En la urgencia de que la comida llegue al plato nuestro de cada día, una experiencia sin precedentes tomará cuerpo en las dos Habanas, experimentalmente, a partir de agosto
Son tantos los golpes que le ha dado la vida e incontables sus recaídas, que a la Agricultura le caen encima hasta culpas que no le tocan.
Como el Santo Grial de la economía cubana puede considerarse este vilipendiado proceso productivo, llevado y traído entre formalidades e informalidades, a la usanza de los guardianes de la heterodoxia arturiana, quienes le otorgaban poderes divinos al cáliz que en su interior llevaba la hostia que alimentaba milagrosamente al rey herido.
Pero en la tangible urgencia de que la comida esté en el plato nuestro de cada día, parece haber encontrado al buen samaritano, que muchos piensan puede llevarla por buen camino.
Hablamos de una experiencia sin precedentes que por igual ocupa a directivos y trabajadores de varios ministerios, involucrados en la Operación de Producción, Acopio y Comercialización de productos agrícolas, cuyas primeras medidas comenzarán a concretarse a partir del 1ro. de agosto próximo, de manera experimental en las provincias de La Habana y Ciudad de La Habana.
Con un abultado inventario de inquietudes populares, vivencias y preocupaciones, JR dialogó con representantes de los ministerios de Transporte, Agricultura y Comercio Interior, involucrados en esa estrategia que pondera al orden y la eficacia como premisas esenciales para impedir que los frutos de importantes decisiones caigan en las arcas de la especulación.
Durante alrededor de siete horas intercambiamos sobre lo más inmediato, las debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades que gravitan sobre lo que hace varios meses se gesta para garantizar -no precisamente de manera milagrosa- la alimentación del pueblo.
La Operación de Producción, Acopio y Comercialización de productos agrícolas en las dos provincias habaneras comenzó en el mes de diciembre con el propósito de reordenar esa cadena.
«Después de los ciclones del pasado año se produjo una situación desfavorable en el abastecimiento de productos del agro en la capital, y consecuentemente con eso se dispararon los precios y las preocupaciones de la población», explica Norberto Peraza, director de perfeccionamiento empresarial del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI).
El directivo expone los detalles de la labor previa realizada por equipos multidisciplinarios pertenecientes a Organismos de la Administración Central del Estado en los cuales participaron ministros, otros dirigentes, especialistas e investigadores de experiencia para estudiar integralmente el asunto.
«Los primeros resultados indicaron que era necesario poner orden en la producción, articular eficientemente la comercialización, asegurar el uso racional y eficiente del transporte, resolver los problemas financieros que afectan a las formas productivas, y reorganizar la fuerza de trabajo en su conjunto. El resultado es que ya están propuestas las medidas al Gobierno central y varias se aprobaron o aplicarán de inmediato.
Cada cual a lo suyo
La sentencia «zapatero, a tus zapatos», de Apeles, el más célebre pintor griego de la Antigüedad, es al parecer la máxima del reordenamiento.
A partir del 1ro. de agosto el Ministerio de la Agricultura no se ocupará, como hasta ahora, de la comercialización de los productos agropecuarios, de manera que pueda emplearse a fondo en su razón de ser, que es lograr la atención eficiente de los procesos productivos y de las personas que lo materializan, y satisfacer la demanda de alimentos de la población.
No se trata de un simple cambio de mando o función, que de hecho lo habrá. Lo más importante es que a partir de un esfuerzo organizativo y financiero, se crearán las condiciones necesarias para lograrlo, advirtió el director de perfeccionamiento empresarial del MINAGRI.
Con ese concepto, en agosto próximo comenzarán a funcionar 23 empresas agrícolas (18 en la provincia de La Habana y cinco en la capital), las cuales, además de que tendrán menos personal indirecto a la producción, ganarán autonomía financiera, a partir de un presupuesto que permitirá atender a los productores y comprarle sus cosechas.
Las empresas serán las encargadas de realizar los contratos con los productores individuales, con las diferentes formas de producción cooperativa y granjas estatales.
Otra ventaja de estas nuevas estructuras es que podrán establecer relaciones con las industrias de alimentos. Poseerán sus envases y medios de transporte para acarrear las cosechas, podrán aplicar un estimulante sistema de pago a los obreros según el resultado de su trabajo, además de que se les pagará como capacidad de compra 18 centavos de peso convertible por cada quintal de productos que tributen al Mercado Agropecuario Estatal.
