Aunque la retirada israelí significó un paso muy importante, la Autoridad Palestina debe enfrentar ahora una serie de problemas, que preocupan a los dirigentes. El tema principal es mantener la seguridad y demostrarle al mundo que pueden gobernar y, por lo tanto, gestionar su propio Estado. Lunes, el último soldado israelí se retiró de la […]
Aunque la retirada israelí significó un paso muy importante, la Autoridad Palestina debe enfrentar ahora una serie de problemas, que preocupan a los dirigentes. El tema principal es mantener la seguridad y demostrarle al mundo que pueden gobernar y, por lo tanto, gestionar su propio Estado.
Lunes, el último soldado israelí se retiró de la Franja de Gaza, marcando así el final de la transferencia del control a la Autoridad Palestina… Pero los palestinos temen ver a Gaza transformada en una gran prisión. Un escepticismo confirmado por los dichos del dirigente palestino Mahmoud Abbass que alertó contra la transformación del territorio «en una gran prisión», y agregó: «Hoy, la ocupación sale de una parte de la tierra palestina. No hay dudas de que se trata de un paso importante, pero queda mucho por hacer». Y fijó como objetivo «mantener la seguridad de manera civilizada para tranquilizar al mundo y hacerle comprender que nosotros merecemos nuestro Estado». Y buscó una nota de optimismo al decir: «Ya era tiempo de que este pueblo disfrutara de la alegría y dejara atrás la tristeza, los sufrimientos y la opresión que duraron generación tras generación».
El ministro de Planificación, Ghassan Al-Khatib, también expresó su escepticismo: «Si la retirada se hubiera realizado de todos los territorios ocupados de manera apropiada, se habría tratado de una prueba valiosa ¬afirmó-. Pero mientras se elija el sector más problemático, el más pobre y el más aislado y que se considere esto un test de la situación, es injusto y parece una trampa».
La retirada de la Franja de Gaza fue realizada por Israel de manera unilateral. Es vital, según Ghassan Al-Khatib, que la comunidad internacional insista en relanzar un proceso de paz bilateral en el marco de la Hoja de Ruta que prevé la creación de un Estado palestino.
La manera en que se desarrolló la retirada disminuye un poco la alegría palestina, ya que -según ellos- la ocupación permanece de hecho, puesto que es Israel quien dicta los términos del acceso al mundo exterior. Los palestinos se quejan de que no se les permite gestionar sus propios asuntos de seguridad mientras que Israel rechaza que las fuerzas de seguridad sean dotadas de armas pesadas afirmando que pueden caer en manos de grupos radicales.
Para el presidente norteamericano George W. Bush, los palestinos «deben mostrarle al mundo que van a gobernar de una manera pacífica». Sin embargo, el ministro francés de Relaciones Exteriores, Philippe Douste-Blazy, que se encontró hace pocos días con el primer ministro israelí, Ariel Sharon, destacó que era necesario «dar a la Autoridad Palestina la posibilidad de dotarse de fuerzas de seguridad creíbles».
Por su parte, el ministro español de Relaciones Exteriores, Miguel Angel Moratinos, también subrayó que esta retirada era «una buena ocasión para la Autoridad Palestina para probar que puede gobernar y garantizar la seguridad a la población».
El fantasma del caos
Además de que esta retirada fue unilateral, el problema de la terminal de Rafah y otros puntos de paso deben ser resueltos para que la Franja de Gaza no se transforme en una gran prisión como temen los palestinos.
Israelíes y palestinos se pusieron de acuerdo para que no haya presencia israelí en la terminal de Rafah, único paso entre la Franja de Gaza y Egipto, cerrado desde la semana última por el ejército israelí. Pero Israel exige controlar, tanto por cuestiones de seguridad como por acuerdos aduaneros, las entradas de las mercaderías desde Egipto en la Franja de Gaza, e inspeccionarlas en otro punto de paso, Kerem Shalom, en curso de construcción, situado en territorio israelí en el límite de la Franja de Gaza y Egipto. Israel mantendría un control por seis meses sobre el tráfico terrestre entre Gaza y Egipto, así como sobre el espacio aéreo y marítimo, en espera de que el aeropuerto internacional vuelva a funcionar y que sea construido un puerto.
Además, el caos es uno de los temores de miles de policías palestinos desplazados para mantener la seguridad en las ex colonias israelíes después de la partida de las tropas israelíes.
