Cuando Abderrahim Jackson llegó el 9 de septiembre pasado a Israel junto a la famosa compañía de danza Alvin Ailey a cumplir una serie de actuaciones, jamás pensó que el primer escenario sería el aeropuerto de Tel Aviv y que su público sería un grupo de estrictos oficiales que lo obligarían a danzar para probar […]
Cuando Abderrahim Jackson llegó el 9 de septiembre pasado a Israel junto a la famosa compañía de danza Alvin Ailey a cumplir una serie de actuaciones, jamás pensó que el primer escenario sería el aeropuerto de Tel Aviv y que su público sería un grupo de estrictos oficiales que lo obligarían a danzar para probar que efectivamente era un bailarín.
El problema, le comentarían luego, era su nombre, Abderrahim, una denominación de obvia raigambre árabe, al parecer incorrecta para los parámetros de la rigurosa seguridad del estado judío. Jackson, liberado tras la singular demostración de danza, comentó más tarde que fue su padre, convertido al islam, quien le puso aquel «conflictivo» nombre.
Norman Finkelstein, un profesor universitario estadounidense de origen judío, tuvo una suerte distinta el 27 de mayo cuando fue arrestado por diez interminables horas en la misma terminal aérea. El profesor sería luego deportado sin más hacia Holanda.
Finkelstein fue expulsado, según el servicio de seguridad israelí Shin Bet, «debido a las sospechas que pesan sobre él de implicación con elementos hostiles en el Líbano» y por «no haber dado a sus interrogadores respuestas satisfactorias para despejar dichas sospechas».
En una entrevista desde Santiago de Chile vía correo electrónico con este profesor de 55 años lo primero que sorprende es su falta de asombro ante la reacción israelí.
«Israel se comportó como siempre, de forma arbitraria, vengativa y mezquina. Ellos sabían que no tengo relación alguna con Hezbollah. Hice todo lo posible para proporcionar respuestas francas y amplias a todas las preguntas que me hicieron. No tengo nada que ocultar. Aparte de mis opiniones políticas y del trabajo académico que las sustenta, por desgracia no hay mucho más que decir sobre mí, ni misiones suicidas ni citas secretas con organizaciones terroristas»
El origen de la furia israelí fue una visita del profesor al Líbano, donde entre otras cosas declaró «admirar la resistencia» del grupo islámico frente a la invasión de Tel Aviv.
Desde luego no es la primera vez que debe lidiar con sanciones por emitir opiniones. Sin ir más lejos algunos han interpretado como una verdadera «jihad» la que sufre el profesor en el mundo académico estadounidense, algo cuyo origen según el propio Finkelstein escapa al ámbito de la universidad.
«La principal explicación es que yo soy un activista político y me he creado un público fuera de la universidad. Mientras un profesor esté centrado en lo académico, los parámetros permitidos de discusión son bastante amplios. Por supuesto uno no puede decir de todo, pero puede decir bastante. Los problemas comienzan cuando uno apunta a un público fuera del sector académico. Y entonces en mi caso por ejemplo las organizaciones pro-Israelíes empiezan a ponerse ansiosas y comienzan también los problemas»
Graduado de la Binghamton University, doctorado en Ciencias Políticas de la Princeton University, Finkelstein ha escalado todas las posiciones académicas en el Brooklyn College, Rutgers University, Hunter College, New York University, y más recientemente, DePaul University, en donde fue Profesor asistente desde 2001 hasta 2007, cuando se vio forzado a renunciar, luego que la universidad, imposibilitada de expulsarlo por razones académicas, optase por alejarlo de sus alumnos, algo que le resultaría imposible de asumir.
Lo cierto es que, pese a su impecable historial académico, Finkelstein se las ha arreglado para generar una serie de resistencias con sus investigaciones académicas, que a menudo son presentadas como controvertidas, aunque la base del debate parece girar más en torno a su persona que sobre los argumentos que expone.
