucharon con los resistentes y partisanos no judíos? De eso no se ha dicho ni una palabra en la televisión, ni en la radio, ni en la prensa…
En mi familia hubo 32 mártires de los que sólo quedan las cenizas. Varios de ellos fueron comunistas que participaron y murieron en la sublevación del gueto de Varsovia. Mi primo y compañero de juegos, Joseph, fue fusilado, pero no por judío, sino por partisano armado. Aún no había cumplido los veinte. El futuro padre de mi hijo, estudiante de la Universidad de Lieja, miembro activo de los partisanos armados, tenía 20 años cuando le denunciaron, a él y a otros compañeros de armas no judíos. Pasó cerca de dos años en Buchenwald. Cuando volvió pesaba poco más de 50 kg.
Hubo resistencia de judíos en todos los países ocupados, organizada en colaboración o unida a la de los no judíos belgas, holandeses, franceses, italianos y alemanes, etc. La Resistencia, dondequiera que se ejerciera, era una sola, como aquellos a los que el fascismo, el nazismo martirizó y exterminó, tanto por sus opiniones como por su origen. Esa es la memoria que debemos cultivar y dejar en herencia a los jóvenes de hoy y de mañana.
1. El historiador Maxime Steinberg maneja las siguientes cifras: judíos de Bélgica deportados a Auschwitz: 25.257; supervivientes: 1.205; gitanos de Bélgica deportados a Auschwitz: 351; supervivientes: 12. Estas cifras sólo incluyen a los judíos y gitanos concentrados en el campo de Malines y deportados a Auschwitz en razón de su origen.