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Palestina no es una nación, los palestinos son parte del pueblo árabe

Fuentes: Palestine Think Tank

Traducido por Nadia Hasan y revisado por Caty R.

Como estudiante de Ciencias Políticas involucrado en la protección de los intereses de mi nación durante toda mi vida, me gustaría aclarar ciertos puntos acerca de la definición de qué son una nación, un pueblo y una entidad política.

Hay una gran diferencia entre un pueblo y una nación, que tienen características ancestrales específicas, y entidades políticas que muy a menudo han sido creadas por poderes coloniales e invasores.

La Nación Árabe se ha desarrollado a lo largo de los siglos para alcanzar su forma y características actuales.

La patria de la Nación Árabe ha sido blanco de innumerables invasiones de poderes coloniales y se crearon muchas entidades políticas en su tierra, o en parte de ella, para servir a los intereses de los poderes ocupantes, pero con las expulsiones de los colonizadores la entidad en cuestión dejó de existir, aunque la población indígena siguió existiendo y siendo la misma: árabe.

Muchas veces una parte, o varias, de una patria se han colonizado -tanto a pequeña como a gran escala- pero los colonizadores fracasaron en cambiar el carácter y las características étnicas de su población indígena. Los llamados cruzados colonizaron una gran parte de la tierra árabe pero no pudieron convertirse en su pueblo. La ocupación de los cruzados duró dos siglos completos, pero al final tuvieron que empacar y volver a casa después de ser derrotados y expulsados por la resistencia árabe.

Algunos restos de los invasores cruzados que se asentaron en nuestra tierra, por alguna u otra razón, se quedaron atrás, siguen viviendo en ella y fueron asimilados por su gente; aunque todavía hay familias de origen cruzado que siguen manteniendo sus viejos nombres importados, ahora se consideran parte de la población indígena árabe y por lo tanto consideran la Patria Árabe como la suya propia. Después de miles de años de movimientos de tribus y pueblos asentándose entre la población indígena en tierras de otros pueblos y asimilándose con ellos a lo largo de la historia de la raza humana, no hay nada que podamos llamar sangre pura, pero tras siglos de evolución, los colonos en tierras extranjeras se han convertido en una parte de su gente cuando lo han querido así.

Las tribus del Asia Central se extendieron por nuestra parte del mundo y el Imperio Otomano se fundó en una gran parte de la tierra de lo que fue el Imperio Bizantino, principalmente la Patria Árabe y más allá, en Europa del Este; pero fracasó en cambiar las características étnicas de la tierra y su gente. Los pueblos de Europa del Este se liberaron y la mayoría de sus estados se refundaron en su propia tierra nacional. Esto también se aplica a la Patria Árabe, que fue colonizada por los turcos otomanos, quienes no pudieron imponer la nacionalidad turca (es decir, la cuestión étnica) en sus colonizados, aunque éstos sucumbieran al colonialismo turco otomano durante más de 500 años de ocupación. Los árabes siguieron siendo árabes y no turcos.

Antes del desmantelamiento del Imperio Otomano, el colonialismo occidental, representado por los dos poderes coloniales victoriosos en la Segunda Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña, se fue preparando para heredar los territorios árabes del imperio moribundo. Se reunieron y se repartieron el Creciente Fértil Árabe, fragmentándolo en pequeñas entidades políticas que no fueran lo bastantes grandes para que no contaran con la fuerza necesaria para poder protegerse a si mismas, pero aún así, la nacionalidad de estos estados sigue siendo árabe. El Creciente Fértil Árabe se dividió en 6 estados: de este a oeste, los poderes coloniales fundaron lo que hoy se conoce como Kuwait, Iraq, Siria, Líbano, Transjordania y Palestina. Ninguno de ellos, como tampoco otras partes de la Patria Árabe, la Península Arábiga y todo el norte de África, desde Egipto y Sudán hasta Marruecos, han abandonado su nacionalidad árabe a pesar de decenios de continuo colonialismo y asentamientos coloniales, ni siquiera en el caso de Argelia -anexada por Francia- y Libia, a la que los colonos italianos llamaban la cuarta costa de Italia; y aunque quedan hoy algunos enclaves españoles en las costas de Marruecos, ninguno de estos estados abandonó su nacionalidad árabe.

La propaganda sionista, entre otras muchas justificaciones infundadas para la colonización de la Palestina árabe, declaró que no había nada llamado «nacionalismo palestino» o un «Estado palestino». Esto es cierto, pero también es cierto que pretendía crear un vacío. Palestina no es una nación en sí misma, es parte de la Patria Árabe, y el pueblo palestino es parte de la Nación Árabe. Los sionistas adoptaron esa justificación para legalizar su colonización de esta tierra árabe, queriendo demostrar que no había propietarios legales de esta tierra aunque realmente existieran; y así legitimar su máxima de una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra. Los sionistas tienden a olvidar que no hay una tierra en la superficie terrestre sin un dueño, aunque esté muy poco poblada.

Por otro lado, para la filosofía colonialista, el hombre blanco es superior, por lo que tiene derecho a invadir la tierra de otros, aniquilar a su gente, asentarse en su tierra y colonizarla. Un teórico sionista señaló que los pueblos «bárbaros» de este mundo no son aptos para existir, por lo que tienen que ceder su lugar para el establecimiento de «democracias», y añadió «si los indios americanos no hubieran sido aniquilados, la gran democracia estadounidense nunca se habría fundado». ¿Acaso se crea la democracia por medio de la aniquilación?

El colonialismo, como el sionismo, ha pretendido aplicar la teoría de divide y vencerás. El colonialismo ha fragmentado la Patria Árabe en pequeños estados que no son autosuficientes, y con el nuevo proyecto colonial-sionista ha logrado dividirlos todavía más con el objetivo de alcanzar su nuevo proyecto colonialista de un nuevo y gran Oriente Medio, eliminar su carácter árabe y así poder ser el poder dominante en él. Incluso la pérdida de la Liga de Estados Árabes (nótese que son estados y no naciones) no es aceptable, simplemente porque su nombre incluye la palabra «árabe». La coalición colonialista-sionista pretende reemplazarla por una organización aún más fragmentada en la que quiere incluir a la entidad sionista y a Turquía, pero no a Irán, mientras este país siga siendo antisionista y anticolonialista. Esto sólo hubiera sido posible bajo el gobierno del Sah de Irán, que siempre fue un perrito faldero de los estadounidenses y que iba en contra de los intereses de su pueblo y de otros pueblos de la región. Estas pretensiones tienen el objetivo de eliminar cualquier indicio del llamado Nacionalismo Árabe porque el Nacionalismo Árabe amenaza la existencia de la entidad sionista. Y el Nacionalismo Árabe es la única protección posible para la unidad y la libertad de la Nación Árabe.

Original en inglés: http://palestinethinktank.com/2008/04/11/166/

Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.