Traducido para Rebelión por Caty R.
La brisa expande el tufo acre de los restos que todavía humean en el depósito del complejo de las Naciones Unidas de la ciudad de Gaza, bombardeada por el ejército israelí. La oscuridad del decorado se rompe por el azul cielo del pupitre de la ONU donde el Secretario General, Ban Ki-Moon, tomó la palabra el martes.
«No tengo palabras para describir lo que siento después de ver este lugar», lanzó a los periodistas mantenidos a distancia, con dificultad, por el servicio de seguridad.
Detrás de él, una amplia nave con el techo derrumbado, en la que las reservas de arroz y lentejas continúan consumiéndose lentamente, cinco días después del bombardeo del cuartel general de la Agencia de la ONU de ayuda a los refugiados (UNRWA) en el territorio palestino.
En el ataque resultaron heridos tres trabajadores de la Agencia.
Miles de latas de conservas renegridas por las llamas componen una masa informe a lo largo de varias decenas de metros, todos los alimentos que no se distribuirán a una población palestina terriblemente afectada por 22 días de ataques israelíes.
En un garaje cercano, la oscuridad se rompe de tramo en tramo por los rayos de luz vertical que entran por pequeños agujeros circulares entre las uralitas del tejado, por donde pasaron los proyectiles. El patio está cubierto de vehículos convertidos en chatarra.
A veinte metros, una estación de servicios de la UNRWA se salvó de milagro.
El director de la Agencia en Gaza, John Ging, acusó al Estado hebreo de disparar bombas de fósforo sobre el edificio, plataforma de las operaciones humanitarias de la ONU en el territorio.
Aquí y allá, pequeños cartuchos negros demuestran la utilización de esas bombas, cuyo contenido tiene la particularidad de arder al contacto con el oxígeno.
Waid, un empleado palestino de la UNRWA, aplasta prudentemente con el pie una de esas cosas: la combustión es inmediata y desprende un humo tóxico del que simplemente los efluvios podrían asfixiar.
Otro proyectil traspasó el asfalto para terminar su recorrido en un tanque de aguas residuales.
«Trágico», «escandaloso», «absolutamente inaceptable», «frustración extrema». Ban Ki-Moon multiplica los calificativos, habla de investigaciones y de buscar responsabilidades. Poco antes, incluso anticipó la posibilidad de procesos judiciales.
«¿Cómo puede pretender la ONU proteger a los palestino de Gaza si no es capaz de protegerse a sí misma de Israel?», pregunta gritando un periodista palestino. Brevemente, Ban Ki-Moon responde poniendo de relieve los «éxitos» de la ONU por todo el mundo.
Pero ya ha terminado la conferencia de prensa después de sólo dos preguntas.
El servicio del orden se lleva rápidamente al ex jefe de la diplomacia surcoreana en un 4×4. Fotógrafos y cámaras se atropellan para tomar las imágenes del hombre que ha venido a reclamar la paz a los habitantes de la región.
El convoy blanco de la ONU sale disparado hacia la frontera israelí.
La primera visita de Ban Ki-Moon a Gaza ha durado menos de cuatro horas, sin cruzarse con un solo responsable de Hamás, el movimiento palestino que controla el territorio, considerado en Occidente como una organización terrorista.
En el cielo siguen dando vuelta los aviones espías teledirigidos de Israel.
Barack Obama nombrará a George Mitchell enviado para Oriente Próximo.
El ex senador George Mitchell, cuya mediación en Irlanda del Norte condujo al «Acuerdo del Viernes Santo» en 1998, ha sido escogido por Barack Obama como enviado estadounidense en Oriente Próximo, opina el Washington Post.
Citando colaboradores, no precisados, del nuevo presidente estadounidense, el periódico añade que el nombramiento de este ex jefe de la mayoría demócrata del Senado intervendrá, seguramente, desde este martes.
En el momento más duro de la ofensiva israelí en Gaza, la última semana, Obama prometió abordar el problema de Oriente Próximo desde su toma de posesión, inmediatamente. Mitchell, de 75 años, presidió una comisión encargada por el presidente Bill Clinton para precisar los medios para poner término a las violencias entre israelíes y palestinos.
