Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Las recientes revelaciones de un periodista israelí acerca de la celebración de una reunión secreta entre varios jefes de alto rango de la seguridad palestina con comandantes del ejército ocupante israelí que, según se informó, se produjo el pasado mes de septiembre en la colonia judía de Beit El, cerca de Ramala, han conmocionado a la comunidad palestina.
Según el periodista israelí Nahom Barnea, los oficiales palestinos dijeron a sus «colegas» israelíes cosas como «no hay conflicto entre nosotros» y «sólo tenemos un común enemigo, que es Hamas«.
Barnea, que asistió a la reunión tras recibir el consentimiento de los participantes palestinos, informó que éstos intentaban impresionar a los jefes de la seguridad israelí transmitiéndoles las agresivas medidas que las agencias de seguridad de la Autoridad Palestina habían estado ejecutando contra la infraestructura civil de Hamas, incluyendo organizaciones de beneficencia y de la sociedad civil.
Los jefes de la seguridad palestina llegaron incluso a jactarse de asaltar mezquitas como parte de sus esfuerzos de acoso y derribo a Hamas.
Es interesante señalar que los informes y comentarios sobre la «reunión de Beit El» fueron censurados por los medios de comunicación que la Autoridad Palestina dirige y tiene bajo su influencia, incluidos los tres diarios más importantes: Al-Quds, Al-Ayyam y Al-Hayatul Jadida, así como la Agencia News Maan, que cuenta con financiación europea, aunque la organización de Fatah se ha apoderado de ella.
En efecto, si no hubiera sido por la cobertura que sobre el evento han hecho algunas cadenas extranjeras de televisión por satélite, tales como Al-Yasira y algunos sitios de Internet, la mayor parte de los palestinos de aquí no hubieran oído ni una palabra sobre tal encuentro.
El escándalo de Beit El es muy probablemente sólo uno de los muchos encuentros para «coordinar la seguridad» mantenidos entre la AP e Israel. Así es, uno podría defender, exagerando muy poco, que las agencias palestinas de seguridad han estado trabajando en Cisjordania más o menos concertadas con el ejército ocupante israelí.
Algunos aldeanos palestinos han informado de haber visto a soldados israelíes y soldados palestinos llevando a cabo conjuntamente asaltos y arrestos en el norte de Cisjordania.
Además, está muy extendida la creencia de que el cierre por Israel de numerosos colegios, orfanatos, organizaciones benéficas y negocios palestinos en Cisjordania fue llevado a cabo en estrecha coordinación con el ejército israelí.
Los funcionarios de la AP y sus operativos niegan rutinariamente las indicaciones de que la AP está colaborando con Israel contra su propio pueblo.
Sin embargo, hay pruebas irrefutables que indican que la AP no está diciendo la verdad. Los arrestos diarios de activistas palestinos de forma conjunta entre las agencias de seguridad de la AP y de Israel son, cuanto menos, muy elocuentes.
Puede que resulte un tanto tranquilizador que algunos dirigentes de Fatah en Cisjordania, como Qaddura Fares, se hayan manifestado en contra del escandaloso encuentro en Beit El, describiendo a los jefes de seguridad implicados como «traidores que no tienen nada que hacer en Fatah«.
No obstante, es realmente preocupante que esos hombres cometieran un hecho tan vergonzoso con total impunidad.
En una entrevista reciente en la cadena de televisión Al Hewar, con sede en Londres, Fares instó a los dirigentes palestinos en Ramala a que despidieran a esos jefes de seguridad.
Sin embargo, uno sigue aún profundamente desasosegado por el hecho de que la organización Fatah, casi en su totalidad, se muestre reticente y no haya hecho prácticamente nada para castigar, desenmascarar o incluso reprender a esos hombres que han perpetrado lo que resulta ser una apostasía nacional.
Ya sabemos que Fatah no es un movimiento monolítico, ni ideológica ni políticamente. Sin embargo, hay mucha gente honesta y patriota dentro de él.
También entendemos que esa buena gente que está dentro de Fatah, que probablemente constituye la mayoría, están viéndose marginados, aislados y empobrecidos financieramente por la banda de Oslo, que se apropia de todo el dinero y cuenta con el apoyo político de Israel y Estados Unidos.
Sin embargo, Fatah no puede perdonar ni permitir, aunque sea pasivamente, que esos parásitos y avaros oportunistas mancillen un movimiento que ha dado gentes como Abu Ammar y Abu Yihad y miles de mártires que vivieron y murieron por Palestina.
La traición es la traición, la cometa Fatah, el Ejército del Sur del Líbano o las infames ligas de pueblos.
Y no hay diferencia real entre un agente del Shin Beth, que dirige los escuadrones de la muerte israelíes hasta el paradero de un combatiente palestino por la libertad, y un oficial de seguridad de la AP, que cumple las instrucciones israelíes bajo la vergonzosa excusa de la coordinación de la seguridad.
Ni que decir tiene que un jefe palestino de seguridad que dice a los comandantes del ejército ocupante israelí que «tenemos intereses comunes, objetivos comunes y enemigos comunes» es un traidor por excelencia que debería ser inmediatamente arrestado y enjuiciado por alta traición.
Sólo tienen que imaginar a un oficial israelí diciéndole a un jefe palestino de seguridad, por ejemplo: «Tenemos un único enemigo, que son los colonos judíos«. ¿Sería posible que ese oficial durase en su puesto ni 24 horas?
Es por tanto imperativo que Fatah presione a sus altos dirigentes, que son los de la Autoridad Palestina, para que pongan en marcha una investigación urgente sobre lo que sucedió en la reunión de Beit El y echen a esos jefes de seguridad que han traído vergüenza e infamia a décadas de lucha palestina por la libertad.
Seguir adelante sin intervención alguna, por cualquier razón que se quiera alegar, sólo significa que Fatah está siendo eficazmente sionizado al permitir que agentes israelíes le infiltren y se apoderen de sus decisiones mientras proclama que está sirviendo a los intereses nacionales palestinos cuando en realidad no sirve más que a los intereses de nuestro enemigo, Israel.
Por desgracia, no podemos conceder el beneficio de la duda a los altos dirigentes de Fatah, ya que es probable que la reunión de Beit El tuviera lugar con su total conocimiento, aprobación e incluso bendición. Esto es, muy posiblemente, lo que envalentonó a esos jefes de seguridad y les hizo asistir a la reunión y decir lo que, según se informó, dijeron con total desprecio a la dignidad nacional palestina.
La presencia del periodista israelí, del que sabían difundiría los detalles de su cordial encuentro con los oficiales ocupantes israelíes, también nos dice mucho del nivel mental e intelectual de esa gente.
Finalmente, uno se siente perplejo intentando entender cómo Fatah puede ser realmente sincero cuando habla de reconciliación nacional con Hamas en un momento en el que sus hombres están diciendo a los jefes de la seguridad israelíes que «Hamas es el enemigo» y «Dadnos armamento y entrenamiento para reconquistar Gaza».
En resumen, Fatah tiene que elegir entre reconciliarse con Hamas o mantener cordiales relaciones con Israel, el ocupante de nuestro país y torturador de nuestro pueblo.
No puede elegir ambas cosas.
Enlace con texto original:
http://www.uruknet.info/?p=m47784&hd=&size=1&l=e