Traducido para Rebelión por J.M.
El Aparato nº 1 de la Fuerza Aérea norteamericana volará nuevamente esta semana, planeando cerca de la costa sur del Mediterráneo y depositando sobre el controvertido suelo donde el pasado es siempre presente.
En la Tierra Santa, las luchas por la narrativa histórica que se mueve alrededor de la fundación del Estado de Israel en 1948 son tan reñidas como las contemporáneas con los colonos en la Cisjordania, las de los refugiados palestinos y las negociaciones por la solución de los dos estados.
En una larga y amarga disputa, hay profundas consecuencias ocasionadas por los «agentes honestos» (como se describió a sí mismo el gobierno usamericano) mientras se identifican con un solo lado de la historia.
Ahora, cuando George Bush, el presidente usamericano, baja de su avión para ayudara Israel en su 60º aniversario de creación, dará un paso firme en el pasado de uno sólo de elementos de la disputa.
Oficiales del Estado judío arrastrarán al presidente usamericano en su propio poder basado en una narrativa: el nacimiento de Israel de las ruinas del Holocausto el 14 de mayo de 1948, la invasión del día posterior por las armadas árabes viniendo marchando desde el norte, el sur y el este y la pérdida del 1% de la población del Estado judío en la fiera defensa que Israel evoca extraoficialmente con el lema «nunca más».
Lo que el presidente no escuchará es la historia Palestina
El no escuchará que paralelamente a la «guerra de la Independencia» en el otro lado tenía lugar la «Nakba» ó «Catástrofe».
Y nadie tendrá el disgusto de mencionarle que la heroica sobrevivencia de Israel, para los árabes es la desposesión en la cual 750 000 palestinos huyeron o fueron extraditados fuera de sus casas.
Entonces aquí va una breve crónica de la Nakba para el presidente usamericano que lo acompañará en su visita a Jerusalén.
Creando la Nakba
En la primavera de 1948, oleadas de temor atraparon a los árabes palestinos a continuación de la masacre del 9 de abril a los más de 120 desarmados palestinos hecha por milicias judías en la aldea de Deir Yassin, cercade Jerusalén.
De esta manera, aún antes de que comenzara oficialmente la guerra, los pobladores árabes huyeron en busca de un lugar más seguro, absolutamente seguros de retornar al término de la batalla.
Un mes más tarde, en la Galilea, Yigal Allon, comandante de la brigada de élite conocida como el Palmaj, implementó un plan para expandir el temor entre los lugareños.
Más tarde, Allon escribiría que reuniría a líderes judíos «que estaban ligados con las diferentes aldeas árabes, y les pedí que susurraran a los oídos de algunos árabes que gigantes refuerzos judíos llegaron a Galilea con el objetivo de limpiar las aldeas… (y) que les avise a los demás, como un amigo, que huyan mientras puedan… huyeron decenas de miles. La estrategia alcanzó su objetivo».
El mes siguiente, mayo 1948, una campaña similar se llevó a cabo en la aldea de Na’ni, de acuerdo a fuentes locales árabes e israelíes, cuando un vecino entró montando a caballo y gritando: «¡el ejército judío está viniendo! Deben abandonar ó serán todos muertos!».
Los habitantes huyeron en masa, algunos hacia unas pocas millas al norte a la ciudadárabe de Ramle. Pensaron que allí estarían a salvo.
Dos meses después, el 12 de julio, fuerzas israelíes aplastaron la defensa árabe local y ocuparon esa asfixiada ciudad refugio (ahora la ciudad israelí de Ramle), y anexándo la vecina Lydda (ahora Lod). El mismo día comenzaron la evacuación de ´ñarabes en las dos ciudades.
De acuerdo a las memorias de Yitzhak Rabin, luego devenido en un joven oficial israelí, las órdenes provenían directamente del primer ministro israelí, David Ben-Gurión. Tres días después, Ben-Gurión escribiría en su diario, «300 000 rfugiados se mueven por las rutas entre Ramle y Lydda…ellos demandan pan…»
Los pobladores de Ramle y Lydda huyeron de prisa empacando pocos enseres, no preparados para una larga travesía sobre camino de piedras y cactus y espinas de Cristo en medio de altas temperaturas de verano que alcanzaban los 100 grados Fahrenheit (38ºCelsius).
Décadas más tarde, ancianos hombres y mujeres, en los campos de refugiados recordarían, sobre todas las cosas, su sed y sus intentos de aplacarla bebiendo agua estancada que encontraban en pozos abandonados y, en algunos casos, con su propia orina.
John Bagot Glubb, comandante inglés de la Legión Arabe, escribiría que «nadie sabría nunca cuántos niños murieron».
Sesenta años más tarde, la Nakba es el núcleo de la identidad palestina y es su punto de partida enla historia la búsqueda de justicia.
Los oficiales usamericanos ignoran esto, la desconocen y toman la visita de Bush sólo hacia el lado de la historia israelí y esto, sin sorprenderse, enoja a los palestinos.
«Es un cachetazo a la cara», dice Diana Buttu al The New Cork Times, una prestigiosa analista palestina de la Cisjordania, añadiendo que esencialmente los Estados Unidos expresan: «Ustedes no tienen historia y vuestro pasado no interesa».
Pero más que este insulto y hasta la estúpida postura unilateral es la chapucera táctica de una administración que quiere mostrarse como un correcto árbitro en un largo conflicto.
Esto es duro de hacer, como todos pueden ver, sólo considerar el dolor y la gloria de un solo lado.
Sandy Tolan es la autora de The Lemon Tree: An Arab, A Jew, and the Herat of the Middle East, y una profesora visitante en la Annenberg School for Communication en la University of Southern California (USC)
http://english.aljazeera.net/NR/exeres/10AFCE6E-4FAB-4218-8A00-EAE54309B15A.htm