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Palestina o romper viejas inercias

Fuentes: Gara

El día de ayer, declarado jornada internacional contra el muro que Israel construye en Palestina, estuvo marcado por el bombardeo de Beit Hanun el día anterior. Así, el día señalado para la protesta contra ese muro ilegal se convirtió en día de multitudinario duelo por los dieciocho muertos en esa localidad de Gaza, así como […]

El día de ayer, declarado jornada internacional contra el muro que Israel construye en Palestina, estuvo marcado por el bombardeo de Beit Hanun el día anterior. Así, el día señalado para la protesta contra ese muro ilegal se convirtió en día de multitudinario duelo por los dieciocho muertos en esa localidad de Gaza, así como de petición de venganza. El recrudecimiento de los ataques israelíes en los últimos meses se produce a la par de las difíciles negociaciones que las distintas organizaciones palestinas abordan con el fin de lograr un gobierno de unidad nacional y que en los últimos días parecen atravesar por un buen momento. La brutalidad del Gobierno israelí, de este modo, aleja las esperanzas de paz, pero posiblemente también la amenaza de guerra civil palestina.

El Consejo de Seguridad de la ONU debatía ayer por enésima vez un proyecto de resolución de condena a Israel. Sin embargo, como el propio secretario general de esa organización reconocía, con declaraciones difícilmente se logrará hallar una salida a la trágica situación. Ciertamente, todas las resoluciones de la ONU al respecto han resultado inútiles. A lo sumo han servido para evidenciar la impunidad de Israel y la inoperancia de la propia organización.

La comunidad internacional, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU, en otros casos no ha dudado en tomar medidas drásticas que han ido desde las sanciones económicas hasta la invasión sin contemplaciones de países. Cuando se trata de Israel, el cual lleva décadas incumpliendo resoluciones de Naciones Unidas, vulnerando reiteradamente y en todas sus formas los Derechos Humanos, se limitan a expresar leves y esporádicas condenas, a repartir con la resistencia palestina.

Hace mucho tiempo que llegó la hora de abordar con determinación esta sangrante cuestión. Por eso mismo, pues se trata de una cuestión de supervivencia, de la supervivencia de los palestinos e incluso del bienestar de los israelíes, hoy resulta urgente ir más allá, mucho más allá de la denuncia y conducir el conflicto a un plano de racionalidad donde puedan surgir vías reales de solución. Para ello la comunidad internacional ha de dar fin a su política de tibieza con Israel y de dureza con las autoridades palestinas, en un simple ejercicio de respeto democrático y por un mínimo sentido de la justicia. Mientras no ocurra así, las reprobaciones seguirán sucediendo a las masacres.