Cada una de estas empresas tendrá cuatro unidades empresariales de base, entre ellas una muy importante como la de maquinaria. Esta se dotará con equipos nuevos que incluyen los implementos. Así podrá planificar mejor los servicios de roturación de la tierra a los productores.
Mientras los funcionarios se refieren con optimismo a las ventajas que sin duda debe traer el reordenamiento, en el municipio pionero en esa experiencia, Güira de Melena, algunos campesinos mostraron a JR ciertos resquemores:
«Hemos tenido picos de producción de zanahoria, remolacha y boniato y por la ausencia de un mecanismo legal que permita vender directamente, por ejemplo a un organismo que ha acudido a nuestra cooperativa, y estar fuera de la contratación de Acopio, se ha perdido parte de esos alimentos», comentó Maikel Córdova, de la CCS Raúl Cepero Bonilla de Güira de Melena.
Según directivos del MINAGRI esa dificultad quedará resuelta con el reordenamiento, pues este contempla que los productores, después de cumplir sus obligaciones contractuales, podrán vender en mercados que se designarán.
Pero no solo en los suelos ferralíticos de Güira se fustigan mecanismos burocráticos que disgustan a los agricultores. Jorge Luis Márquez, obrero de una granja de Cultivos Varios del municipio capitalino de Boyeros, sin recuperarse completamente de sus problemas de salud, decidió incorporarse al campo: «No me arrepiento de volver al trabajo, pero ya se nos perdió casi todo el tomate, y ahora ando con miedo en esta bicicleta vendiendo quimbombó, porque no vienen a recogerlo de la granja y se está poniendo grande y duro, como a la gente no le gusta».
Explica que no están autorizados a vender directamente a la población. «Pero prefiero hacerlo, aunque me arriesgue a perder mi puesto, antes de haber trabajado por gusto».
Sobre estas problemáticas, en este minuto insolubles por decreto, pero no en la vida real, descansan muchos de los cambios que se anuncian en el reordenamiento de la agricultura.
«Las empresas agropecuarias en formación, por vez primera tendrán capital suficiente para comprar las producciones contratadas. Para eso se crea una unidad de compra en cada una», acotó el directivo, quien recalcó la importancia de que se declaren estimados veraces, para evitar trabas en la cadena.
De lo oscuro, lo posible
Tal vez no haya un asunto más recurrente que la falta de transporte, cuando se apuntan las causas que impiden la llegada a tiempo de los productos a la población. Según explicó Oscar del Toro, viceministro de Transporte, como parte del reordenamiento se miró a este asunto con toda profundidad, buscando referentes, incluso, en prácticas favorecidas por el mercado subterráneo.
«Hoy los campesinos no tienen donde atender técnicamente sus medios de carga, incluyendo camionetas y tractores, y por eso lo hacen por distintas vías de manera ilegal, fundamentalmente donde no hay control de los recursos. Los propios camioneros confiesan que un juego de neumáticos para tractores en la bolsa negra cuesta hasta 10 000 pesos, y una sola goma para camiones, incluso usada, entre mil y 1 200. Un solo neumático nuevo cuesta 3 000 pesos».
Por eso, informó, se ha previsto garantizar a los camioneros particulares que se vinculen legalmente a la transportación de las diferentes formas de producción, la venta de un grupo de renglones e insumos de maquinarias y equipos. Los precios no se han definido aún. También se aprobará este mes una tarifa para el acarreo.
El vicetitular de Transporte anunció que las nuevas empresas agropecuarias contarán con unidades integrales de servicios técnicos, para atender los medios de carga privados del sector campesino.
Del paquete de medidas aprobadas, los funcionarios destacaron el fortalecimiento de la red de informatización, a partir de un fondo para comprar computadoras y otros medios para mejorar las comunicaciones entre las empresas y las unidades de base.
La demanda es la qu manda
Una de las medidas más novedosas entre las adoptadas como parte del reordenamiento de la producción, acopio y comercialización de productos agropecuarios, es la decisión de que a partir del primero de agosto, el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) será el organismo rector del balance de los productos agropecuarios, en una decisión experimental que abarcará las dos provincias habaneras. Eso significa que elaborará y presentará al Ministerio de la Agricultura la demanda de esos alimentos para que este organice y dirija la producción en función de esa demanda.
