EEUU está de momento de rebajas en Oriente Medio y ha encargado a sus aliados árabes que desempolven su iniciativa de paz, rechazada hace cinco años con cajas destempladas por Israel. Tel Aviv juega ahora a contemporizar con los árabes «moderados» en un intento de que rebajen y desnaturalizen su propuesta. Una vieja táctica para […]
EEUU está de momento de rebajas en Oriente Medio y ha encargado a sus aliados árabes que desempolven su iniciativa de paz, rechazada hace cinco años con cajas destempladas por Israel. Tel Aviv juega ahora a contemporizar con los árabes «moderados» en un intento de que rebajen y desnaturalizen su propuesta. Una vieja táctica para que, en todo caso, sean los palestinos los que vuelvan a perder.
Los ministros de Exteriores de los países miembros de la Liga Arabe acordaron relanzar el llamado «Plan de Beirut», aprobado hace cinco años y rechazado entonces sin contemplaciones por el Estado israelí.
Con la única ausencia crítica de Libia, los jefes de las diplomacias árabes, reunidos en Ryad en sesión preparatoria para la cumbre de jefes de Estado que arranca mañana, aprobaron la bautizada como «iniciativa árabe de paz» sin ninguna enmienda y en su forma inicial.
El plan exige a Israel su retirada total de los territorios ocupados en 1967, incluidos los Altos del Golán sirio y el territorio que sigue ocupando en el sur de Líbano. Le insta a aceptar el establecimiento de un estado palestino en Gaza y Cisjordania con Jerusalén Oriental como capital y le urge a negociar sobre la suerte de los refugiados palestinos.
Los estados árabes se comprometen a establecer relaciones diplomáticas con Israel y a firmar acuerdos de paz bilaterales.
Israel,por boca entonces del eterno laborista Simón Peres, calificó la propuesta, firmada en marzo de 2002, como una estratagema saudí para maquillar el impacto del 11-S -la mayoría de los presuntos pilotos suicidas eran de esa nacionalidad-.
Una coyuntura especial
El Gobierno estadounidense, empantanado en Irak,inició ayer de la mano de su secretaria de Estado, Condoleezza Rice, su tercera ronda diplomática en Oriente Medio, que esta vez consiste en encuentros bilaterales con el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y con el presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas, en un intento de deshielo.
Washington necesita un respiro, siquiera temporal, con lo que en este momento parece haber una conjunción de intereses entre EEUU y sus aliados árabes moderados para relanzar el plan. Por de pronto, Libia acusó a sus socios árabes de apoyarse siempre en exigencias a Palestina, nunca a Israel.
Rice ya ha anunciado que apoya el relanzamiento de la iniciativa árabe. Consciente del momento, el propio Olmert coincidió en que «sería positivo que los países árabes moderados hicieran avanzar el proceso en torno a la iniciativa saudí».
Igual de positivo se mostró el primer ministro -que vive sus horas más bajas acusado de corrupción y hostigado por el desastre de la última agresión a Líbano- en torno a una iniciativa conjunta de EEUU y la ONU -su secretario general también está de visita en la zona- para propiciar un encuentro a tres bandas (Israel, Abbas y países árabes «moderados») bajo la égida del Cuarteto. La apelación israelo-estadounidense a los «moderados» no es baladí. Y es que Israel está lejos de aceptar no ya su retirada total de Cisjordania -donde sigue la colonización judía- sino incluso una solución mínimamente aceptable a la cuestión de los refugiados -insiste en que en todo caso fueran hacinados en la superpoblada Gaza.
De vuelta a Ryad, los anfitriones saudíes recibieron el domingo al líder de Hamas en el exilio. Desde Argel, Jaled Mechaal instó ayer a la cumbre árabe a que tome decisiones para reconocer al Gobierno palestino de unidad y poner fin al bloqueo que sufre su población e hizo un llamamiento a la unidad árabe. «Dejemos a EEUU la tarea de dividir a los árabes en duros y moderados y tomemos de una vez la iniciativa, urgió Mechaal.
Por de pronto, los ministros de Exteriores de la Liga Arabe anunciaron la «creación de varios grupos de acción para entablar contactos con todas las partes concernidas por la paz», lo que incluiría a Israel. «Comisionitis» ésta que, por lo general, anticipa el fracaso de las iniciativas más ambiciosas.
Cientos de colonos y militantes de la ultraderecha sionista instalaron ayer un campamento en torno a las ruinas de Homesh, una de las escasas cuatro colonias judías evacuadas por el Ejército israelí del norte de Cisjordania en 2005.
Tras izar la bandera israelí con la estrella de David en el depósito de agua, única instalación en pie, advirtieron de que regresarán si son evacuados otra vez.
La comitiva, con el color naranja que simboliza la oposición a las evacuaciones, llegó ayer escoltada por el Ejército desde la colonia, esta sí legal, de Shavei Shomron.
Desde la loma de Homesh se divisa al este las casas de la localidad palestina de Burqa.
Los organizadores habían anunciado la llegada de miles de personas. Con todo, no perdían la esperanza y anunciaban la llegada de refuerzos en autobuses a última hora de la tarde de ayer.
Beni Shalom, quien ocupó ilegítimamente durante 25 años una casa en esta zona, es el maestro de ceremonias. Dos diputados de Unión Nacional ofrecían su apoyo a los colonos.
Un millar de soldados, policías y guardiafronteras israelíes acordonaron la zona y amenazaron con evacuar por la fuerza a los concentrados.
Las mismas Fuerzas de Seguridad que siguen sin hacerlo en la casa ocupada por colonos desde hace una semana en Hebrón. Su plan, crear una cabeza de puente con la colonia «ilegal» de Kyriat Arba, ocupada por 6.000 colonos judíos con beneplácito israelí. Decenas de israelíes exigieron ayer el desalojo de la casa.