Traducido por Paloma Valverde
Condoleezza Rice, la ministra estadounidense de asuntos exteriores, anunció ayer [27 de marzo] la decisión del Primer ministro israelí Ehud Olmert y del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, de mantener reuniones bisemanales con la mediación de Estados Unidos. Auténticas «buenas noticias para palestinos e israelíes».
Más o menos al mismo tiempo, al menos cinco palestinos se ahogaban en un «sunami de aguas residuales» cuando reventó un depósito de tratamiento de aguas, que inundó Umm Naser, un pueblo en el norte de la Franja de Gaza.
Mientras que en una tranquila conferencia de prensa en Jerusalén Rice decía No -una vez más- a la democráticamente elegida Hamás y se refería al presidente de la Autoridad Palestina como «compañero para la paz», un pueblo beduino en Gaza estaba sumergido en aguas residuales.
Este demoledor retrato surrealista de absoluta indiferencia entre los dos acontecimientos, entre un intercambio político vacío de contenido y una devastadora destrucción sobre el terreno, es la auténtica realidad del desastre palestino. Se trata de algo que refleja la total ausencia de compromiso de los dirigentes políticos occidentales con el pensamiento humanista y ético; refleja nuestro abandono del pueblo palestino; es un recordatorio de nuestra negligencia general hacia un pueblo brutalmente desposeído durante seis décadas y una prueba de nuestra ceguera hacia lo que parece ser un sufrimiento sin límites y sin final.
Rice hizo un llamamiento a los Estados árabes de la región «[…] para que participen activamente en el proceso de paz». También acogió con agrado el plan de paz saudí como «[…] un ejemplo de este nuevo acercamiento». Y yo termino por preguntarme a mí mismo cuándo fue la última vez que Rice o la familia real saudí estuvieron sumergidos en aguas residuales. Rice probablemente es incapaz de darse cuenta de que esas personas, que casualmente han resultado inundadas por «aguas insalubres», desean algo más tangible que un mero «proceso de paz». Sra. Rice, ¿no sería mejor que empezáramos por la comida? Por si acaso no se ha dado cuenta, su embargo al gobierno de Hamás ha provocado una situación de hambruna sin precedentes en Gaza. Alrededor del 80 por ciento de la población de Gaza depende de la ayuda del Programa de alimentos de Naciones Unidas y del de ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados.
Más o menos al mismo tiempo que la ministra de exteriores estadounidense concluía que los dos líderes discutirían el «horizonte político», quedaba claro que docenas de residentes de Umm Naser seguían desaparecidos.
Al caer la tarde, la crecida había menguado, dejando tras de sí un fangal de olor nauseabundo. Los niños del pueblo se aferraban a las puertas de madera que flotaban sobre aguas putrefactas. Los equipos de rescate estuvieron excavando en el pueblo para buscar a las víctimas. Había cabras y vacas que nadaban enloquecidas en el fango en busca de terreno firme.
Cuando Rice se marchó de la región se supo que las «negociaciones» entre Ehud Olmert y Mahmoud Abbas no incluirían los tres asuntos básicos: Jerusalén, los refugiados y las fronteras. Qué sorpresa.
En lugar de ir desde Jerusalén a Riyad, Rice regresó a Washington. Se dio cuenta de que no tenía nada que ofrecer en la cumbre de dirigentes árabes. No tenía nada que ofrecer, del mismo modo que las gentes de Umm Naser no tenían nada que perder.
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Texto original en inglés en: http://peacepalestine.blogspot.com/2007/03/here-comes-flood-by-gilad-atzmon.html
Paloma Valverde es miembro de los equipos de traductores de Cubadebate, IraqSolidaridad y Rebelión.