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Una mancha en la democracia israelí

Fuentes: Haaretz

Traducido del inglés para Rebelión por Nadia Hasan

Recientemente el Dr. Uzi Arad (The New Republic, 28 de noviembre), se ha unido a los llamados hechos por círculos de la extrema derecha israelí, en relación a la expulsión de comunidades árabes de Israel hacia Palestina. Estas voces perversas están llamando a un «intercambio de territorios poblados», por lo que un gran número de árabes israelíes abandonarán las zonas bajo soberanía israelí. Estos llamados se elevan de manera marginal y esporádica, y esperan sean respondidas por aquellos que luchan por asegurar la fundación de un estado Judío y democrático bajo la infraestructura ideológica del Sionismo.
Los argumentos de Arad son racistas en su naturaleza, dañando los derechos humanos – y por supuesto, los fundamentos de la democracia – están en contradicción con las normas internacionales y son irreales. Su justificación para los mecanismos de intercambio territorial es que ellos «incrementarán la homogeneidad étnica». El significado de esto es mover la frontera entre Israel y el futuro estado palestino, por lo que los habitantes de Umm al-Fahm, Arara, Barta’a, Kalansua, Taibeh, Tira y Kfar Qassem serán empujados fuera de la soberanía israelí.
Establecer una meta de «incrementar homogeneidad étnica» es repugnante y asqueroso. Significa el establecimiento de un ideal claramente racista en busca de la democracia, el que en la era de la globalización liquidan los principios del multiculturalismo. Además de cualquier otra justificación, «incrementar homogeneidad étnica» es como continuar la creación de comunidades cerradas como la de Mizrahim (judíos con origen en países musulmanes), rusos, ultra-ortodoxos o cualquier otra.
El llamado a expulsar a los árabes israelíes de la soberanía israelí, acompañado de innumerables racionalizaciones, principalmente demográficas, es comúnmente definido como una «propuesta de intercambio de territorios poblados». Sin embargo, debe quedar claro que denegar la ciudadanía a cualquiera que no lo desee es una infracción a los derechos ciudadanos básicos.
El nombre correcto, entonces, debería ser una «propuesta de confiscación de la ciudadanía de los árabes israelíes». El término de una ciudadanía individual, de acuerdo al derecho internacional, no se puede llevar a efecto a menos que la persona renuncie a ella por acuerdo. Este hecho hace posible señalar que cualquier conversación tendiente a confiscar la ciudadanía de miembros de este país, mediante una frontera que los sitúe fuera del lado israelí, es completamente vana e infundada. Es decir, más allá de la infracción básica a los derechos civiles, el hecho de sugerir esta idea en la realidad del siglo XXI – en donde las normas de la democracia son el foco de lucha del mundo libre – es una mancha en aquellos que lo proponen y para el país del que provienen.
Finalmente, el completo rechazo a esta propuesta se debe arraigar en la fundación sionista de un estado Judío y democrático. Todas las variedades de Sionismo han lidiado con la temática de los árabes que viven aquí. Puede ser discutido, incluso de una manera general, que las variadas versiones de los pensadores provienen y regresan a la racionalidad, y a fundamentos democráticos hacia las minorías.
En años recientes se han hecho esfuerzos sin precedentes en la tentativa de redactar una constitución para el estado de Israel. Liderando estos esfuerzos en el Knesset, bajo el liderazgo del presidente del Comité de Constitución, Ley y Justicia, Michael Eitan (Likud), han terminado en la primera etapa del proceso de creación de la constitución. El principio que dirige este esfuerzo está acordado por la escuela del Instituto Democrático Israelí (o «una constitución con amplio acuerdo»). La gran mayoría de los socios de este acuerdo no han escatimado esfuerzos en incluir representantes árabes en este proceso.
El estado Judío y democrático no establecerá una constitución digna de ese nombre a menos que en ella se garantice la igualdad de todos sus ciudadanos y luche por una sociedad civil estable. El llamado a la expulsión de árabes de las áreas de soberanía israelí es el principal enemigo de los esfuerzos por una constitución y los deseos de establecer una sociedad civil estable. En el proceso ellos mienten argumentando razones demográficas.
El Profesor Carmon es presidente del Instituto de Democracia israelí.



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