Otro cambio es que la comercialización de los productos agropecuarios con destino al consumo social y a los Mercados Agropecuarios Estatales, se transfiere al sistema empresarial del MINCIN.
Tales precisiones las hizo a JR Francisco Silva, viceministro de Comercio Interior, quien detalló los pasos por los que se ha transitado para definir las bases de la mencionada demanda, y del proceso que sustentará la comercialización agrícola.
Según el ejecutivo, la demanda se concibió teniendo en cuenta los hábitos de consumo de la población, la tabla de composición de los alimentos, elaborada por el Instituto de Nutrición de Cuba y las características de la producción agrícola cubana. El diseño contempla un 30 por ciento de viandas, 35 de hortalizas e igual porcentaje de frutas.
Valoró que actualmente es más perceptible la existencia de las viandas y hortalizas, y que se requiere de un resultado mayor en la producción de frutas.
No se trata, aclaró, de una cuota racionada, sino de una gama de productos que pueden ser adquiridos de manera liberada en los mercados agropecuarios. Eso no es, hablando en buen cubano, lo que nos toca por la libreta. Tampoco quiere decir que siempre estarán todos al mismo tiempo en estos centros comercializadores.
Está en proceso de creación una nueva empresa, que sustituirá a la entidad del Ministerio de la Agricultura, la cual acopiará y comercializará los productos agropecuarios que se destinen a La Habana y Ciudad de La Habana. Esta se encargará de comprar directamente a las empresas agropecuarias de las dos Habanas, con un parque de equipos de transporte de carga que duplica los que posee el MINAGRI para esas funciones.
También le corresponde distribuir los alimentos del agro directamente a la red de mercados agropecuarios, así como a los mercados y minimercados concentradores que se construyen o habilitan en diferentes puntos de la capital. Estas últimas plazas se conciben fundamentalmente para reabastecer los mercados y mantener una especie de reserva para evitar desabastecimientos en caso de inclemencias climatológicas u otras dificultades que impidan eventualmente la cosecha de los productos.
El ojo del amo
Los mercados agropecuarios de la capital han sido hijos de nadie prácticamente desde que nacieron. El propio viceministro de Comercio Interior califica como un disparate el hecho de que muchos MAE (Mercados Agropecuarios Estatales) de la capital sean administrados por entidades radicadas en la provincia de La Habana, situación que cambiará con el reordenamiento.
¿Cómo es posible que un mercado del municipio de Playa o de Arroyo Naranjo esté controlado por empresas agrícolas de Güines o Güira de Melena?, se pregunta Silva.
«A partir de la creación de la nueva Empresa de Mercado, que radicará en Ciudad de La Habana, y tras el reordenamiento de los Mercados Agropecuarios Estatales, por primera vez tendrá una mayor organización este importante eslabón de la comercialización».
En principio, agrega, la red de estos en Ciudad de La Habana (142) y los de la provincia de La Habana (103), que hoy están administrados por empresas de la Agricultura y Acopio, pasarán al MINCIN, subordinados a esta nueva empresa, que tendrá la misión de administrar la gestión de esos establecimientos y asegurar el servicio a la población. Será, además, la contrapartida de la empresa mayorista en tanto vela por la presencia, precios y calidad de los productos.
Como complemento de esta novedad, a partir de agosto en la capital se ampliará y cambiará el diseño de la red de sus plazas comercializadoras, reducida desde hace varios meses por la necesidad de concentrar y controlar las escasas disponibilidades de productos, y también porque muchas de ellas se abastecían ilegalmente, incluso con productos cuyo destino eran mercados estatales, hospitales y escuelas.
Al respecto, Francisco Silva informó que el nuevo diseño prevé una amplia red de mercados agropecuarios estatales en toda la capital, de los cuales estarán funcionando 310 al cierre de este año; 450 en 2010, hasta completar los 600 en el año 2011. Especificó que formarán parte de esa red un grupo de locales de venta normada de papa, conocidos popularmente como placitas, enclavadas generalmente en la cercanía de los núcleos poblacionales.
