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El «siguiente paso lógico» de Israel

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

«El siguiente paso lógico» para el gobierno israelí «tendrá que ser decidir si atacar a los principales dirigentes» de Hamas. Así lo afirmó un alto cargo israelí citado por The Jerusalem Post. Tzahi Hanegbi, miembro destacado del partido Kadima del primer ministro Ehud Olmert, y presidente de la Oficina de Asuntos Exteriores y Comité de Defensa del Knesset, se hizo eco del llamamiento argumentando que «no hay diferencia entre quienes llevan un traje suicida y quienes llevan un traje de diplomático». Tras un consejo de ministros celebrado el 10 de febrero, el ministro del Interior de Israel, Shimon Sheetrit, hizo un llamamiento específico a la ejecución de Ismail Haniyeh, el primer ministro de Hamas elegido democráticamente, y añadió como una buena medida «debemos tomar un barrio de Gaza y borrarlo del mapa».

El pasado mes de septiembre Yossi Alpher, co-fundador de la publicación financiada por la Unión europea Bitterlemons, escribió un artículo en el que defendía «decapitar el liderazgo de Hamas tanto militar como ‘civilmente'». Alpher, ex-consejero especial del actual ministro de Defensa israelí Ehud Barak cuando éste era primer ministro, mostró su preocupación por que Israel «pagara un precio en términos de condena internacional» por «atacar a altos cargos de Hamas legalmente elegidos que habían ganado unas elecciones limpias», aunque en conjunto valdría con mucho la pena.

Ejecutar a dirigentes elegidos democráticamente puede requerir un mayor descaro del que nunca haya mostrado Israel, pero, dados los antecedentes de Israel, hay que tener en cuenta seriamente esta posibilidad y sus desastrosas consecuencias. Israel ejecutó al anciano, tetrapléjico y postrado en una silla de ruedas co-fundador de Hamas, el jeque Ahmed Yassin, en 2004, y poco tiempo después siguió la ejecución de su sucesor como dirigente del movimiento, Dr. Abdel Aziz Rantisi.

Aparte de Estados Unidos, Israel es el único país del mundo en el que el asesinato del dirigentes políticos se debate como una opción política.

La propaganda oficial israelí presenta todas sus acciones recientes como defensivas y necesarias para detener el lanzamiento de cohetes disparados por los combatientes palestinos desde Gaza. Pero si el objetivo de Israel fuera lograr la tranquilidad y que cesara la violencia, el primer paso lógico no debería contemplar nuevas atrocidades, sino responder positivamente a las repetidas propuestas de alto el fuego por parte de ‘Hamas’.

Cuando fue elegido en enero de 2006 Hamas respetó durante más de un año un alto el fuego unilateral. Después de las elecciones los dirigentes de Hamas ofrecieron una tregua total a largo plazo siguiendo cautelosamente el camino politico seguido por otros grupos militantes, incluyendo el Irish Republican Army (IRA), cuyo alto el fuego de 1994 preparó el camino para el acuerdo de paz en Irlanda del Norte (en diciembre el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, recibió en la Casa Blanca a Martin McGuinness, ex-sub comandante del IRA y actualmente vice-primer ministro de Irlanda del Norte).

El pasado mes de diciembre el diario Haaretz informó de que Hamas había garantizado un acuerdo de todas las facciones para acabar con el lanzamiento de cohetes a Israel, a condición de la reciprocidad de Israel. Hamas también se había comprometido a establecer negociaciones indirectas para la liberación de presos políticos palestinos a cambio del prisionero de guerra israelí detenido en Gaza.

En diciembre Olmert rechazó la oferta de alto el fuego. «El Estado de Israel», afirmó, «no tienen interés en negociar con entidades que no reconocen las exigencias del Cuarteto». En otras palabras, no habría alto el fuego hasta que Hamas aceptara unilateralmente todas la exigencias de Israel, antes incluso de empezar las negociaciones.

El problema no era que los altos cargos israelíes no creyeran que Hamas pudiera cumplir su palabra. Se afirma que Barak estaba a favor de considerar una hudna – una tregua renovada- y un «alto cargo de seguridad israelí» declaró en Haaretz que «no hay duda de que Hamas es capaz de obligar a la Jihad Islámica y a otras facciones pequeñas de la franja a interrumpir su actividad … No será un descenso del 100%, pero siquiera un 98% sería un gran cambio» («Olmert rejects Hamas cease-fire offer,» Haaretz, 25 de diciembre de 2007).

Si hasta Israel creía que, de forma fidedigna, Hamas haría que se respetara una tregua, ¿por qué Israel se niega a aceptar una? ¿Por qué se ha negado a llegar a un compromiso con Hamas, como hicieron los políticos británicos y estadounidenses con el IRA?

La posibilidad de que Hamas se centre en la política representa para Israel una amenaza, no una oportunidad. Israel no tiene interés en enfrentarse a dirigentes palestinos que al mismo tiempo están comprometidos con los derechos palestinos básicos y que disfrutan de una legitimidad y de un apoyo populares.

