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La Trampa

Fuentes: Rebelión

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis

CUANDO USTED ve a una persona que camina hacia una trampa, le grita: ¡»tenga cuidado»! Pero cuándo usted ve a una persona que camina a sabiendas hacia una trampa, con los ojos abiertos, ¿qué se supone que tiene que hacer usted?

AMIR PERETZ está a punto de convertirse en Ministro de Defensa y él sabe que es una trampa. Así ¿Por qué lo está haciendo?

Sus motivos están claros y son entendibles. Para efectuar un cambio fundamental en la política y en las políticas sociales, él tiene que convertirse en primer ministro. Eso satisface sus ambiciones personales, también. Pero en Israel, una persona que quiere llegar a primer ministro necesita una tarjeta de visita militar.

Las últimas elecciones han mostrado esto de nuevo. Peretz quiso ganar como un candidato «social». Todas las encuestas demostraron que fue percibido, de hecho, por la mayoría de los votantes como el candidato más loable en materias sociales. Pero la batalla fue ganada por el candidato que pudo dictar la situación del campo de batalla. Peretz no arrastró los problemas sociales al centro del escenario. Olmert tuvo éxito manteniendo allí la seguridad.

La victoria de Hamas en las elecciones Palestinas, el lanzamiento continuado de cohetes de Qassam desde la Franja de Gaza sobre Israel, el ataque del ejército israelí sobre la prisión de Jericó, el empeoramiento de la amenaza nuclear Iraní; todos ellos empujaron los problemas sociales a un lado. El público no estaba preparado para votar por una persona «sin experiencia en seguridad.»

En los últimos 30 años, Israel ha tenido siete primeros ministros. Tres de ellos (Isaac Rabin, Ehud Barak y Ariel Sharon) eran generales. Dos (Menajem Begin e Isaac Shamir) tenían antecedentes destacables como jefes de grupos militares clandestinos, y Shamir también sirvió como importante funcionario del Mossad. Uno (Simón Peres) fue antes ministro de defensa y padre de la bomba atómica israelí. Benjamín Netanyahu sólo fue capitán en una unidad de comandos, pero se bañó en la gloria reflejada de su hermano heroico, Jonathan, que fue muerto en el asalto de Entebe.

Peretz necesita un certificado de seguridad para prepararse para el siguiente asalto en el combate para el cargo de primer ministro. Por eso es por lo que ha aceptado el empleo de y sabe que puede convertirse en un espectáculo de horror.

AL ENTRAR en el despacho de ministro de defensa, Peretz tendrá que escoger entre unirse a los caníbales o ser comido por ellos.

En el pasillo que lleva a su nuevo despacho, cuelgan las fotografías de todos sus predecesores. Harían bien en aconsejarle que hiciera una pausa para un momento de reflexión ante el retrato del segundo de la fila: Pinhas Lavon.

Como Peretz, Lavon era un político laborista al que le faltaba toda «experiencia de seguridad». En 1953, David Ben-Gurion sorprendió a todos nombrándolo como su sucesor en el ministerio de defensa. En ese momento, había algunos también, que sospechaban que era una trampa. Ben-Gurion que estaba retirado temporalmente en el Negev, puso el empleo sobre la persona más inapropiada, para no tener un rival eficaz cuando, o si él, decidiera regresar.

Lavon, hasta entonces la más blanca de las palomas, se convirtió de la noche a la mañana en un halcón chirriante. Por ejemplo, después de que los soldados destruyeron el mobiliario de una familia árabe mientras registraban su casa, comentó cínicamente: » No era de caoba, ¿verdad»? (Después de eso, nosotros en la revista Haolam Hazeh lo llamamos «Pinhas Caoba».) Él autorizó brutales «ataques de venganza» y subscribió la determinación del ejército para sabotear el régimen del nuevo líder egipcio, Gamal Abd-al-Nasser.

El final fue triste. Siguiendo esta línea, el ejército llevado a cabo una campaña de sabotajes de falsas banderas contra objetivos de los EE.UU. y británicos en Egipto diseñados a causar disputas entre Egipto y occidente. La acción fracasó, los agentes fueron capturados y los jefes del ejército señalaron con el dedo a Lavon que tuvo que dimitir vergonzosamente. (Este «asunto» tuvo resultados políticos de largo alcance y llevó en el futuro a la caída del propio Ben-Gurion).

Hasta ahora, casi todos los ministros de defensa han sido generales. Las pocas excepciones – la de Levy Eshkol, Simón Peres y Moshe Arens – tomaron el camino fácil. Justo les dieron a los generales todo lo que ellos querían y adoptaron su perspectiva. Debido a ello, fueron considerados «buenos ministros de defensa.»

