Traducido para Rebelión por Carlos Sanchis
Como una doncella deshoja la margarita murmurando «me quiere…no me quiere…me quiere…no me quiere…» muchos de nuestros izquierdistas están intentando adivinar que es lo que va ha hacer su ídolo actual.
¿Permanecerá Ariel Sharon en el Likud? ¿Saldrá y preparará un nuevo partido?
Esperan fervorosamente la segunda posibilidad. Sharon como cabeza de un nuevo partido es la respuesta a sus oraciones – metafóricamente, por supuesto, puesto que ellos no creen en Dios – el general de derechas que llevará a cabo un programa de izquierdas. El de Gaulle israelí, el Gran Desconectador, se convertirá en el líder del partido israelí más grande y, en alianza con los partidos de izquierdas, creará una mayoría sólida por la paz.
Es una idea atractiva. Sólo hay un problema: está completamente divorciada de la realidad.
En primer lugar, porque Sharon no es ningún de Gaulle.
Es un hecho triste el que casi todos los israelíes incluyendo a casi todos los llamados izquierdistas no tienen ni idea de lo que realmente está pasando en Cisjordania, al tiempo que el «acuerdo» impuesto a Sharon en la Franja de Gaza por la exasperada Condoleeza Rice ha creado un poco de optimismo allí.
La semana pasada yo estuve de nuevo en Bil’in, el heroico pueblo palestino que se ha convertido en el símbolo de la lucha contra el Muro. Con un granizo de botes de gases lacrimógenos y granadas aturdidoras lloviendo sobre una manifestación pacífica que portaba los retratos de Gandhi, Mandela, Arafat y Rabin, era difícil descubrir el espíritu benévolo del Nuevo Sharon.
Los activistas – palestinos, israelíes e «internacionales» – fueron atacados cuando alcanzaron el camino del Muro y se sentaron delante de las excavadoras que estaban ocupadas en el trabajo de colocar el «obstáculo» que está aislando el pueblo de dos tercios de sus tierras. En el lado que se destina para la ampliación del gran asentamiento vecino, podíamos ver claramente donde se han arrancado recientemente olivos (probablemente para ser vendido a los dueños de chales israelíes como un toque de «auténtica» flora palestina.)
Por Cisjordania, las malas condiciones se están poniendo más malas. La Verja/Muro está completándose. En Jerusalén, corta barrios árabes en pedazos, separa padres de hijos e hijas, pacientes de sus doctores, estudiantes de sus escuelas. Las docenas de obstaculizaciones de carreteras permanentes y temporales por toda Cisjordania convierten la actividad normal en algo imposible. Todas las noches, son arrestadas personas, algunas son asesinadas «mientras intentaban escapar». El número de palestinos presos en las prisiones israelíes es más grande que nunca.
Por todos los lugares, se están expandiendo los asentamientos y nuevos se están levantando, enmascarados como nuevos barrios de los existentes. En Bil’in, por ejemplo, uno puede ver fácilmente cómo Modi’in Illit está encaramándose, alcanzando las colinas que sólo hace unas semanas todavía estaban cubiertas de olivos. Del centenar de «fortines», que Sharon está obligado a evacuar según la Hoja de Ruta, ninguno ha sido desmantelado. A partir de ahora, un debate vociferante está en marcha sobre si un solo «fortín ilegal» – Amona cerca de Ophra – debe o no debe ser desmantelado por la fuerza.
Nadie que vea lo que realmente está sucediendo actualmente en los territorios palestinos ocupados realmente puede creer que Sharon está en el camino hacia paz. Afortunadamente para sí mismos, los izquierdistas son felizmente ignorantes.
¿Así que sería una bendición para la paz si Sharon dispone un nuevo partido?
La verdad es al contrario.
Asumamos por un momento que Sharon se da cuenta de su amenaza y crea semejante partido, y que gana 35 escaños en las próximas elecciones (qué probablemente se celebrarán en marzo del 2006). Además asumamos que el restante cuarto trasero del Likud se reduce a 26 escaños. Eso les repartiría juntos 61 de los 120 asientos en la Knesset. Aun cuando los laboristas, bajo la nueva dirección de Amir Peretz, aumente su porción a 30, la unión de Sharon-Likud tendrá una mayoría absoluta que puede reforzarse siempre que sea necesario con las facciones religiosas y de extrema derecha.
En otras palabras, el nuevo partido sería un dispositivo para atraer a los izquierdistas y a votantes de centro hacia la derecha dándole a Sharon una mano libre para hacer lo que él realmente quiere hacer – imponer un «estatus final» unilateralmente que anexionaría a Israel más de la mitad de Cisjordania, condenando a los palestinos a vivir en pequeños y aislados enclaves, completamente dominados por Israel.
Algunos inteligentes izquierdistas, mientras conceden que esto puede ser verdad, afirman que «Sharon puede cambiar». Después de ser agasajado por todo el mundo como el Hombre de la Paz, puede ser embriagado por esta gloria inesperada, puede unirse al Partido Laborista y hacer la paz. Todo lo que yo puedo decir es que confiar en esto sería una gran apuesta, jugando a va banque con el futuro de nuestro país. A juzgar de mi conocimiento de Sharon, los nones están prohibidos.
Lo que Israel necesita ahora es una opción clara entre alternativas claras. Con la llegada de Amir Peretz a la dirección del Partido Laborista Obrera, semejante opción es posible. Él apoya las negociaciones de paz inequívocamente con la dirección palestina y un estado palestino viable basado en las fronteras de 1967, así como una política doméstica que equilibre crecimiento económico con solidaridad social.
En las próximas elecciones generales, Peretz puede todavía lograr una victoria sorprendente, cuando hizo en las elecciones primarias laboristas. Pero aun si fracasara en impulsar a los laboristas a la posición principal, una logro impresionante puede crear las condiciones para la vuelta de la izquierda tras las elecciones.
Así que, por favor, tirad la margarita y empezad a trabajar.
19.11.05