Por lo tanto, en vez de llegar a un compromiso con Hamas, Estados Unidos e Israel anunciaron un boicot total cuyo objetivo era hacer que la población palestina se volviera contra Hamas.

Al mismo tiempo, el pasado mes de noviembre se relanzó en Annapolis el circo del proceso de paz, seguido de un encuentro internacional de donantes en París donde a la Autoridad Palestina le llovieron promesas de dinero para elevar al no electo y respaldado por Israel «gobierno» de Ramala de Mahmoud Abbas y Salam Fayyad ante ojos de los palestinos. Con este renovado patrocinio y prestigio, Abbas y compañía iba a ser empujados a firmar un acuerdo de renuencia a los derechos de los refugiados palestinos y de aceptación de unos bantustanes palestinos bajo una permanente dominación israelí.

Por supuesto, en medio del camino a la realización de esta fantasía israelí se levanta mucho más que Hamas. El pueblo palestino se uniría contra semejante acuerdo. Pero Hamas es el obstáculo más visible y bien organizado.

En vez de romperse bajo las presiones, Hamas ha logrado algunas victorias tácticas imponentes, incluso mientras aumenta la agonía de Gaza. Hasta las dudosas encuestas de opinión procedentes de ONGs financiadas por la Unión Europea ha demostrado que Hamas cuenta con un apoyo mayor después de la ruptura de la frontera entre Gaza y Egipto. Pero con la férrea negativa de Israel y de quienes lo apoyan a conceder a Hamas un papel político, ni siquiera en el control de los pasos fronterizos, este movimiento no tienen manera de convertir estas victorias tácticas en ganancias estratégicas. Excepto en una cosa, en la arena de la opinión pública mundial.

Israel y Egipto, los dos países que son más responsables del bloqueo a Gaza, se vieron profundamente incomodados por el levantamiento popular que rompió temporalmente el asedio. Ningún otro acontecimiento reciente ha hecho más para atraer la atención sobre la causa palestina y exponer al examen internacional los crímenes de Israel. Pero no basta con una acción como ésta; Israel y Egipto con apoyo del régimen colaboracionista de Ramala, de la Unión Europea y de Estados Unidos ya están tratando de volver a imponer el bloqueo (Como eco repulsivo de la infame orden dada por Yitzhak Rabin a los soldados israelíes durante la primera Intifada de romperles los huesos a los palestinos, el ministro de Asuntos Exteriores Ahmed Aboul Gheit prometió hacer lo mismo a los palestinos si continuaban entrando a Egipto).

Algunos dirigentes de Hamas parecen comprender la necesidad y el riesgo real de una resistencia de masas no violenta. «La próxima vez que haya una crisis en Gaza, Israel se tendrá que enfrentar a medio millón de palestinos que se encaminarán al paso de Erez [hacia Israel]», afirmó Ahmed Yousef, un alto consejero de Ismail Haniyeh. «Éste no es un escenario imaginario y muchos palestinos estarían dispuestos a sacrificar sus vidas». Reiteradas acciones masivas correctamente planificadas de este tipo podrían llamar la atención de la opinión pública en países árabes y europeos, e incluso de América del norte, y obligar a algunos gobiernos a abandonar el consenso pro-Israel.

Pero aquí es donde está el gran peligro: con su escalada en Gaza y su negativa a aceptar el alto el fuego, Israel puede estar intentando provocar más lanzamientos de cohetes y forzar a Hamas a abandonar su estrategia política, al tiempo que consigue el necesario pretexto para «decapitar» a la organización. Pero desgracia, hay indicios de que Hamas está cayendo en esta trampa.

Parecía que había pillado por sorpresa a algunos dirigentes políticos de Hamas el hecho de que el ala militar del movimiento reivindicara el primer ataque suicida dentro de Israel desde 2004. Este ataque en la ciudad israelí de Dimona el pasado 6 de febrero mató a una mujer mayor así como al suicida. A consecuencia del rechazo de Israel y de la «comunidad internacional» de todas las iniciativas políticas de Hamas, puede que estén ganando posiciones aquellos que dentro de la organización defienden una vuelta a la lucha armada total.

Si cometen este trágico error de cálculo, puede que los dirigentes israelíes respiren aliviados. Después de todo, Israel está mucho más cómodo con cohetes cayendo en Siderot de lo que podría estarlo con cientos de miles de civiles palestinos dirigiéndose a los checkpoints en Gaza o Cisjordania.

El siguiente paso lógico para los dirigentes palestinos que todavía son leales a la causa de su pueblo es trabajar juntos para movilizar a la población, no con el fin de obtener ventajas respecto a otras facciones, sino con el de exponer al apartheid israelí a un continuo e irresistible levantamiento del poder popular.

Co-fundador de The Electronic Intifada, Ali Abunimah es el autor de One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse (Metropolitan Books, 2006).

Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article9290.shtml