Joaquín Nieto y Jorge Riechmann (coords). Sustentabiidad y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales. Germanía, Valencia 2003. 342 páginas. Dos excelentes ejemplos expuestos por los coordinadores de Sustentabiidad y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales(SyG) sobre «mundialización» y «modernidad» dan cuentan de las preocupaciones esenciales que subyacen a este magnífico volumen. […]
Joaquín Nieto y Jorge Riechmann (coords). Sustentabiidad y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales. Germanía, Valencia 2003. 342 páginas.
Dos excelentes ejemplos expuestos por los coordinadores de Sustentabiidad y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales(SyG) sobre «mundialización» y «modernidad» dan cuentan de las preocupaciones esenciales que subyacen a este magnífico volumen. El primero, de Joaquín Nieto («Recorridos moleculares de impacto global», p.13), está extraído de Nuestro futuro robado, de Coborn, Mayers y Dumanoski e ilustra nítidamente los potenciales efectos devastadores de las acciones humanas incontroladas: las moléculas de PCB fabricadas en una planta sureña de Estados Unidos recorren de este a oeste el país americano, remontan los Grandes Lagos, descienden al mar de los Sargazos, alcanzan el interior del Círculo Polar Ártico y ascienden a lo largo de la cadena alimentaria: de la grasa de una pulga de agua a una gamba, un eperlano (un pariente del salmón de 20 cm. de largo), una trucha de lago, una gaviota argéntea, un cangrejo, una anguila, un copépodo (un pequeño crustáceo que forman parte del plancton), un bacalao ártico, una foca con ocelos y, finalmente, un oso polar, de la isla Kingsoya, a 79 grados de latitud norte, que se alimenta de focas, morsas y peces, ve alterada fuertemente su reproducción dado que, en su ascensión por la cadena trófica, la concentración de PCB se ha multiplicado por…¡3.109! (tres mil millones).
El segundo ejemplo es de Jorge Riechmann («Sobre la importancia de lo invisible», p.16), segundo coordinador del volumen. El concepto de mochila ecológica, ideado por Friedrich Schmidt-Bleek en 1994, considera la suma de todos los materiales que no están incluidos en una determinada producción económica, pero que son necesarios para su producción, uso, reciclaje y eliminación. Se abarcaría, digamos, desde la cuna del producto hasta su tumba. Veamos la siguiente aplicación de esa noción: los movimientos de materiales necesarios para fabricar una bandeja de madera de kilo y medio superan los dos kilos; éste es el valor de su su mochila ecológica; en cambio, una bandeja de cobre, que presta prácticamente los mismos servicios, si se contabiliza el mineral explotado, el agua consumida y contaminada, los movimientos de materiales en la cadena de transporte, puede alcanzar una mochila ecológica de ¡media tonelada!. Es decir, unas 200 veces más que la de madera. La mochila ecológica media de un automóvil pesa más de 15 toneladas, más de 10 veces su propio peso. La modernidad del capital (y partidarios) consiste, entre otras cosas, en apostar por el coche, como medio masivo de transporte básico, y por la bandeja de cobre, como utensilio casero. Como señala Riechmann, es «fácil apreciar que, en casos como éste, lo que no se ve cuenta mucho más que lo que se ve» (p.16).
A estos temas y asuntos relacionados apuntan las cuestiones tratadas en SyG. Lo esencial sobre este imprescindible e instructivo ensayo puede formularse con brevedad: cojamos papel y lápiz (o abramos archivos, como se prefiera) y tomemos cuantas notas nos sean necesarias. Obtendremos netos beneficios no mercantiles. No sólo por el despliegue de excelentes argumentos e información sustantiva que encontraremos, sin demasiado esfuerzo, sino también por las magníficas reflexiones filosóficas, metafísicas o poliéticas, como se prefiera, que nos son regaladas aquí y allá. Un ejemplo (de Riechmann): «El capitalismo tiene que impedir, a toda costa, la pregunta por los fines humanos, y muy especialmente por los fines últimos o «fines en sí mismos». Pues su propio para qué último, su finalidad de finalidades, su razón no instrumental sino sustantiva, es extrahumana y no debe enunciarse en voz alta: para que siga girando la rueda de la acumulación de capital. Para ese proceso ciego, para ese caníbal dinamismo, los seres humanos provistos de fines propios son un estorbo que hay que orillar» (p. 327).
