Traducido del italiano para Rebelión y Tlaxcala por Gorka Larrabeiti
Las bombas en la zona turística más rentable de la península del Sinaí han suscitado una condena unánime. Sin embargo, hay opiniones distintas sobre la autoría del atentado así como sobre sus fines.
Se asume con frecuencia que el objetivo de atentados similares son los extranjeros, dado que muchos turistas israelíes y europeos van de vacaciones a esta zona, pero resulta demasiado simplista y fácil. El objetivo de atentados como éste es más bien desestabilizar la anticuada dictadura en Egipto y al mismo tiempo demostrar a sus apoyos occidentales que es hora de cambiar. Esto que estamos presenciando es una forma mortal de presión política. Turquía ha vivido episodios similares durante algunos años, antes que se volviera a aceptar al partido islámico en la escena política oficial.
La oposición egipcia, cuyo componente más fuerte está representado por los Hermanos Musulmanes, reivindica desde hace tiempo elecciones libres -y ni siquiera los más acríticos defensores de Hosni Mubarak en Washington dudan de que, en una competición al menos medianamente libre, el actual presidente egipcio no saldría elegido.
Pero Washington tiene tal miedo a un gobierno elegido de carácter islamista que está dispuesto a tolerar casi cualquier alternativa (la cleptocracia de Arabia Saudí es otro ejemplo), y prefiere preparar planes detallados de transición para sustituir en El Cairo un elemento suyo por otro.
Mubarak, pese a la cirugía plástica, está envejeciendo y los creyentes saben que las leyes de la biología podrán subvertirse en el más allá, pero en la vida terrena son inexorables.¿Quién sustituirá, pues, a Hosni si sufriera un ataque como el de su amigo Ariel Sharon?: este es el debate que domina en los círculos oficiales y oficiosos.
Hasta ahora ha venido siendo el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas egipcias quien ha determinado las sucesiones. Mubarak, apoyado por el Departamento de Estado de EE.UU, se ha cultivado como sucesor a su hijo Gamal, cuyas credenciales neoliberales son impecables: ha trabajado como banquero en Londres, se muestra cercano a dos de los hombres de negocios más ricos de Egipto, Ahmed ‘Izz e Ibrahim Kamil; es firmemente filoamericano y filoisraelí y, por añadidura, de buen parecer. ¿Qué mas se puede pedir?
Su principal adversario es mucho más anciano y tiene mucha más experiencia: Omar Suleiman, veterano de las guerras de 1967 y de 1973, es hoy el temido jefe de los servicios secretos egipcios y mantiene relaciones estrechas con los círculos militares y de seguridad estadounidenses. Al final, un enfrentamiento entre el candidato del Departamento de Estado y el del Pentágono será inevitable. La noción de que una sucesión de padre a hijo sea mejor que un nombramiento militar es simplemente grotesca. Gane quien gane este enfrentamiento, la democracia en Egipto saldrá derrotada -y la carnicería a la que hemos asistido en la localidad turística de Dahab en el Mar Rojo continuará.
Fuente original: www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/26-Aprile-2006/art58.html
Gorka Larrabeiti es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.