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Un gran número de palestinos está separado de sus familias desde que Israel endureció las normas de reingreso

Residentes expulsados de Cisjordania

Fuentes: www.myantiwar.org

Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Ramala, Cisjordania. Abdelhakeem Itayem, palestino con ciudadanía estadounidense, contaba con quedarse solamente una noche cuando viajó de Cisjordania a Jordania en un viaje de negocios.

Seis meses después sigue ahí, atrapado en un limbo burocrático.

«Vine a Amán para estar sólo un día. Traía un traje y una muda de ropa para un día. Y ahora no puedo volver,» informa Itayem por teléfono desde la capital jordana, donde ha alquilado una casa mientras espera que le den una solución.

Itayem, de 41 años, afirma que esta larga espera lo ha separado de su esposa, Lisa, y de sus siete hijos, que se quedaron en la casa familiar cerca de Ramala. Esta situación le ha costado, incluso, su trabajo como director de una compañía palestina de distribución de productos extranjeros.

«Se me rompe el corazón,» dice.

Su difícil situación no es única. Los activistas señalan que a un gran número de palestinos que poseen pasaportes extranjeros, especialmente estadounidenses, se les ha denegado la entrada este año desde que Israel ha cerrado un resquicio legal que alguna vez permitió a los residentes entrar repetidamente o renovar sus visas de turista en Israel.

Esta política ha creado un dilema para los palestinos estadounidenses que quedan: si se marchan para obtener un nuevo permiso de tres meses, quizás no les permitan volver. Si se quedan, sus actuales visas israelíes caducarán. Muchos de ellos señalan que sus solicitudes anteriores de residencia formal en los territorios palestinos fueron rechazadas por Israel.

«Los israelíes los están expulsando sin ninguna lógica» señala Adel Samara, a cuya esposa, Enayeh, se le denegó el ingreso en mayo, después de que cruzara a Jordania para obtener el sello en su pasaporte estadounidense con una nueva visa de turista israelí.

Samara, economista y escritor palestino, dice que su esposa, Enayeh, de 56 años, está en Chicago con una hermana, después de haber vivido en Cisjordania durante 31 años gracias a sucesivas visas israelíes de corto plazo. Por si fuera poco, dice, Israel no lo autoriza a él a irse debido a su pasada participación en grupos nacionalistas palestinos.

«Yo no puedo salir y ella no puede entrar,» nos dice Samara, de 62 años, en Ramala. «Es como un divorcio».

Los oficiales israelíes señalan que las visas de turista no pretendían servir como documentos de residencia o trabajo para palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza.

Las nuevas restricciones han causado incertidumbre y rabia entre los palestinos estadounidenses, especialmente en Cisjordania, donde hay más de 30.000 y están situados en lugares importantes en el mundo de los negocios y de la vida académica.

Un grupo de palestinos con ciudadanía estadounidense está negociando con los diplomáticos y ha lanzado una campaña para llamar la atención sobre este problema. Samara, que también es ciudadano estadounidense, está trabajando junto a un grupo de apoyo israelí para desafiar la legalidad de estas nuevas normas.

Él, junto a otros, señala que la imposición israelí de estas medidas estrictas tiene como objetivos castigar al pueblo palestino por haber elegido al grupo militar Hamás en las elecciones parlamentarias el pasado mes de enero y reducir la población palestina en Cisjordania y la Franja de Gaza.

Israel rechaza esas afirmaciones.

La Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice se refirió al asunto de las visas en una reunión celebrada este mes con los oficiales israelíes en Jerusalén. Algunos diplomáticos de Estados Unidos señalan que han pedido explicaciones a Israel por esta política.

Israel reconoce que estas reglas, supervisadas por el Ministerio del Interior, han causado problemas. Los oficiales dijeron que este cambio es un intento de refrenar el mal uso de las visas de turistas, que se han convertido en el medio de entrada predilecto para miles de palestinos con ciudadanía extranjera.

«El gobierno decidió que burocráticamente este método no era correcto. ¿Cómo vamos a permitir a esas personas que estén aquí cuando es obvio que no son turistas? Es un abuso de la visa de turista,» dice Mark Regev, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí.

Esta estricta política, sin embargo, está teniendo «consecuencias inesperadas» que los oficiales ahora están tratando de corregir, agrega Regev.

Israel ha señalado que los palestinos que viven en Cisjordania deberían solicitar un permiso de residencia -entregado por el estado judío- en vez de continuar solicitando visas de turista.

Sin embargo muchos palestinos se quejan de que se les ha denegado la residencia.

Sholomo Dror, vocero de la oficina que sirve de puente con los palestinos, señaló que después de la firma del acuerdo de paz interino de Oslo a comienzos de los 90, Israel acordó permitir que 3.000 personas por año puedan mudarse a Cisjordania y la Franja de Gaza, cuota anual que luego aumentó a 10.000 y después a 20.000 personas.

Pero añade que la Autoridad Palestina, creada en 1994, fracasó al proporcionar los nombres de aquellos que se encontraban viviendo en los territorios palestinos y necesitaban permisos formales de residencia.

Desde el estallido de la violencia en el año 2000, Israel ha congelado las solicitudes para reunificación familiar. Y desde que Hamás ganó las elecciones el pasado mes de enero, Israel -que considera a este grupo como una organización terrorista- ha rechazado tener cualquier tipo de relación con el gobierno de la Autoridad Palestina.

Dror señala que el número de personas sin estatus de residencia apropiado ha crecido a 60.000, en parte debido al congelamiento por parte de Israel del proceso de reunificación familiar. «Estamos tratando de resolver el problema y encontrar una vía diferente», agrega.

Itayem que nació en Cisjordania pero se trasladó a Chicago a los 15 años, dice que deberá reubicar a su esposa e hijos en Amán durante las vacaciones escolares de invierno. Pero al hacerlo, no quedará nadie para hacerse cargo de su madre, de 75 años y de su hermana, discapacitada, de 38.

Este episodio ha dejado a enfadado y desorientado Itayem. Ha encontrado trabajo en Amán, en una empresa relacionada con su antiguo trabajo en Cisjordania. Por el momento, se encuentra en un apartamento vacío y no tiene respuestas claras de por qué no puede volver a Cisjordania, su hogar de los últimos años.

¿Qué clase de vida es esta? se pregunta. «Mi esposa está en un país, y yo estoy solo en otro».

Original en inglés: http://www.myantiwar.org/view/97095.html

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la traductora y la fuente.