Sería por ello una verdadera pena y, además, un inmenso error que por razones de acumulación de información, por extravío de sendero en el ya inabarcable bosque de publicaciones sobre temas de ecología y ecologismo, acaso por problemas de distribución o de simple pero a veces crucial ubicación en librerías, un trabajo como éste pasara desapercibido al lector vivamente interesado en los cada vez más cruciales asuntos anexos al llamado «desarrollo económico» y al creciente deterioro ecológico, o al lector/a que esté en vías de incorporarse a este ilustrado y crítico movimiento ciudadano cuya importancia no puede ni debe escapársele a ningún observador atento, movimiento que, como todas las tareas políticas de interés, se mueve por tres normas básicas: pensar, decir y, sobre todo, hacer (que es, como es sabido, una excelente manera de pensar y decir). Además, y por si fuera poco, nos ayuda a superar la ensoñación irresponsable. En este caso, el mito de la desmaterialización económica.
El objetivo básico del Sustentabilidad y globalización (SyG) se explicita en la Introducción del volumen (J. Riechmann, «Sobre sustentabilidad, globalización y el movimiento alterglobalización«, pp.9-12): desde 1972, desde aquella cumbre de Estocolmo que tuvo como lema «Una sola Tierra» ha pasado mucha agua contaminada bajo todos los puentes. En los años ochenta, las voces acríticas del sistema nos sermoneaban hasta cansarnos (y vencernos, por agotamiento): nuestro objetivo, decían, es conciliar el crecimiento económico y la protección del medio ambiente. En los noventa, el registro cambió. El lema publicitario fue reemplazado, y repetido con no menor tenacidad. De lo que trata, de lo que verdaderamente se trata, se nos dice ahora, es de conciliar desarrollo sostenible y globalización. Pues bien, «a escrutar la sustancia o insustancialidad de esa frase se destina el presente volumen, nacido de un esfuerzo de reflexión que el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), junto con el Departamento Confederal de Medio Ambiente de CCOO y gracias a la colaboración de la Universidad Complutense de Madrid, organizó a lo largo del año 2002», colaboración que se tradujo en la celebración de dos cursos: «Ecología y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales» (6,7 de marzo de 2002) y «Río + 10: las claves de la Cumbre de la Tierra» (29 al 31 de julio de 2002).
Componen SyG, además de la citada introducción de Riechmann, dos trabajos de Joaquín Nieto, secretario de Medio Ambiente y de Salud laboral de CC.OO. («Recorridos moleculares de impacto global» y «Balance de la cumbre mundial de desarrollo sostenible: después de Johannesburgo, ¿qué?»), dos imprescindibles ensayos de José Manuel Naredo, un modélico artículo de Óscar Carpintero, tres aportaciones más de Jorge Riechmann, además de las contribuciones de Peter Bartelmus, Iván Murray, Dolores Romano y Emilio Menéndez, y de una cuidada declaración de la secretaria de política internacional de CC.OO. sobre globalización y sindicalismo trasnacional. Me permito recomendar al lector, especialmente interesado en las relaciones entre el movimiento obrero y el ecologismo político, el capítulo de Riechmann sobre «Los efectos del cambio climático sobre el empleo y la necesidad de una transición justa» (pp.217-258). Además de éste y sin ningún desmerecimiento del resto de aportaciones, cabe destacar también «El metabolismo de la sociedad industrial y su incidencia planetaria», de José Manuel Naredo crisis»; el penetrante artículo de Óscar Carpintero sobre «El papel del comercio internacional y el mito de la desmaterialización económica» y ecopoético «Tiempo para la vida: la crisis ecológica en su dimensión temporal», de Jorge Riechmann. Una de las tesis centrales del volumen es expuesta por Carpintero con una didáctica metáfora médica: «Las modernas economías industriales sufren una adicción enfermiza por los recursos energéticos y minerales que, aunque les proporciona bienestar, conlleva la degradación de su salud futura. Al igual que en los individuos, resulta contraproducente tanto la continuidad de la dosis como la suspensión repentina de la misma. Por lo tanto, la terapia de desintoxicación debe incorporar la reducción paulatina y consciente de la droga. No cabe, sin embargo, dejarlo todo a la voluntad del paciente. Aquí los medios para hacerlo mas llevadero están, desde hace años disponibles para su uso» (p.146).
Señala Riechmann que a los icebergs hay que mirarles los bajos, que a los cardos hay que medirles las raíces y que a los automóviles hay que rastrearles su pesada (e inadmisible) mochila ecológica. Rainer Maria Rilke lo formuló así: «Somos abejas de lo invisible». Para sobrevivir en el XXI y venideros, el autor de Una morada en el aire nos recomienda y urge para «que esa propiedad se extienda mucho más allá del círculo de los poetas». A todos los que (¡ay!) no pertenecemos a ningún círculo poético, Sustentabiidad y globalización. Flujos monetarios, de energía y de materiales nos enseña, nada más y nada menos, a mirar más allá de lo visible.