Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Meritxell Mir i Roca
Desde muchas perspectivas, puede parecer que los israelíes estén ganando la guerra palestino-israelí. Controlan e invaden los territorios árabes, gozan de superioridad militar y del completo apoyo de los Estados Unidos y unilateralmente delimitan la mayoría de los parámetros diplomáticos del conflicto. Aunque esta pudiera ser una afirmación errónea: los palestinos y los árabes están empezando a ganar algunas batallas, mientras que Israel está perdiendo poco a poco su supremacía. Siete acontecimientos ocurridos durante los últimos cinco meses parecen reforzar este punto de vista.
El primero fue la capacidad de Hezbolá para plantar cara a Israel durante 34 días este verano, y hasta el último día seguir disparando cientos de cohetes a territorio israelí. A parte de las consecuencias políticas y morales, este hecho demostró una combinación histórica de voluntad, destreza militar y capacidad para protegerse de Israel, de espías árabes y occidentales y de infiltrados. Durante el conflicto con el sionismo e Israel, que empezó hace ya un siglo, ningún partido árabe había cruzado antes este umbral.
El segundo acontecimiento fue la aceptación por parte de Israel y de Washington de la resolución de alto el fuego de agosto de las Naciones Unidas, después que Estados Unidos hubiera concedido a Israel semanas extra de guerra para vencer a Hezbolá. Un determinado grupo árabe forzó a Israel y a Estados Unidos a aceptar una resolución política en lugar de una victoria militar, y la resolución de alto el fuego incluía medidas siempre antes rechazadas por Israel: incluir el área ocupada de las granjas de Shebaa dentro del contexto del conflicto israelí-libanés y no cómo territorios de la Siria ocupada, y concretar el retorno o el intercambio de prisioneros israelíes y libaneses.
Israel tuvo que abandonar su posición previa en torno a la liberación sin condiciones de los dos soldados israelíes capturados por Hezbolá el 12 de julio. El emplazamiento de 20.000 soldados libanesas e internacionales en el sur del Líbano siempre había sido una de las demandas de Israel pero también se vio recortada, ya que se limitaron el ámbito de acción de Israel en el Líbano y sus vuelos sobre territorio libanés.
El tercer avance notorio fue la aceptación por parte de Israel del alto el fuego en Gaza a finales de noviembre, después de haber dicho que no cesaría sus ataques y que haría lo imposible para recuperar al soldado israelí Gilad Shalit, a quién las guerrillas palestinas habían capturado en un puesto militar israelí en la frontera de Gaza con Israel. La yuxtaposición de acontecimientos en el Líbano y en Gaza este verano ha sido contundente. La tan vanagloriada destreza militar de Israel y su temida disuasión fracasaron, sin poder evitar que los guerrilleros palestinos y libaneses secuestraran a tres de sus soldados en las zonas fronterizas. Los intensos y brutales ataques militares posteriores y los castigos masivos a la población civil, no consiguieron que los árabes liberaran a los soldados. Semanas o meses más tarde, Israel tuvo que tragarse sus palabras, zamparse los ultimátums y las amenazas y aceptar el alto el fuego en ambos casos.
El cuarto progreso importante y muy reciente, es que Israel ha sido incapaz de detener el lanzamiento de cohetes Qassam a sus territorios septentrionales por parte de militantes palestinos. Las habilidades del poder militar israelí y de su servicio de espionaje, junto con el asesinato de 400 palestinos desde junio, no han impedido que jóvenes determinados sigan lanzando estos cohetes a Israel.
El quinto incidente sucedió a principios de noviembre, cuando Israel inmovilizó a un grupo de combatientes palestinos en una mezquita de Beit Hannun, al norte de Gaza, con la amenaza de matarlos si no se rendían. Como resultado inesperado, unas 200 mujeres palestinas rompieron el sitio, entraron en la mezquita y cubrieron a los combatientes para que pudieran escapar, en la acción dos mujeres fueron asesinadas y una docena resultaron heridas. Las líneas de batalla definidas por las tropas israelíes para luchar contra un puñado de jóvenes palestinos se les giraron en contra y el ejército israelí se encontró impotente y vencido por la población civil palestina.
El sexto suceso ocurrió a mediados de noviembre, cuando una llamada telefónica del Ejército israelí al domicilio de un militante palestino del campo de refugiados de Jabaliya, en Gaza, advirtió a los habitantes del edificio de tres plantas que abandonaran el inmueble porque lo iban a destruir. En lugar de huir como ya habían hecho otras veces, cientos de civiles entraron en la casa y se atrincheraron en el tejado, desafiando a los israelíes a matarlos a todos. Enfrentados a civiles que ya no temían la muerte, la poderosa máquina de matar israelí y sus confundidos líderes políticos se volvieron de repente menos imponentes, ya que habían perdido mucha de la capacidad que tenían para intimidar.
El séptimo incidente, a principios de esta semana, fue el encuentro entre el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmud Abbas, en el que se anunció que Israel devolvería 100 millones de dólares de los impuestos palestinos retenidos y cerraría algunos puestos de control en Cisjordania. Cambiando totalmente su posición, ya que anteriormente había rechazado acercarse a los palestinos a menos que liberaran a Shalit, Olmert se encontró, habló y les hizo concesiones sin ni tan siquiera ver al soldado israelí.
La historia aclarará si estos acontecimientos significarán un cambio en la balanza de poder, ya sea militar o político, del conflicto árabe-israelí. De momento, tenemos que esperar que la tendencia de estos hechos abra los ojos y las mentes de los líderes árabes e israelíes que han confiado principalmente en la fuerza militar para conseguir sus objetivos, y que les invite a utilizar las negociaciones como una arma más efectiva y una ruta más humana para alcanzar sus derechos y así poder llevar una vida normal: segura, en paz y con un reconocimiento mutuo.
Fuente: http://www.dailystar.com.lb/article.asp?article_ID=78096&categ_ID=5&edition_id=10
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Meritxell Mir i Roca pertenece a los colectivos de Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística. Este texto se puede reproducir libremente con fines no lucrativos, a condición de respetar su integridad y de mencionar a su autor, a la traductora y la fuente. URL de esta página: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=44396