El día 13 de febrero de 2006, en el diario ruso Nezavisimaya Gazeta, el líder de Hamas Khaled Meshal hizo la siguiente propuesta: «Si Israel reconoce nuestros derechos y se compromete a abandonar todos los territorios ocupados, Hamas y, con él, el pueblo palestino tomarán la decisión de poner fin a la confrontación armada». En […]
El día 13 de febrero de 2006, en el diario ruso Nezavisimaya Gazeta, el líder de Hamas Khaled Meshal hizo la siguiente propuesta:
«Si Israel reconoce nuestros derechos y se compromete a abandonar todos los territorios ocupados, Hamas y, con él, el pueblo palestino tomarán la decisión de poner fin a la confrontación armada».
En otras palabras, si Israel cumple con la legislación internacional, Hamas renunciará a la violencia. Uno esperaría que esto fuera una gran noticia, con grandes titulares en los periódicos, políticos contentos por la posibilidad de alcanzar la paz, pueblos esperanzados vislumbrando el fin del sufrimiento, etc. Pero nada de eso ha ocurrido, porque occidente ha ignorado completamente la propuesta. No ha habido reacción política, y apenas ha sido recogida en los medios.
En periódicos supuestamente liberales y progresistas, como El País, The New York Times, The Guardian y otros, no hay ni rastro de la noticia al día siguiente. En otros, como Haaretz, El Mundo o La Vanguardia, se citan las declaraciones de Meshal, pero en páginas interiores y dentro de noticias con titulares que no hacen referencia a ello. De los periódicos que he consultado, tan sólo Le Monde lo incluye, al final de la página 5, con el siguiente titular, «Hamas pone sus condiciones a la paz». Esto es una grave distorsión de la realidad, pues esas condiciones no son sólo de Hamas sino de toda la comunidad internacional. Son condiciones que forman parte de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, teóricamente vinculantes para los estados, y aprobadas decenas de veces desde la invasión israelí de 1967. Vale la pena citar las más relevantes:
Resolución 242 de 1967, que exige el «retiro de las fuerzas armadas israelíes de los territorios que ocuparon durante el reciente conflicto»
Resolución 338 de 1973, que «insta a las partes interesadas a que empiecen inmediatamente después de la cesación del fuego la aplicación de la resolución 242»
Estas resoluciones han sido recordadas decenas de veces durante las siguientes décadas. Una de las últimas, la 1397 de 2002, ya con la administración Bush, dice:
«Recordando todas sus resoluciones anteriores pertinentes, en particular las resoluciones 242 (1967) y 338 (1973), Apoyando el concepto de una región en que dos Estados, Israel y Palestina, vivan uno junto al otro dentro de fronteras seguras y reconocidas, …»
Esto es la ley internacional, no una excentricidad o un capricho de Hamas, y lleva incumpliéndose desde hace casi 40 años. Pero los medios callan. Veamos el comentario que se hace en La Vanguardia a propósito de la entrevista de Meshal,
«Éste [Meshal] declaró (…) que si Israel reconoce los derechos de los palestinos (por ejemplo, el retorno de millones de refugiados) …»
Aquí hay dos cosas destacables. La primera es que se reconoce el retorno de millones de refugiados como un derecho de los palestinos (menos mal). La segunda, que a pesar de ser un derecho también reconocido por la ONU, Meshal no lo menciona explícitamente como condición. Uno podría pensar que tal vez Hamas exigiría el retorno de todos los refugiados, pero eso sólo puede saberse una vez iniciada la negociación. El anterior gobierno palestino llegó a aceptar el retorno de un sólo pequeño porcentaje de los refugiados, así que, ¿no es razonable pensar que tal vez Hamas transigiría también en este punto? ¿no vale la pena al menos explorar esa posibilidad?
Ahora comparemos esta propuesta con lo que ofrecemos desde occidente: Hamas debe renunciar a la violencia y reconocer el Estado de Israel. Entonces quizás nosotros nos dignaremos a sentarnos en una mesa para decirles que no a todo, en particular lo que se refiere al cumplimiento de la ley. O sea, lo que aquí se conoce como «proceso de paz». Mientras tanto, Hamas para nosotros es terrorista y no queremos saber nada de ellos, que es lo mismo que decir que no queremos saber nada del pueblo palestino, que fue quien eligió democráticamente a Hamas.
El hecho de que no se haya prestado la menor atención a la propuesta de Hamas, perfectamente acorde con la legalidad internacional, demuestra que el compromiso de políticos y medios no está con la paz, la democracia o los derechos humanos sino con el poder, el crimen y el sufrimiento de millones de personas. ¿Qué les queda a los palestinos?