Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis
Queridos Colonos:
«Queridos» en el sentido más literal.
Al final debe explicarse, sin piedad hipócrita, sin «sí» «pero.»
Hemos pagado billones de shekels por estableceros en la Franja de Gaza. Hemos pagado billones por manteneros allí, la mayoría de vosotros ha vivido allí a nuestras expensas. Hemos pagado billones para defenderos, y docenas de soldados, hombres y mujeres, han perdido la vida haciéndolo. Ahora estamos pagando billones (¿Ocho? ¿Diez? ¿Doce?) por sacaros de allí y por pagaros una generosa compensación.
Pero todos esto no es suficiente. Nuevamente estáis gritando. Nuevamente estáis siendo robados. De nuevo os debemos mucho, mucho más. Tramos enteros del país, preferentemente en la costa, son especialmente reservados para vosotros, para que podáis reasentaros «como comunidades enteras». Para que podáis vivir separadamente. Para que podáis tener vuestras propias escuelas separadas. Para que podáis cobrar sueldos gubernamentales como empleados del consejo local, del Ministerio de Educación y del Ministerio de Defensa.
Yo no sé si el libro Guinness de los Records tiene un apartado para campeones de la impertinencia, cara dura, impudencia; para abreviar, la chutzpah* en antiguo y buen yedish. Si así fuera, vosotros lo ganaríais de sobra. En el pasado solo os dimos a cada uno de vosotros un chalet de lujo por casi nada, así como una fuente de sustento, tierra y riego, ahora parece que os lo debemos todo. Estáis en vuestro derecho de ayudaros con el dinero que se necesita para enfermos, ancianos, minusválidos, niños y parados. Porque vosotros sois lo mejor de lo mejor. Porque estáis aferrados a las barbas del Mesías. Porque habéis sido, personalmente, escogidos por Dios.
Podría tener un poco de simpatía por vuestra condición, si hubierais pronunciado una sola palabra de compasión por los habitantes de las 1500 casas palestinas que fueron destruidas por vuestra causa, un número superior a todas las casas de los colonos que están destruyéndose ahora. Si hubierais expresado alguna compasión por los niños que fueron desahuciados de sus casas en media hora, sin compensaciones, sin hoteles ni psicólogos. Por los miles de árboles arrancados para proporcionaros «seguridad.»
Cuando el buen Rabino Hillel dijo hace 2000 años, cuando vio la calavera flotando río abajo: «Porque ahogaste a otros, has sido ahogado…»
Y por favor recordad: la cuenta no es pagada por «el Estado», un cuerpo anónimo, sino por mí y por los lectores israelíes de esta columna, de nuestros propios bolsillos.
Al «Consejo de Yesha», Shalom–
Ya está. La fanfarronada ha terminado. La burbuja ha estallado.
Desde hace unos meses, ustedes han estado aterrándonos. Nos ha bombardeado con cifras imaginarias. Cien mil manifestantes. Ciento cincuenta mil. «En resumen, hemos movilizado dos millones de personas». Eso significa, casi el 40% de todos los judíos israelíes.
Y ustedes nos dijeron: No han visto nada todavía. En el momento oportuno, cientos de miles marcharán hacia Gush Katif. Cientos de miles de soldados y funcionarios se negarán a acatar las órdenes. Serán bloqueadas todas las carreteras del país. El estado quedará parado. Todo el pueblo se levantará y hará fracasar los diabólicos planes de ese hombre – ese, el único hombre – que quiere desahuciar a los redentores de la tierra de la Franja de Gaza.
¿Así que es lo ha pasado? El cielo no ha caído. Ni una sola carretera fue bloqueada. Sólo un puñado de soldados se negó a cumplir órdenes – muchos menos que los objetores de conciencia del campo de la paz. Y al contrario de ellos, ninguno de ustedes se enfrentó con ir a la prisión durante un año o más.
Y, lo más importante: Ustedes han permanecido solos. Completamente solos. Eso ya era obvio desde el primer momento, en sus grandes manifestaciones, cuando no había casi nadie allí que llevara el gorro de los nacional-religiosos o los sombreros más grandes de Judíos Arrepentidos. Ningún otro sector del público se unió: ni la izquierda, ni el centro, ni la derecha seglar, ni siquiera los ortodoxos. Todas las arrogantes jactancias que oímos mañana y tarde han estallado como pompas de jabón.
Nada queda sino la madre de todos los fracasos. Todavía en lugar de desaparecer de escena, por vergüenza, en » búsqueda de su alma» y asimilar el fracaso, ustedes permanecen en la plenitud de la chutzpah y simplemente siguen como si nada haya pasado.
A los Medios de comunicación, Shalom–
Perdonen por dirigirme a ustedes como si fueran una sola persona. Verdaderamente, ustedes están conformados por muchos periódicos, emisoras de radio estaciona y cadenas de televisión, pero me dirijo a ustedes en forma singular porque durante las últimas semanas es lo que ustedes han hecho. Todos ustedes hablaron como una sola persona, en un solo estilo, en una sola terminología. Y todos ustedes, exceptuando a unos pocos selectos, han traicionado su misión.
Ahora, durante semanas ustedes han provisto de una plataforma de propaganda a los colonos. Todos los periódicos. Todas las emisoras de radio. Todas las cadenas de televisión, 24 horas al día, los siete días de la semana. Cada eructo o gruñido de un colono era una noticia caliente, cuando no una sensación. La voz del campo de la paz apenas fue oída, no se oyó en absoluto a los antagonistas más representativos de los colonos.