Ese diseño se estructuró, según el directivo del MINCIN, teniendo en cuenta la proporción de estos con la concentración de residentes permanentes y flotantes en el entorno, y la distancia a recorrer. En una venta liberada no se puede vincular a las personas a un determinado mercado.
Esa red contará con tres tipologías, que se diferenciarán por la clase del servicio, la cantidad de tarimas y por los productos que comercializa. Los de tipología I (al menos uno por Consejo Popular) tendrán más de diez tarimas, y los restantes, ubicados a nivel de barrios, entre nueve y cuatro tarimas, como máximo. Excepto los de tipología III, los demás venderán productos cárnicos.
En la capital llegaron a existir hasta hace poco más de mil puntos de venta, la mayoría de los cuales fueron cerrados, por lo que pudiera parecer un retroceso hablar ahora de una red de 600. Silva argumenta que hace años se hizo un estudio de esa estructura minorista de mercados, el cual dejó ver la necesidad de unos 450. Han pasado varios años y existe una importante población flotante que no ha sido relegada a la hora de concebir el nuevo sistema que se implantará, no obstante, los concebidos son suficientes, en su opinión.
«De nada vale tener un punto en cada esquina si no está bien surtido, no es funcional, no reúne las condiciones higiénico-sanitarias y, además, explota a la población con precios altos».
Aclaró que esta red no incluye a los mercados de oferta y demanda, que por el momento seguirán funcionando. Inquirido sobre el futuro de esos establecimientos, por una parte aceptados por la población, debido a la calidad de lo que venden, pero criticados por los abusivos precios y las vías furtivas por las cuales se abastecen, dijo que el reordenamiento aún no ha concluido.
Especialistas consultados por JR sobre la sobrevivencia de los mercados de marras, apuntan que si no se tomara una decisión estatal para poner orden en ellos, el tiro de gracia se los dará la competitividad de los mercados estatales, los cuales tienen mucho que aprender de aquellos en cuanto a calidad, variedad y cultura del detalle, pero poco recomendables como modelo de disciplina.
En horabuena
Que la comercialización fue vista en su integralidad lo demuestra el hecho de que se concibe un sistema de pequeñas industrias procesadoras, fundamentalmente para procesar frutas y vegetales que pierdan calidad en los mercados y minimercados concentradores.
Para constatar esa realidad, recorrimos algunos de esos centros ya en funcionamiento en municipios de la capital. Reina mucho entusiasmo en una pequeña fábrica de dulces y vegetales en conserva, ubicada en una calle de la vieja Habana.
Justo al pie de un vetusto fogón «rejuvenecido» por el ingenio de los trabajadores, Ángel Pérez, director de la Empresa Comercial de Productos Agropecuarios de Ciudad de La Habana, explica que en apenas un mes han ingresado más de 300 000 pesos por la venta de pasta, aliños y encurtidos de cebolla y ajo, y puré de tomate. Y decenas de vecinos, entre estos muchas mujeres, encontraron empleo allí, donde anteriormente el abandono redujo casi a vertedero un almacén de la empresa de Acopio Habana.
En el barrio San Felipe, de La Habana Vieja, también se aplica esa experiencia: aprovechan el pico de boniato para producir frituras. La generalización de este tipo de minindustria se contempla en el reordenamiento.
Mientras llega agosto
Mientras asoma el octavo mes del año, fecha en que se espera el alumbramiento de un hijo bien deseado, todavía en los MAE de la capital se sufren las consecuencias de la orfandad en la que prácticamente han estado hasta ahora estas plazas comercializadoras.
En Los Pinos, municipio de Arroyo Naranjo, el olfato nos lleva hasta una inmensa estiba de cebolla que saca lágrimas sin tener que picarlas. Más de 50 quintales rezumaban por la negligencia de quienes los atiborraron en un almacén caluroso y con filtraciones en el techo.
Javier Ponce, comercial del referido mercado, nos conduce donde Franklin Heredia, trabajador del lugar, quien realiza labores de beneficio a ese producto que aparece en tablilla a tres pesos la libra, aun cuando una especie de espada de Damocles le apunta sin piedad.
