Si una golondrina no hace primavera, una bandada de esas aves sí puede anunciar el despertar de la naturaleza con la llegada de la estación de las flores y los colores. El paralelo puede parecer tomado por lo pelos cuando de periodismo se trata, ya que son dos ámbitos muy diferentes del mundo contemporáneo, pero […]
Si una golondrina no hace primavera, una bandada de esas aves sí puede anunciar el despertar de la naturaleza con la llegada de la estación de las flores y los colores.
El paralelo puede parecer tomado por lo pelos cuando de periodismo se trata, ya que son dos ámbitos muy diferentes del mundo contemporáneo, pero han habido expresiones en el ámbito cubano que apuntan a formas y contenidos renovadores en un quehacer nunca del todo satisfactorio para sus mismos realizadores.
Con una tónica incisiva y veraz, temas complejos han sido abordados tanto en el espacio de la Mesa Redonda, de la radio y televisión cubanas, como en columnas y artículos que publican otros medios, como los del canadiense Jean Guy Allard en Granma.
En la prensa provincial y nacional ya no son sorprendentes los enfoques y análisis críticos, las evaluaciones francas y cada vez mejor documentadas de errores, problemas y deficiencias, el llamar por su nombre a los conflictos y obstáculos, para de esa forma ayudar a erradicarlos.
Aunque aún falta por hacer, los trabajos evaluados en los más recientes concursos 26 de Julio y los festivales de la prensa escrita, de la UPEC, ya marcan un camino definitivo en esa misión del periodismo revolucionario.
Sin embargo, recientes acontecimientos vinculados a medios de difusión -que no pasaron inadvertidos en Cuba- apuntan a un nuevo enfoque de las tradicionales políticas informativas que en ellos se han practicado.
Ya hacía unas semanas, el diario Juventud Rebelde informaba, en el contexto de un análisis, sobre varios jugadores de baloncesto que dejaron le casaca cubana en busca de otra mas remunerativa en lo material. Sin enjuiciamientos ni recriminaciones por la acción, se informaba al respecto, con lo que de hecho terminaba con rumores de diversa índole y aviesa intencionalidad, en muchos casos.
Hace unos días, llamó poderosamente la atención de los televidentes lo que puede considerarse el mayor exponente de esa arista de enfocar lo que otros dicen o hacen en contra de la sociedad cubana: un reportaje televisivo de Esther Barroso, previo al Concierto Paz sin Fronteras, mediante el cual los cubanos pudimos conocer de primera mano posiciones, opiniones y campañas que tejían enemigos declarados de la Revolución.
Todos, y no solo los especialistas, conocieron las expresiones que emponzoñan a la opinión pública cautiva de esos medios que se prestan a la difusión de manipulaciones y mentiras, convertidas en verdades por su repetición -ilustres alumnos del nazi Goebbels – las que por lo general no tienen contrapartida.
Hasta una contundente verdad, como el éxito del concierto realizado en la Plaza de la Revolución, fue tratada de escamotear buscándole lunares al Sol de fraternidad y buena voluntad que lo iluminó antes, durante y después de su celebración. Y para colmo, inventándolos.
Volvió mi colega Barroso a repetir la dosis de profesionalismo y excelencia que siempre la han caracterizado con un material posconcierto que debiéramos disfrutar más de una vez.
Y en esa línea me vi involucrado al actualizar una nota para Granma sobre uno de los personajes del primer documento televisivo, sobre el cual tengo un abundante expediente periodístico y personal.
Me he sentido profundamente emocionado no solo por el hecho de haber podido participar en el desenmascaramiento de un mentiroso. En especial me dio nuevos alientos ver publicada una foto de mi colección, que vale más que un millón de palabras.
Súmesele estar acompañado en esa página por un inteligente y bien documentado trabajo de un conocedor colega -compinche en afectos musicales- como Pedro de la Hoz, quien, entre otras cosas, salió al paso a presuntos desaguisados sufridos por Juanes antes del ya histórico concierto.
Siempre recuerdo al Guerrillero Heroico -el mismo acusado de asesino por la Loba Feroz, madrina del secuestro de Elián- en una de sus máximas, que yo interpreto en mi ámbito: al imperialismo (secuaces y lacayos) no se le puede dejar espacio, NI UN TANTITO ASÍ.
Cuando el trompetista desertó, hace ya 19 años, escribí -y publicó un medio provincial- una nota en la que también definí mi criterio ante sucesos similares que han tenido y pueden tener como epicentro figuras públicas. Ahora lo transcribo, con una sola acotación porque debía de haber integrado una obra que finalmente fue publicada sin su inclusión:
«El justo desprecio o la incontenible indignación, más que impedir, obligan a no pasarlo por alto en esta modesta obra (libro «Jazzeando»). Por un lado, seria ceguera histórica negarle contribución y méritos al auge cubano contemporáneo. Por otro, y aún mas importante, la omisión y el silencio rehuirían el análisis critico y la condena explicita y aleccionadora.
«Al menos así percibo la actitud a seguir ante quienes pierden el derecho de volver a mirar de frente y con la cabeza erguida.
«Por ello estimé necesario incluir aquí algunas reflexiones a modo de epitafio…»
Lo sucedido en estos días de septiembre en Cuba, en el ámbito musical y social, tendrá alcances aún difíciles de predecir, aunque todos confiamos que serán para bien de nuestra sociedad y su futuro de hombres y mujeres dignos, cultos, honestos y solidarios, ingredientes que forman a los que queremos acercarnos al Che y llamarnos revolucionarios.
Los avergonzados por su nefasta actitud tienen que ser ellos, sometidos al juicio de un pueblo imposible de engañar.
Lo publicado en los medios de prensa cubanos podría ser también el inicio de la necesaria sistematización de un combate en la que el silencio, la omisión, sólo le da armas a quienes viven del cuento de la contrarrevolución y con él engañan al mundo.
Fuente: http://www.cubaperiodistas.cu/columnistas/dos_santos/15.html