Ustedes nos ahogaron en un mar kitsch, hora tras hora de gritos e histeria llorona, simulada y real. Una serie inacabable de escenas que se organizaron cuidadosamente para la televisión, con la intención declarada de «quemar en conciencia» y «crear un trauma». Desde el tejado de la fortaleza de Sanur, el miembro de la Knesset Aryeh Eldad, pidió «jaulas» para dirigir la escena de la sumisión trágica de los héroes, y ni un solo reportero citó el viejo refrán Yiddish: «Meshiggener, herub fun dach»! («Señora, baje del tejado»!). En lugar de informar verdaderamente , vertieron un diluvio de palabras cargadas como «corazón visiblemente desgarrado», «dolor terrible», «juventud maravillosa». (Sólo de vez en cuando se dio una pasada por alguna escena realmente verdadera, como el niño que ora con su madre y, percibiendo que la evacuación no paraba, exclamando con asombro: «¡ mamá, no ayudó»!)
¿Mientras todo esto estaba sucediendo, dónde estaba la prensa de investigación? ¿Por qué no nos dijeron los números reales de manifestantes? ¿Quién es ese «Consejo de Yesha», quién los eligió, cuál es su estado legal, de dónde vienen los millones de dólares gastados en esta campaña? ¿Por qué nadie investigó en qué campo estas cizañas salvajes crecieron, que es lo que está pasando con el sistema educativo del autónomo «estado-religioso» que han producido – a nuestra expensa – estos gamberros fanáticos?
¿Y por qué nadie ha expuesto la farsa de estos llamados Estalingrados y Massadas cuyos héroes sabían perfectamente bien que nadie usaría gases lacrimógenos o porras contra ellos, y que todos aquellos que fueran arrestados quedarían libres al día siguiente?
Al primer ministro, Shalom–
Me disculpo. Realmente no creí que cubriría toda la distancia en esta historia. Pero ha llevado a cabo lo que prometió hacer, y no importa si no le quedaba a usted otra alternativa, o fue llevado por la propia velocidad adquirida, o fue obligado por los norteamericanos a hacerlo.
Pero su prueba sólo acaba de empezar. Sus acciones durante los próximos días decidirán si usted ha adquirido un lugar honorable en la historia o se le recordará solo como un necio.
Otro primer ministro, el estadista británico David Lloyd-George, mientras intentaba justificar su desconexión de Irlanda, habló sobre la imposibilidad de saltar sobre un abismo dando dos pasos. Ahora usted precisamente está en esta situación. Ha empezado su salto. El abismo está bajo usted. Si se detiene, se desplomará.
Si usted no progresa rápidamente hacia un compromiso histórico con los palestinos, comprenderá la sentencia profética hecha por Benjamín Netanyahu: una tercera intifada estallará y la Franja de Gaza se convertirá en una plataforma para morteros y cohetes Qassam.
Éste no es tiempo para pensar en las próximas elecciones, preocuparse por los Landaus y los Netanyahus, el Likud A y el Likud B. Es el tiempo de levantar sus ojos y hacer una cosa histórica.
Ésta es su prueba, y sólo ella decidirá si la retirada de Gaza era simplemente otro episodio insignificante o un acto histórico.
Estimados Apaciguadores–
Allí estáis de nuevo, como los proverbiales hongos después de lluvia. Queréis aplacar, conseguir que las mentes se encuentren, a «remendar la escisión entre el pueblo.»
No hay ninguna ruptura. Al contrario, en este asunto la gente está muy unida, de una manera impresionante e incluso asombrosa.
Ésta no es ninguna «escisión», sino una confrontación inevitable entre la inmensa mayoría del público y una secta separatista pequeña. Si alguna prueba se necesitara, ahí tienen a los propios colonos y la exigencia de localidades separadas en Israel, con escuelas separadas; incluso separadas del sector general religioso-sionista.
El público israelí, casi unánimemente, quiere un estado basado en la ley, un estado democrático, donde la mayoría decida y se respeten los derechos de la minoría. Un estado sensato, libre y racional. Un estado con fronteras y con una constitución. Una pertenencia estatal a la humanidad progresista. Un estado que respete a todas las religiones pero que no este sujeto a ninguna religión.
Contra este estado, una secta fanática se ha levantado, una secta que quiere establecer un estado diferente,: basado en la fe, nacionalista y racista, gobernado por la ley divina interpretada por sus rabinos. Un estado cuya tarea es conquistar toda la Tierra histórica de Israel, para heredarla, para expulsar fuera a sus habitantes «extranjeros» (es decir, árabes) y llenarla de asentamientos.
Entre estos dos conceptos no puede haber ningún compromiso, ni que fuera falso. Porque el compromiso propuesto siempre irá en una dirección, la rendición del Estado de Israel. Ése sería el primer paso hacia la liquidación de la democracia israelí. La ambigüedad ideológica es una pantalla de humo, tras la cual las fuerzas de destrucción están trabajando. Se requiere todo lo contrario: arrojar una luz luminosa, implacable, para que cada persona en Israel entendiera que la lucha está en todas partes.
No apaciguamiento, sino movilización en defensa de nuestra democracia.
Estimado Profesor Yeshayahu Leibowitz, paz en su alma–
Usted me dijo una vez que, cuando los seguidores del predicador musulmán Muhammad ibn Abd-al-Wahab conquistó la Meca, la primera cosa que hicieron fue demoler la tumba del Profeta Mahoma. Para que los creyentes no santificaran piedras. Ahora está siendo confirmado que demoler las sinagogas de Gush Katif, que se construyeron hace sólo dos o tres años, contradice alguna ley divina.
Con su lengua afilada y punzante, usted, un judío ortodoxo, habría reducido a cenizas a estos charlatanes; como hizo usted cuando llamó al Muro Occidental ( el de las Lamentaciones) «una discoteca religiosa.»
Le estamos echando de menos.