«Hay una falta de coordinación grande desde el surco hasta nosotros. Diariamente hacemos informes a Acopio, Berroa y Comercio y nada cambia esta situación. Eso también ha sucedido con el chopo, la remolacha y la zanahoria. Como los hábitos de consumo de estos productos son limitados, se nos pudren en el almacén, y si cuando llega el suministrador, que en este caso es Berroa y Acopio de Güira, le decimos que estamos saturados de esa mercancía se molestan».
Le inquirimos al joven administrador sobre su responsabilidad como comercial del mercado, y su cara reveló algo así como si dijera: «Eso es relativo…».
Irónicamente, en el mismo municipio y no lejos de allí, Marta Cruz, auxiliar de contabilidad de un combinado comercial de comercio y gastronomía en Mantilla, lamentaba no tener prácticamente ningún producto, entre ellos cebolla.
¿Boniatillo con cebolla?
Buscando un aire menos contaminado por el olor de la cebolla, llegamos al mercado concentrador de Berroa, perteneciente a la Unión de Acopio. Hasta el techo llegaban las estibas de esa hortaliza, y de boniato, a las tres de la tarde del miércoles último, muchos días después de las irregularidades denunciadas por este diario el domingo anterior. Y en los primeros 30 minutos de permanecer allí, la avalancha no cesaba de alborotar la paciencia de los administrativos. Y ni hablar de hasta dónde llegaban las de boniato.
Un fornido estibador se nos acerca y comenta: ¿Por lo menos van a tener que llevar todo eso para la industria? Y con asombrosa normalidad responde otro: ¿y qué comerá la gente, boniatillo con cebolla?
A pesar de estar casi contaminadas con el justificado optimismo de los directivos de Comercio Interior, Transporte y la Agricultura, lo visto allí fue, lamentablemente, como una bofetada, menos fuerte que la recibida en Los Pinos, porque los productos estaban bien conservados, gracias a que en el período de tránsito de esta entidad a Comercio Interior, se han mejorado las condiciones para el almacenamiento y manipulación.
«Esto es consecuencia de los picos de producción de uno o dos productos en determinadas épocas del año. Nos sucede también con el ajo, e increíblemente ocurrió con el plátano macho. Lejos de ser positivo, es un gran problema en las condiciones en que trabajamos, sin suficiente transporte. Mientras usted ve este abarrotamiento aquí, puede haber varios mercados desabastecidos».
El director afirma que la vida ha demostrado que cuando hay mucho producto el consumo es menor, porque la gente no tiene necesidad de acaparar. «Para distribuir un camión de boniato o la cebolla en estos momentos es muy difícil. El carro que destines hasta puede pasarse el día entero para descargarlo, mientras si lo envías con varios surtidos, en dos horas retorna vacío. Si a eso le sumas que la mayor parte del transporte que entra aquí cargado es de UDECAM, con el cual no podemos distribuir minoristamente, porque deben seguir a cargar en el puerto, necesariamente hay que descargarlo».
Mientras Ángel nos explicaba, en medio de un ajetreo enorme entre boniato y cebolla, un camión precisamente de UDECAM, con 30 toneladas de pepino encima, hizo su entrada en las naves de Berroa, al filo de las cuatro de la tarde.
«Si se distribuyen hoy mismo, que es casi imposible, tal vez se pierda menos, pero esto, cuando menos, viene llegando a la población mañana por la tarde. Al final se vende, pero sin calidad. Se pierde así cualquier esfuerzo y se nos convierte en una bomba de tiempo», considera.
El problema, según el directivo de Acopio, se debe a que no hemos logrado planificar una producción en correspondencia con la demanda. Mientras existan esos problemas, y encima de eso limitaciones con el transporte, la población comerá no lo que demande sino lo que le manden.
Lo contradictorio es que aún sin implantarse el reordenamiento, Oscar del Toro, viceministro de Transporte, asegura que hoy existen los suficientes medios para garantizar el traslado de la producción agrícola que está en tierra o por cosechar para los destinos que están autorizados; es decir, el consumo de la población de las dos Habanas, el consumo social, los MAE, la industria y el turismo.
Lo que hay que mejorar y perfeccionar, según el vicetitular, es la organización, la planificación y la dirección, para lo cual existen puestos de dirección, para alertar en el momento oportuno. «Con un celular se resuelve el problema», dijo.