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Entrevista con el especialista en Oriente Próximo René Naba

El aldabonazo de Hezbolá

Fuentes: Politis

Traducido por Caty R.

¿No cree que Hezbolá ha cometido un error al contradecir su principal argumento: «alzaremos las armas contra Israel, pero nunca contra los libaneses?

No, realmente no. Hezbolá no piensa suicidarse. Pero, a no ser que estuviera paralítico, no podría soportar pasivamente el orden del día impuesto por sus adversarios, impulsado por los estadounidenses y los saudíes, y dejarse corroer progresivamente. Desde la ofensiva que se desencadenó en Iraq contra Moqtada Sadr, el jefe religioso chií, en abril de 2008, Hezbolá se esperaba la maniobra. No se ha dado un golpe de Estado en un Estado que, por otra parte, no existe. Se ha hecho una demostración de fuerza como una advertencia dirigida a poner fin de manera radical a una maniobra de distracción que lo habría desviado de su punto de mira israelí. Explicará que no ha tomado sus armas contra otros libaneses, sino para conservar su poderío frente a Israel.

Usted habla en sus «crónicas» de desconexión entre el país legal y el país real, ¿puede explicar esta afirmación?

El gobierno de Fuad Siniora dispone de la mayoría parlamentaria, numéricamente hablando, debido a los sentimientos suscitados por el asesinato del ex Primer Ministro Rafic Hariri en 2005, y a los errores de cálculo electoral de Hezbolá que quería, en aquella época, dar muestras de buena voluntad a su antiguo aliado, el jefe feudal druso progresista Walid Jumblatt. Pero este gobierno, debido a la democracia consensual intercomunitaria vigente en Líbano, ya no tiene legitimidad desde la dimisión de media docena de ministros chiíes y uno cristiano, es decir, una tercera parte del gabinete. Sus decisiones no son válidas constitucionalmente. No obstante, tienen fuerza de leyes por el apoyo diplomático occidental.

Pero la realidad sobre el terreno es muy diferente. Hezbolá es la principal formación paramilitar de la comunidad libanesa más importante en cuanto a número: los chiíes (el 40% de la población), y el general Michel Aoun, ex jefe del gobierno libanés, es el jefe de la principal formación política cristiana, el gran vencedor, en el campo cristiano, en las consultas electorales que se han sucedido desde junio de 2005, tras la salida de los sirios.

El llamado «campo pro occidental» puede aparecer como un dudoso reciclaje de jefes de la guerra civil, pero ¿no expresa, a pesar de todo, la aspiración de una nueva generación de deshacerse definitivamente de la influencia siria?

El cuarteto (Jumblatt, Geagea, Gemayel y Hariri) carece dramáticamente de credibilidad. Cometieron tantas atrocidades como los sirios; y Jumblatt y Hariri fueron los principales socios de los negocios sirios en Líbano. La nueva generación quiere deshacerse a la vez de la influencia siria y de la «mafiocracia» libanesa.

¿Qué hay del conflicto israelopalestino en la crisis libanesa?

La elección presidencial estadounidense y los compromisos israelíes constituyen los dos parámetros de la legibilidad de la crisis libanesa.

Después de 17 aplazamientos, las elecciones presidenciales libanesas debían celebrarse el 13 de mayo, es decir, la víspera de la llegada George Bush a Israel para celebrar el sexagésimo aniversario de su fundación. Primero Jumblatt y después Siniora, plantearon el problema de la red autónoma de transmisiones de Hezbolá, como si ellos mismos no dispusieran de una red protegida, como si los estadounidenses y los franceses no tuvieran su propia red cifrada gracias a la flota occidental que rodea las costas libanesas. Jumblatt también quiso abrir camino a una intervención occidental con el pretexto «de volar en ayuda del gobierno elegido democráticamente». Una presencia militar estadounidense en Líbano representa para los jefes feudales libaneses una garantía de permanencia.

Por su parte a Ehud Omert, salpicado por un nuevo escándalo relacionado con dinero ilegal, no le vendría mal disponer de una huida hacia delante con el fin de establecer en Líbano un nuevo hecho consumado que amarraría a la próxima administración estadounidense, sea quien sea el vencedor del escrutinio presidencial del próximo noviembre.

Los estadounidenses e israelíes y sus aliados locales deben rendirse a la evidencia: admitir que existe una nueva generación de combatientes árabes (chiíes o suníes) que han aprendido la lección de los fracasos de su mayores y no están dispuestos a dejarse eliminar pasivamente sin la menor satisfacción de los derechos elementales y legítimos que reivindican.

Original en francés: http://renenaba.blog.fr/2008/05/15/p4176271#more4176271

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.