«Quienes están fuera del mundo universitario no lo entienden bien. Los que lo critican casi siempre buscan casos en que se haya denegado ascensos para demostrar que los académicos no son tan abiertos como proclaman. Pero en realidad, a muy poca gente se le niega un ascenso a causa de sus posturas políticas. Esto pasa porque los que buscan un trabajo en el mundo académico saben muy pronto lo que pueden y no pueden decir, lo que pueden y no pueden hacer. No me sorprendió que últimamente se me haya negado empleo. En realidad, me habría sorprendido bastante si me hubiesen ascendido».
Los problemas de Finkelstein con la academia comenzaron en 1984, cuando fue publicado con gran revuelo mediático «Imagen y realidad del conflicto Israel-Palestina», un libro convertido en Best Seller gracias a las referencias de Washington Post y The New York Times, en el que su autora, Joan Peters, sostenía en una investigación llena de notas a pie de página, que los palestinos constituían sólo un grupo de inmigrantes recién llegados a la región y que su reivindicación territorial era simplemente absurda.
Finkelstein, recurriendo a las misma fuentes de la autora, no tardó en descubrir que todo era un fraude, una revelación que no tardaría en convertirse en problemática. De hecho terminó de prometedor alumno de Princeton en una oficina de asuntos sociales en un barrio del Bronx. En una suerte de comprobación empírica de aquella máxima de Noam Chomsky: Si eras disidente en el régimen soviético podías terminar en el siquiátrico o fusilado mientras en Norteamérica se asegurarán que termines manejando un taxi.
«Probablemente es cierto que al ser un activista en el tema del Oriente Próximo genera problemas especiales en el mundo académico. También es cierto que los académicos más competentes pueden ser ascendidos sin importar sus tendencias políticas. En algunos aspectos yo fui un caso atípico. Lo académico nunca me interesó. Me gusta enseñar y me gusta investigar. Así que fue más como una intersección accidental entre mis gustos personales y los criterios principales de la profesión académica. Pero no soy un académico de corazón. Nunca leo revistas académicas, nunca fui a conferencias académicas»
Oriente Próximo
Esta consulta suele ser terriblemente recurrente, pero ha cambiado en algo la situación de los palestinos. Se suele creer que bajo la derecha Likud el asedio es aún mayor que bajo el laborismo o alguna fórmula perecida.
«El espectro de la opinión de elite en Israel es bastante estrecho. Los laboristas tienden a ser un poco peores en temas de derechos humanos y expansión de los asentamientos. Sharon fue bastante horrible, por supuesto, pero él es fundamentalmente un laborista. Muchos se olvidan que el Primer Ministro David Ben-Gurion admiraba mucho al joven y brutal Sharon. En asuntos tales como el asentamiento final que se ofreció a los palestinos, es muy difícil encontrar diferencias importantes entre los laboristas y los del Likud»
Usted estuvo en el Líbano tiempo a comienzos de año. ¿Cómo describiría la situación ahí en el contexto de la causa Palestina?
