Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Manuel Talens
Tras los recientes sucesos en el sur del Líbano y el auge del poder iraní, los regímenes árabes ya no podrán esconder más su alianza objetiva con Israel. Se dirigen hacia una subjetiva coordinación pública de envergadura con Israel. Han sido aliados objetivos porque Israel y los poderes occidentales -USA en particular- protegen y salvaguardan la continuidad de sus dictaduras.
Hezbolá ganó la guerra, lo cual es algo que aterra a los regímenes árabes y necesita una rápida reacción. Una victoria significa fuerza en el plano nacional, un alentador incentivo psicológico y un aumento de la moral pública árabe, todo ello peligroso para regímenes que se han nutrido de las sempiternas derrotas y de la humillación. Tales regímenes son marionetas que únicamente se preocupan de sus propios intereses privados.
Hasta cierto punto, la victoria que logró Hezbolá es indicativa del poder sirio e iraní. Israel, USA, Jordania, Arabia Saudita, Egipto, los estados de Golfo, algunos libaneses y algunos palestinos están interesados en aplastar tanto a Siria como a Irán. Ninguno de ellos puede ocultar más su alianza y el eje arabo-israelí está gradualmente saliendo a la luz. Los saudíes visitan Israel, los egipcios hablan de una tecnología nuclear propia, los jordanos adiestran a individuos libaneses contrarios a Hezbolá, los palestinos liderados por Mahmoud Abbas se unen a la presión sobre Hamas orquestada por árabes, europeos, usamericanos e israelíes.
La zona será testigo de dos ejes: el sirio-iraní, apoyado por Hezbolá, Hamas y la soñolienta opinión pública árabe, y el arabo-israelí, apoyado por USA y Europa.
Sattar Kassem es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Al-Najah de Nablus. Este artículo es una comunicación personal a Rebelión. Véase, asimismo en Rebelión, la entrevista que le concedió a Silvia Cattori.
Manuel Talens es traductor de Rebelión y Tlaxcala. Este texto se puede reproducir libremente, a condición de respetar su integridad, su autoría y la fuente.