El lunes 10 de abril, las Fuerzas de Ocupación distribuyeron nuevas órdenes de demolición en Aqaba, un pueblo al poniente del Valle del Jordán. Estas se sumaron a otras 16 órdenes que ya fueron distribuidas amenazando con destruir las instituciones sociales, económicas y culturales y la vida del pueblo. La población palestina de Aqaba afronta […]
El lunes 10 de abril, las Fuerzas de Ocupación distribuyeron nuevas órdenes de demolición en Aqaba, un pueblo al poniente del Valle del Jordán. Estas se sumaron a otras 16 órdenes que ya fueron distribuidas amenazando con destruir las instituciones sociales, económicas y culturales y la vida del pueblo. La población palestina de Aqaba afronta diariamente la lucha por su existencia y supervivencia.
Las dos nuevas órdenes militares tienen como objetivo parte de la mezquita del pueblo y la carretera interior de la localidad. Amenazados con otras 16 otras órdenes de demolición durante este año, el consejo local tomó la decisión en el mes de marzo, de mejorar las infraestructuras y las carreteras del pueblo con la finalidad de desafiar a la Ocupación. Una nueva carretera asfaltada, cruces peatonales y aceras son una muestra, ante la Ocupación y el mundo, de que el pueblo no renunciará a su tierra.
Sin embargo, han continuado las amenazas al pueblo como parte del plan de la Ocupación para dejar claro que pretenden usurpar la tierra de Aqaba. La ubicación del pueblo, en la cima de la montaña, constituye un punto estratégico para los planes militares sionistas de destruir esta localidad palestina.
Durante el período de Oslo -cuando la colonización de la tierra de Palestina se institucionalizó- el área fue considerada como «Zona C». Hoy el pueblo se encuentra junto al área de entrenamiento militar y a un puesto de control que monitorea toda clase de movimiento.
Mientras Aqaba continúa su lucha diaria por existir, el mismo Valle del Jordán está bajo un aislamiento intensivo. Por más de una semana se han impuesto restricciones que prohíben a jóvenes de menos de 30 años poder entrar o salir del área.
Con medidas similares implementadas en Jerusalén, la Ocupación de hecho mantiene un total control sobre aquellas áreas en un intento de expulsar a la población palestina que habita en ellas. Habitualmente las fuerzas de Ocupación confiscan tarjetas de identidad de los trabajadores palestinos del norte del Valle del Jordán, no están «registrados» como «residentes» en el Valle.
Las tarjetas de identidad son confiscadas en los puestos de control y también durante redadas en las granjas palestinas, donde trabajadores y empleados corren el riesgo de perder sus documentos de identidad. Así pierden la posibilidad de poder moverse por Cisjordania, debido a que está cortada por cientos de puesto de control de la Ocupación.
El proceso de recuperar los documentos de identidad es difícil y complejo. Generalmente las tarjetas de identidad nunca son devueltas o reemplazadas, haciendo bastante precaria la condición de quienes las pierden. Día a día el Valle del Jordán se transforma en un área «exclusiva para colonos judíos», mientras la comunidad internacional se vuelve cómplice de los crímenes de la Ocupación.
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