El problema principal es saber si Mahmoud Abbas logrará cambiar la realidad de Gaza, donde la violencia, los secuestros, los motines y los asesinatos forman parte de la cotidianidad de este territorio. El asesinato, el miércoles último, de Moussa Arafat, de 69 años y consejero del dirigente palestino, es una muestra de la magnitud de la tarea que le espera a Abbas.
Decenas de palestinos, entre ellos islamistas armados de Hamas, franquearon hace pocos días, en un episodio de total confusión, la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto. Además, las fuerzas del orden reprimieron en estos últimos días manifestaciones sociales en el sur.
A pesar de las difíciles condiciones de vida en Cisjordania, el nivel de ingresos y de seguridad es mayor que en la Franja de Gaza. Al-Fatah, el movimiento de Mahmoud Abbass, tiene allí gran confianza por parte de la población.
Además, en la Franja de Gaza, el desempleo llega al 45 por ciento, mientras que las dos terceras partes de la población vive por debajo del nivel de pobreza en una región en la que la densidad de la población es una de las más elevadas del mundo.
La decepción frente a la Autoridad Palestina está en un punto tan alto que el movimiento Hamas está bien ubicado para derrotar a Al-Fatah en las elecciones legislativas de enero próximo.
Un lastre demasiado pesado
El ejército israelí se retiró de Gaza, pero dejó allí 26 sinagogas. El primer ministro israelí, Ariel Sharon, justificó esta decisión explicando que habría sido imposible desplazar los edificios religiosos. Por su parte, el ministro de Defensa, Shaoul Mofaz, había anunciado días antes que había suspendido la demolición de las sinagogas a pesar de la autorización de la Corte Suprema. Subrayó que él había crecido en un medio tradicional judío y se declaró contrario a la demolición de las sinagogas, teniendo en cuenta la oposición del rabinato.
Durante la evacuación de los colonos de la Franja de Gaza a mediados de agosto, centenas de militantes antirretirada se habían atrincherado en las sinagogas de las colonias, lo que obligó a que las fuerzas del orden los sacaran por la fuerza.
Esto hizo que el ministro israelí de Relaciones Exteriores, Sylvan Shalom, pidiera al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, que usara su infuencia frente a la comunidad internacional y la Autoridad Palestina para que no se atacara las sinagogas que quedaban en pie en las 21 colonias.
«Shalom destacó que después de la retirada, la Autoridad Palestina tendrá la responsabilidad de lo que pase y esto comprende la protección de los lugares santos. Se tratará de una prueba moral para la Autoridad Palestina», según informó un comunicado oficial.
Sin embargo, la Autoridad Palestina anunció que demolerá las sinagogas que quedaron en las colonias y acusó al Estado judío de querer sacar provecho, si estos edificios eran arrasados, para empañar su imagen.
«La suerte de las sinagogas será igual que la de los otros edificios abandonados», declaró Mohamad Dahlane, ministro palestino de Asuntos Civiles, a cargo del tema de la retirada israelí, durante una conferencia de prensa en Gaza.
«Si respetara las religiones, Israel habría transferido estas sinagogas hacia su territorio o las habría demolido», agregó Dahlane, que acusó a Israel de haber decidido mantener los templos para hacer aparecer a los palestinos a los ojos del mundo como «un pueblo no civilizado» si destruía estos edificios luego de la partida del ejército israelí de las colonias.
«Nos dejan una bomba de tiempo para decir después que no somos un pueblo civilizado. Se despreocupan de una manera vergonzosa de sus responsabilidades», afirmó.
Al dejar en pie las sinagogas, sabiendo que los palestinos no las preservarán, Israel da pretextos a los extremistas judíos para que quemen mezquitas o destruyan Al-Aqsa, en la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, el tercer lugar sagrado del Islam, afirmó también Dahlane.
Nabil Abou-Roudeina, vocero de la Autoridad Palestina, comparte este punto de vista y estima que «Israel debería haber desmantelado estas sinagogas como demolió los edificios de departamentos en las colonias. Mantenerlos es un riesgo de que se provoquen fricciones entre los palestinos e Israel en el futuro».
La fuente: Al-Ahram Hebdo. 10.000 ejemplares, Egipto, semanario. Una publicación del grupo Al Ahram destinada a los francófonos. (www.ahram.org.eg/hebdo/). La traducción del francés pertenece a María Masquelet para elcorresponsal.com.