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En el trasfondo está Palestina

Boicot a Israel en la Feria del Libro de Turín

Fuentes: Il Manifesto

Traducido por Gorka Larrabeiti

Un artículo publicado en el periódico Haaretz el 6 de agosto de 2007 explica que detrás de este vaivén de escritores israelíes dando vueltas por el mundo, detrás de cierto número de traducciones de sus libros a distintas lenguas, hay una persona que se llama Dan Orian, jefe de la sección de literatura en el DCSA (División para Asuntos Culturales y Científicos), una división del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí. Explica la periodista Shiri Lev-Ari: «Los escritores tratan de promocionar su trabajo en el extranjero y el Ministerio de Asuntos Exteriores los quiere utilizar para enseñar el rostro más atractivo y sano de Israel»; «Dan Orian -escribe la periodista- ve la literatura israelí como una parte de la tarea de relaciones públicas». Dice Dan Orian: «Nos perciben como a un país agresivo, que impone cierres en los territorios, pero de pronto aparece una escritora que habla de relaciones familiares, con una escritura muy «no política». Esto puede cambiar por completo la percepción de la sociedad israelí». Valga lo anterior para contar qué se esconde detrás del debate sobre la Feria Internacional del Libro de Turín, en cuyo sitio oficial, se lee: «Será Israel el país huésped de honor en la Feria 2008. Con motivo del cumplimiento del 60º aniversario de su fundación, Israel ha elegido Turín como escaparate más adecuado para dar a conocer y discutir su identidad cultural». Israel ha escogido el escaparate más adecuado… para sus relaciones públicas. Uno de los escritores que, al parecer, estará presente será Aharon Appelfeld, deportado junto con su padre a un campo de concentración en Ucrania cuando tenía 8 años, tras haber sentido los gritos de su madre cuando la mataban.

Sobrevivió de milagro, y en 1946 emigró a Palestina. El alemán era su lengua materna (al llegar a Palestina su diario es «un mosaico de palabras en alemán, yiddish, hebreo y ruteno»), pero Appelfeld decide escribir en hebreo, si bien el primer libro en esta lengua se lo compra a los 25 años. En su obra maestra absoluta, la Historia de una vida, cuenta entre otras cosas que en el recinto Keffer los alemanes del campo de concentración de Kaltschund tenían perros feroces, adonde tiraban a los niños incapaces de soportar el duro trabajo de fundir metales y producir armas. Una vez, uno de estos niños salió, pero ya no hablaba, tan sólo esbozaba una especie de ladrido.

Ahora díganme, ¿cómo le puedo decir yo a este señor, testigo directo de la Shoah, y que escribió un libro que conservo como un tesoro, que no se preste al juego de las relaciones públicas? Y sin embargo debería hacerlo, debo encontrar las palabras para poner a continuación de su nombre y de su experiencia la de los palestinos, que tuvieron que abandonar la tierra donde vivían para hacerle sitio a él y a la naciente sociedad israelí. No soy capaz, así que prefiero reproducir unas palabras de una mujer israelí, Nurit Peled, pronunciadas durante un discurso del 28 de diciembre de 2007 que se titula «La madre hebrea está desapareciendo».

«Quiero dedicar estas palabras a los niños de la Franja de Gaza, que se están consumiendo lentamente de hambre y enfermedad, y a sus madres que siguen trayendo niños a este mundo, siguen nutriéndoles y educándoles de modo maravilloso. Hoy la tasa de alfabetización de la Franja de Gaza es del 92%, entre las más altas del mundo, todo ello en el campo de concentración más terrible sobre la faz de la tierra, donde sus habitantes se ahogan mientras el mundo civilizado mira en silencio. En el Estado de Israel, la mamá hebrea está en vías de extinción. La mamá hebrea de hoy está segregada en barrios como Mea Shearim; allí las madres protegen a sus hijos del ejército, pero fuera de esos barrios no se oye a la madre hebrea salvo en organizaciones como las Mujeres de Negro, a quienes la sociedad en general condena y difama. El Estado de Israel condena y difama la voz de la madre hebrea, que es la voz de la compasión, la tolerancia y el diálogo. El Estado de Israel hace todo lo que puede para acallar esas voces para siempre. Pocos padres hay en Israel que reconozcan que quienes matan niños, destruyen casas, arrancan olivos y envenenan pozos no son sino sus guapísimos hijos e hijas, sus chicos, que han sido educados durante años en la escuela del odio y el racismo; chicos que han aprendido durante 18 años a temer y despreciar al extranjero, a tener siempre miedo de los vecinos, de los gentiles; chicos que han crecido en el miedo del Islam, un miedo que les prepara para ser soldados brutales y discípulos de asesinos de masa. Estos chicos matan y torturan, sí, pero lo hacen con el respaldo de mamá, con la plena aprobación de papá, animados por todo el país, que ante la muerte de un niño, anciano o de un discapacitado no hace más que enarcar las cejas. Un país que lanza al aire pilotos que nada oyen salvo una ligera sacudida en el ala cuando sueltan bombas sobre enteras familias a quienes aplastan mortalmente».

Retomo mis palabras y me pregunto: ¿tiene sentido hoy hablar de Israel sin hablar de Palestina? La ceguera política de una clase dirigente ofuscada por el afán de la expansión territorial ha conducido a una situación tal que resulta imposible la solución de los dos estados a no ser que se den enormes cambios. Hoy Israel es ya una potencia económica regional, una potencia militar mundial que se extiende desde el Mediterráneo al Jordán, y que en su interior tiene islas selladas habitadas por una población «otra». Hoy Israel es un Estado que practica el apartheid.

Así pues, podemos incluso divertirnos viendo «el rostro más atractivo y sano de Israel», pero ello no cambia la realidad de lo que hoy Israel es. No sé qué pensar del boicot; sólo creo que si fuera un escritor palestino me lo pensaría dos veces antes de aceptar la invitación para acudir a Turín a hacer creíble el «producto Israel» en la celebración de sus sesenta años.

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/ricerca/ric_view.php3?page=/Quotidiano-archivio/19-Gennaio-2008/art10.html&word=palestina