En su informe, publicado en 2001, sugirió que cesara la colonización judía, que el ejército israelí dejase de disparar sobre los manifestantes árabes desarmados y que la Autoridad Palestina previniera o castigara los atentados contra Israel.
Obama rehusó comentar con detalle la crisis de Gaza hasta la salida de la Casa Blanca de George Bush, arguyendo que no podía haber dos presidentes a la vez. Quizá podría decidir mantenerse en esta prudencia ahora que los esfuerzos conjuntos de Egipto y Europa han conducido a un alto el fuego y a la retirada del ejército israelí de Gaza, tras 22 días de ofensiva contra Hamás.
Originario de Maine, Mitchell es el cuarto hijo de un portero de origen irlandés casado con una inmigrante libanesa. Según James Zogby, presidente del Instituto estadounidense-árabe, su elección refleja la seriedad y determinación con las que Obama pretende abordar el problema de Oriente Próximo.
Parece que Francia da un paso hacia Hamás
Francia parece que está iniciando un acercamiento a Hamás, a quien el martes, el ministro de Asuntos Exteriores francés, Bernard Kouchner, calificó como posible «interlocutor», en el momento en que el presidente Mahmud Abbas exhorta al movimiento a participar en un gobierno palestino de concordia nacional.
Abogando por el levantamiento del bloqueo de Gaza, sin el cual «todo volverá a empezar», Kouchner ha afirmado ante la Asamblea Nacional que Hamás, que figura en la lista de las organizaciones terroristas de la Unión Europea y Estados Unidos, es uno de los «interlocutores» del conflicto entre Israel y Palestina.
«Es nuestra opinión, y también hemos pensado -lo descubrimos hace mucho tiempo- que Hamás es uno de los interlocutores. Pensamos que habrá que hablar con ellos cuando acepten el proceso de paz, cuando decidan entrar en la negociación», explicó.
Tres días después del final de la mortífera ofensiva israelí en Gaza, de esta forma, Francia da una señal de cambio de su posición con respecto al movimiento islamista que gobierna el territorio desde junio de 2007.
Según el ministro, franceses y europeos han tenido los contactos con Hamás por intermediación de Egipto, quien elaboró en el otoño un plan de reconciliación entre los partidos palestinos y cuyo plan de paz ha contribuido a poner fin a las hostilidades en Gaza. El pasado mes de mayo, Bernard Kouchner ya reconoció contactos indirectos con el movimiento islamista.
«Si mañana hay un gobierno de unión nacional, no vamos a abandonar la sala porque estén los ministros de Hamás; también hay muchos ministros de Hezbolá en el gobierno libanés», dijo, además, en el Elíseo.
Antes que Kouchner, el portavoz de su ministerio, Eric Chevallier, declaró el martes que Francia está dispuesta a tratar con un gobierno palestino que integraría miembros de Hamás, en cuanto se comprometan a favor de la paz con Israel.
Al preguntarle si París reclamaría siempre, antes de cualquier contacto con Hamás, la renuncia a la violencia, el reconocimiento de Israel y el reconocimiento de los acuerdos pasados entre Israel y los palestinos, Chevallier señaló «que el elemento principal es la renuncia a la violencia».
El portavoz ha dado a entender que Francia privilegia ese aspecto, mientras que los europeos y estadounidenses siguen decididos a mantener el aislamiento de Hamás mientras éste no reconozca al Estado de Israel.
La formación de un gobierno «de unidad nacional» palestino aparece, pues, como el marco más propicio para la integración de Hamás en un proceso político más amplio. «Es el principio de todo», ha señalado Kouchner.
La Unión Europea y Estados Unidos han boicoteado diplomática y económicamente al gobierno palestino desde que lo dirige Ismail Haniyeh, Primer Ministro procedente de Hamás, después de su victoria en las elecciones legislativas de enero de 2006.
Mahmud Abbas, cuyo mandato oficial finalizó el 9 de enero, ha propuesto el lunes al movimiento Hamás la formación de un gobierno de «concordia nacional» que organizaría las elecciones legislativas y presidenciales simultáneas. Actualmente, el movimiento palestino está dividido entre el Fatah de Mahmud Abbas y su gobierno, que administran Cisjordania, y Hamás, él único gobernante de Gaza.