Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R.
Dentro de un mes aproximadamente, el 14 de Octubre, el presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero hará una visita a Israel durante la cual se reunirá con el Primer Ministro Benjamín Netanyahu.
Tras varios años en los que los presidentes de los gobiernos españoles apenas se han ocupado de las relaciones exteriores, esta visita a Israel -la segunda en un año- marca un cambio cualitativo en las prioridades de Zapatero, así como una mejora de las relaciones entre Israel y España.
Mañana, el ministro español de Asuntos Exteriores llegará aquí para allanar el camino a la visita de Zapatero. Durante el año pasado Moratinos, a quien antes se miraba en Israel con recelo, e incluso con desprecio, se ha convertido en uno de los elementos más importantes de la reconciliación entre Jerusalén y Madrid.
Moratinos conoce bien Israel de la época en la que desempeñó el cargo de enviado de la Unión Europea para el proceso de paz. Aquí se reunirá con una amplia serie de líderes israelíes, el presidente Simón Peres, el Primer Ministro Netanyahu, el ministro de Defensa Ehud Barak y la lideresa del Kadima en la oposición parlamentaria, Tzipi Livni.
Para ajustar también una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores Avigdor Lieberman, Moratinos incluso accedió a faltar al consejo de ministros semanal en Madrid y a permanecer en Tel Aviv para desayunar el viernes por la mañana con Lieberman, unas horas después de que el ministro de Asuntos Exteriores israelí regrese de su gira por África.
Vientos fríos
El gobierno de derechas liderado por José María Aznar desde 1996 hasta 2004 fue muy amistoso con Israel, pero el subsiguiente ascenso del gobierno izquierdista de Zapatero llevó a que soplaran vientos fríos desde Madrid.
Durante el gobierno de Ehud Olmert, y especialmente durante y después de la segunda guerra de Líbano, las relaciones entre Israel y España se volvieron tensas.
Observaciones críticas de Zapatero sobre Israel, su aparición en un mitin llevando una kufiyah, la propuesta de paz de Moratinos que no se coordinó con Israel y los encuentros mantenidos con Hezbolá en Líbano, fueron sólo algunos de los problemas.
La política española, de la que Israel no sacó ninguna satisfacción, fue solamente el principio. Hubo también tendencias negativas en la opinión pública y la problemática estigmatización de Israel como un peligro para la paz mundial. Contra el telón de fondo de la segunda guerra de Líbano, la operación Plomo Fundido y la continua construcción en los asentamientos judíos de Cisjordania, los medios de comunicación españoles no hicieron más que añadir leña al fuego.
Una de las principales razones para el cambio de ambiente de las relaciones ha sido el cambio de la conducta de Moratinos a lo largo del pasado año y medio. El ministro español de Asuntos Exteriores ha manifestado moderación y ha evitado la promoción de iniciativas diplomáticas independientes a espaldas de Israel tanto como ha sido posible, trabajando, en su lugar, en coordinación con Jerusalén.
El estatus de Moratinos a los ojos de Israel ha mejorado, principalmente debido a su actividad determinada en el asunto de la decisión de perseguir judicialmente en España a seis altos cargos implicados en el asesinato, en 2002, del jefe del brazo armado de Hamás en Gaza, Salah Sehadeh.
Fue Moratinos quien impulsó en el Parlamento español la legislación que limita rigurosamente la posibilidad de llevar a cabo esos procesos en el futuro y que condujo a la anulación del enjuiciamiento que ya estaba en curso.
En la diplomacia, también, todo es personal. Las relaciones de Moratinos con el anterior Primer Ministro, Ehud Olmert, eran terribles. Después de que Moratinos saliera con su iniciativa de paz, Olmert arremetió contra él diciendo que «no entendía nada sobre Oriente Próximo».
Después Olmert rechazó reunirse con Moratinos durante más de un año, y sólo tras un largo período accedió a reconciliarse con él.
Con Netanyahu las cosas son completamente diferentes. Moratinos conoce bien a Netanyahu de cuando fue el enviado de la UE en Israel y pese a sus diferencias de opinión en muchos asuntos, la amistad y la confianza todavía prevalecen entre ambos hombres.
«Se puede hablar con Lieberman»
Moratinos es, también, uno de los pocos ministros de Asuntos Exteriores de Europa que habla positivamente de Lieberman y explica a sus colegas que el ministro de Exteriores israelí es «pragmático» y que «es posible hablar con él».
La conducta de Moratinos en los últimos días, después de la publicación de una entrevista con el negacionista del holocausto David Irving en el periódico español El Mundo, se ha recibido con satisfacción en Jerusalén.
En contraste, el ministro sueco de Asuntos Exteriores, Carl Bildt, que se negó a desvincular a su gobierno de un artículo de un diario en el que se aducía el robo de órganos por parte de Israel, aquí se percibe como antisemita. Este fin de semana Moratinos ha publicado (nada menos que en Suecia) una declaración en la que denuncia el antisemitismo y el hecho de dar a los negacionistas del holocausto oportunidades para hablar.
Volver a Israel después de la declaración de alto el fuego de la operación Plomo Fundido, no es una cuestión sencilla para Zapatero, teniendo en cuenta los titulares de los periódicos españoles que describían la «masacre» en la Franja de Gaza.
Tampoco su visita a Jerusalén de la próxima semana será un asunto banal. Pero, aparentemente, brindará el testimonio de una auténtica intención de mejorar las relaciones con Israel y evidenciará una mayor implicación por parte de España en Oriente Próximo antes de asumir la presidencia de la UE en enero.