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Contra el subjetivismo

Fuentes: Apuntes del Natural

«Este pueblo ha optado por su independencia». La frase fue pronunciada el pasado martes por una portavoz de Acción Nacionalista Vasca. Como la oí por la radio y el noticiario no aportó mayores precisiones (o quizá sí y yo no me enteré), traté de averiguar en qué pueblo se hallaba la vocera de ANV cuando […]

«Este pueblo ha optado por su independencia».

La frase fue pronunciada el pasado martes por una portavoz de Acción Nacionalista Vasca.

Como la oí por la radio y el noticiario no aportó mayores precisiones (o quizá sí y yo no me enteré), traté de averiguar en qué pueblo se hallaba la vocera de ANV cuando hizo esa afirmación, porque lo mismo era verdad y se trataba de un municipio cuyos habitantes se han declarado mayoritariamente independentistas. Pero no, la cosa no iba por ahí. Se refería al pueblo vasco.

Aclarado lo cual, me vino dada la siguiente duda: «¿Se creerá lo que dice?»

El subjetivismo es una disfunción del raciocinio lamentablemente frecuente. En la vida en general y en política en particular.

Cuando decidió establecer relaciones diplomáticas con la URSS, Francisco Franco, hombre de escasas dotes oratorias (aunque experto asesino: reconozcamos a cada cual sus habilidades), tuvo el acierto de explicar con directa sencillez por qué lo hacía: «Las cosas son como son -dijo-; no como quisiéramos que fueran». Qué gran verdad.

Así es. Y porque es así, convendría que todos nos atuviéramos a los hechos.

El pueblo vasco no ha optado por su independencia. Para empezar, porque nadie le ha pedido que se manifieste expresamente a ese respecto en las urnas (y de ahí que algunos sigamos hablando del derecho de autodeterminación, o del derecho a decidir, como otros prefieren llamarlo ahora). Y en segundo lugar, porque los signos externos que podrían dar cuenta de sus sentimientos mayoritarios sobre el particular (por ejemplo, a qué partidos vota en las elecciones a las que sí es convocado), no apuntan en esa dirección. Su voto no es mayoritariamente independentista, cosa que queda todavía más clara si -y supongo que ANV no tendrá nada en contra- incluimos lo que vota la población de Navarra y la de los territorios vascos que están bajo jurisdicción del Estado francés.

O sea, que el pueblo vasco es el que es, y no el que los unos o los otros quisiéramos que fuera.

Pero no es sólo alguna gente de ANV la que fabrica construcciones subjetivas y se las cree, o hace como si.  Estos últimos días me he hartado de oír a toneladas de políticos y politicastros españoles empeñados en contarnos que ETA tiene que darse cuenta de que «jamás conseguirá sus objetivos por la vía de la violencia». Como si por la vía pacífica existiera un cauce por el que fuera posible lograrlos. Como si la Inmaculada Constitución, cuyo puente celebramos en estos días, no depositara en las Fuerzas Armadas españolas la función de impedirlo (de volver a impedirlo, mejor dicho), por las buenas o por las malas.