«El principal componente del asunto de los refugiados palestinos son los refugiados palestinos en el Líbano. Y debido a que el Líbano tiene un sistema sectario, es que se vuelve imposible asentar a los palestinos de manera permanente en el Líbano sin alterar el equilibrio sectario. Cualquier acuerdo de paz entre Israel y los palestinos tendría que incluir una implementación suficientemente justa el Derecho a Retorno de los refugiados palestinos en el Líbano. El otro hecho significativo en el Líbano es el éxito de Hezbollah. Parece que es sólo cuestión de tiempo antes de que Hamas empiece a aprender de Hezbollah cómo organizar una resistencia exitosa. De seguro será diferente de las tácticas y estrategia de Hezbollah, pero en lo medular lo relevante es que Hezbollah muestra la importancia de 1) disciplina 2) compromiso y 3) racionalidad de una resistencia exitosa. Esta es una fórmula que ha estado largamente ausente de la lucha palestina desde el advenimiento de la OLP. En los años de Arafat, el liderazgo Palestino era muy corrupto, muy oportunista y muy estúpido»
Usualmente es descrita la situación en Oriente Próximo como explosiva, pero esa palabra ha sido usada tantas veces que pierde su sentido o parece trivial
«Hay numerosos conflictos en Oriente Próximo que son claramente complejos y por ende potencialmente explosivos. En El Líbano, por ejemplo. Pero el conflicto palestino-israelí es precisamente uno de los conflictos menos complejos del mundo actualmente. Los principios básicos para solucionarlo – un acuerdo de dos estados a lo largo de la frontera que tenía Israel a junio de 1967 y una solución justa del problema de los refugiados – es conocida por todos. Todos los años las Naciones Unidas vota por resolver el conflicto en estos términos y cada año pasa lo mismo: todo el mundo en un lado, y los EEU más Israel del otro»
¿Cómo evalúa a los candidatos a la presidencia en los Estados Unidos?
«El Partido Republicano se merece una gran derrota luego de los ocho años de pesadilla de Cheney-Bush, pero es muy probable que Obama no sea muy diferente si resulta elegido. Su primer acto de ascensión al poder será, probablemente, bombardear algún país indefenso para así demostrar que puede ser duro»
Finkelstein como apasionado por la investigación y no muy preocupado por los problemas que pueden derivar de ellas claro, publicó La Industria del Holocausto, un estudio documentado que intenta probar la construcción ideológica montada en torno al exterminio de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y la fuente de beneficios desmedidos que representa para las organizaciones sionistas. Su libro, publicado en julio 2000, dio lugar a un caudaloso rechazo en Inglaterra y en Estados Unidos a un silencio cuasi completo.
Usted es hijo de sobrevivientes del Holocausto. Al respecto tiene una opinión bastante seria sobre su utilización
«Hoy el Holocausto es básicamente una herramienta de extorsión. Israel y EEUU lo utilizan para extorsionar y así obtener apoyo a su política en Oriente Próximo y en el resto del mundo. Cuando quiera que los EEUU e Israel se embarcan en una guerra de agresión, declaran que el líder al que apuntan es otro Hitler planificando un «segundo Holocausto». El palestino Mufti de Jerusalén fue comparado con Hitler. Gamal Abdel Nasser fue comparado con Hitler. Sadam Husein fue comparado con Hitler. Milosevic fue comparado con Hitler, Amiadinejad fue comparado con Hitler, Hamas y Hezbollah son comparados con Hitler. Estas comparaciones son, obviamente, sin sentido, sin significado»
¿Qué le parece el actual proceso de cambios políticos y sociales en Latinoamérica?
«En los años ochenta estuve involucrado activamente en el movimiento de solidaridad con los pueblos de Sudamérica. Unos pocos meses atrás visité Venezuela. No he seguido el desarrollo de América Latina de cerca. Por supuesto, todavía recuerdo vívidamente los años de la Unidad Popular y la muerte del Presidente (Salvador) Allende En ese entonces me simpatizaba más el MIR (Movimiento Izquierda Revolucionaria) que el PS (Partido Socialista). Pero ahora todo eso parece historia antigua. Ojalá que los experimentos en Venezuela, Bolivia y en el resto lleguen a producir resultados más duraderos.
Consultado sobre los procesos migratorios y la histeria que despierta en las poblaciones norteamericanas y europeas, Norman Finkelstein lanza una proyección.
De la manera en que el mundo se está moviendo, en unas pocas décadas Norteamérica y Europa estarán pobladas en su mayoría por gente que no es europea. Europa y Norteamérica contribuyeron a muchas de las bendiciones pero también de los horrores de la civilización (moderna). Su tiempo ya pasó. Esperemos que los chinos y los indios lo hagan mejor.
Roberto Manríquez es periodista chileno, [email protected]