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Bailan al compás de la música de Washington y La Habana anticastristas de Miami

Fuentes: Rebelión

Raúl Castro acaba de consumir, sin sobresaltos, sus primeros 30 días en el poder. Los vaticinios apocalípticos que siguieron a la Proclama mediante la cual su hermano le cedía, provisionalmente, el mando, no se han cumplido. Por otro lado, los grupos de exiliados cubanoamericanos, afincados en Miami, que históricamente se han caracterizado por la pachanga […]

Raúl Castro acaba de consumir, sin sobresaltos, sus primeros 30 días en el poder. Los vaticinios apocalípticos que siguieron a la Proclama mediante la cual su hermano le cedía, provisionalmente, el mando, no se han cumplido. Por otro lado, los grupos de exiliados cubanoamericanos, afincados en Miami, que históricamente se han caracterizado por la pachanga y la guapería, comienzan a tararear una canción en inglés, algo así como un blue o un country, en la que prometen actuar con paciencia en el período de «transición».

Este peculiar comportamiento, parece estar relacionado con las líneas que, inmediatamente después de la proclama de Castro, trazara la administración Bush. A saber: quedaban desautorizados y prohibidos los planes y acciones violentas contra Cuba por parte de los grupos anticastristas radicados en Estados Unidos; los viajes a Cuba por vía marítima para recoger familiares y la emigración ilegal y desordenada desde la Isla.

Las declaraciones realizadas, en estos días, por parte de Bush, de otros funcionarios y de voceros de su administración, indican a las claras que el interés del gobierno de Estados Unidos se encamina a alentar una «insurrección dentro de Cuba»; al tiempo que evitan aquellos aspectos que pudieran ser verdaderas amenazas en un año electoral, como una emigración masiva desde la Isla o el verse involucrado en una confrontación militar con Cuba.

No es casual, entonces, que el Senador de origen cubano, Mel Martínez, quien ocupó responsabilidades administrativas en el primer mandato de Bush, se haya apresurado a viajar a Miami, en funciones de apaga-fuegos, para exhortar a la parte ansiosa de la emigración a «mostrar liderazgo, en la defensa de valores como la tolerancia, el respecto a las opiniones diferentes, de quienes «no han vivido en una democracia». Tampoco debe extrañarnos que, la inmensa mayoría de los líderes anticastristas, se hayan pronunciado por actuar -en las actuales circunstancias-, con serenidad y paciencia; pues, dicen, «los acontecimientos pueden tardar un tiempo».

Curiosamente, los «líderes» más estridentes y de línea dura del exilio, agrupados en torno al Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), parecen, ahora, más «monjas de clausura» que verdaderos «luchadores por la libertad». Escuchar a verdaderos depredadores radiales como Ninoska Pérez Castellón y Armando Pérez Roura, decir que «no están pidiendo una invasión a Cuba -algo que piden a voz en cuello los 365 días de cada año- demuestra cual es el papel que les toca desempeñar, cuando es el Gobierno el que hace las veces de flautista de Hamelín.

También hubo quienes -creyendo que dominaban el tipo de melodía que querían escuchar los –, hicieron un tremendo ridículo. Tal es el caso de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), que se apresuró en lanzar un llamamiento a la «insurrección» al ejército y al pueblo cubanos, y terminó haciendo el más sonado de los ridículos. Nada, que Jorge Mas Canosa se llevó con él, a la tumba, los instrumentos y las partituras que en épocas pasadas hicieron poderosa y temida a esa organización. Ahora, parten el alma.

Sin embargo, la mayor frustración sufrida por el Gobierno y sus servicios de Inteligencia, parece estar asociada a los grupos anticastristas «Plantados hasta la libertad y la democracia», «MAR por Cuba», «Grupo de Apoyo a la Disidencia» y el «Directorio Democrático Cubano», los que, de manera consistente en los últimos años, han recibido sumas millonarias de dinero, precisamente dirigidos a garantizar -en circunstancias como las actuales-, la realización de acciones de desobediencia civil dentro de Cuba. La tranquilidad con que ha transcurrido el primer mes de Raúl Castro en el poder, apunta a que habrá que revisar, urgentemente, esas asignaciones presupuestarias. Después de todo, ese dinero del contribuyente era para subvertir el orden interno en Cuba, y ellos han demostrado que no tienen capacidad alguna para influir en los acontecimientos.

Como estamos hablando de música y de melodías; me resisto a hablar de payasos y tarugos como Rodolfo Frómeta y su pandilla; ni de los pocos exiliados que, desconociendo las más elementales normas del comportamiento humano, salieron a festejar la enfermedad o la muerte -que era lo que entonces decían- de un semejante .

Todo esto nos lleva irremediablemente a una conclusión: los grupos anticastristas de Miami tienen que bailar -gústele o no-, al compás de la música que tocan los desde Washington; y también, al menos en esta ocasión -por incapacidad para hacer otra cosa y a regañadientes-, al compás del Son de la loma que, Fidel Castro, les dejara escrito en una partitura, que arriba decía: «Proclama al pueblo de Cuba».