SI PERETZ toma este camino, estará traicionando las esperanzas depositadas en él.

El ejército exigirá que él autorice «asesinatos selectivos», agrandar los bloques de asentamientos (aun cuando unas colonias «aisladas» se desmantelarán), poner más barricadas y en general hacer la vida para la población palestina intolerable. Después de un año, ninguna diferencia entre él y sus predecesores será detectable.

Si quiere vivir en paz con los generales, no puede hacer recortes significativos en el hinchado presupuesto militar, ese tiburón que se come todo lo que se le cruza. Sin un gran recorte, no hay ninguna oportunidad para el cambio social prometido. Pero semejante corte llevaría al despido de miles de funcionarios y empleados civiles, incluso los bien organizados empleados de las industrias militares. Se levantarán al grito: Peretz está poniendo en peligro la seguridad del estado, está exponiéndonos a la bomba atómica iraní, es el culpable de las muertes de las víctimas del terror.

Para ser considerado un » buen ministro de defensa», Peretz debe contentarse con recortes cosméticos del presupuesto y defraudar al público que votó por él.

SI ÉL decide, lo contrario, enfrentándose a los generales, recortando significativamente el presupuesto militar e imponiendo en el ejército una perspectiva política diferente, se encontrará a sí mismo como un David muy pequeño contra un Goliat muy amenazador.

La «clase dirigente de la seguridad» israelí es un centro de poder que no tiene ningún paralelismo en ningún otro estado democrático. No sólo incluye el enorme ejército y todas sus ramas, las grandes industrias militares, el Mossad y el Shin Bet (qué ni siquiera está bajo su mando, sino que informa directamente al primer ministro). También incluye muchos centenares de generales jubilados que ocupan posiciones importantes en todas las esferas gubernamentales, políticas y económicas y con los que se puede contar para apoyarse unos a otros y las posiciones del Estado Mayor.

El ejército israelí no es solamente un cuerpo profesional. También es un invernadero ideológico. Desde su inducción a un verde recluta hasta la adquisición de la insignia de general en sus hombros, el funcionario sufre un adoctrinamiento diario inconsciente que implanta en su mente una perspectiva casi invariable. Se lleva esto con él cuando asciende y se hace un ministro del gabinete (sí es del Likud o Laborista, es casi inmaterial), jefe de una empresa industrial o director-general de un servicio público importante.

Es una máquina de presión político-ideológica contra la que ningún gobierno puede ir. Ariel Sharon, él mismo un general victorioso, pudo imponer aquí y allí su autoridad en el ejército. Esto no se aplica a un gobierno encabezado por tres vulgares civiles: Ehud Olmert (quién apenas ha sido siquiera soldado), Amir Peretz ( un oficial menor no combatiente) y Tsipi Livni (ningún antecedente militar del que hablar). Ellos tendrán miedo de ser acusados por el Jefe de Estado Mayor de no entender nada sobre asuntos militares y poner en peligro la vida de soldados y civiles. Más todavía puesto que el ejército mantiene una posición que es más importante que cualquier otra, quizás incluyendo al primer ministro: el jefe de la inteligencia militar que lleva la única responsabilidad de la «evaluación nacional.»

Esta visión del mundo que somete el gabinete a la inteligencia militar, prácticamente dicta todas sus decisiones políticas y de seguridad. Ningún ministro jamás se pondrá de pie y dirá: «Estimados camaradas,¡ esto es un montón de basura»! Ni siquiera después de que fue descubierto que uno de los últimos jefes de la inteligencia militar había falsificado los hallazgos profesionales de sus subordinados sistemáticamente y había entregado al gabinete un cuadro deliberadamente falso de las intenciones palestinas.

Los principales cuerpos de oficiales, por su propia naturaleza, miran los problemas de Israel a través del punto de mira; es decir, con un ojo cerrado.

POSIBLEMENTE, PERETZ cambiará la situación. Posiblemente mostrará ser un luchador intrépido; imponiendo en los principales funcionarios una perspectiva política que les es extraña a ellos, recortando el grueso presupuesto militar e insistiendo en normas morales. Esperanzadamente.

Hay expertos militares que dicen que si Peretz intenta imponer sus percepciones, el Jefe de Estado Mayor y sus generales se lo comerán en el desayuno. Los admiradores de Peretz creen que será él quién saldrá de la comida caníbal con el estómago lleno.

Se dice que una persona lista sabe como salir de una trampa a la que una persona sabia no habría caminado en primer lugar. Pero cuando una persona entra en una trampa con los ojos abiertos, uno sólo puede esperar que sepa como salir; y por lo menos mantener los dedos cruzados por él.

Carlos Sanchis es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.